31. El ponche de Lydia

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Mia

Acompañé a Lydia a su casa, se supone que ambas nos alistaríamos ahí. Ella ya tenía sus tres conjuntos listos. Yo tenía el maldito vestido rojo, aun no entendía por qué quería que usara ese, pues... resaltaría más que los que ella iba a usar.

― ¿Segura que no quieres usar este? ―le pregunté.

―No, ese es para ti ―hizo que me sentara en el silla de su tocador―. Ahora, empezaré a arreglarte. Quedarás más hermosa de lo que ya eres.

Rodé los ojos.

―No sé por qué te divierte tanto jugar a las Barbies.

―Siempre me ha gustado, es más divertido jugar con una de carne y hueso.

Como si yo fuera una Barbie... ¡ja! ¡Por favor!

💛

Lydia y yo estábamos listas, ella había ido al primer piso a hacer el ponche. Yo había decidido no tomar nada, porque... la última vez que lo hice, las cosas no salieron bien. Así que, hoy permaneceré sobria y seré feliz.

El timbre empezó a sonar, escuchaba el murmullo de algunas personas dentro de la casa. Pero no muchas, eso era extraño. Generalmente, para esta hora, la casa estaba repleta de desconocidos.

Suspiré. Es hora de bajar... supongo...

Tenía el vestido rojo y también un par de tacones plateados. Resulta que Lydia también había comprado ese par. Ella tenía todo fríamente calculado. Apuesto a que ya lo había planeado desde antes... Odio la inteligencia de Lydia.

― ¡Feliz cumpleaños! ―era la voz de Stiles.

Bajé las escaleras. Ahí estaba él, con una caja de regalo. No era un regalo muy grande, por un momento pensé que le traería el "Señor" regalo, pero no fue así.

En cuanto me vio, no despegó los ojos de mí. Lydia volteó en mi dirección y me sonrió. Ella tenía una bandeja de ponche en la mano.

―Wow... ―dijo Stiles, quien dio un paso hacia dentro de la casa y se tropezó. Cayó de cara al suelo.

― ¡Stiles! ―grité mientras me acerqué a ayudarlo. Por suerte los tacos no eran muy altos, así que podía caminar con mayor facilidad―. ¿Estás bien?

―Sí ―respondió él mientras se sentaba en el suelo. Sus ojos no dejaban de analizarme.

Escuché un suspiró. ―En verdad no comprendo esto ―dijo Lydia señalándonos, luego se encogió de hombros y se dio media vuelta para irse―. No olviden probar el ponche.

Le tendí la mano a Stiles, él la cogió y se puso de pie.

― ¿Seguro que estás bien? ―Volví a preguntar―. Pareces un poco nervioso.

―Oh, no estoy nervioso... no, para... pa.... para n-ada nervioso...

―Si tú lo dices...

Se rascó la nuca y sonrió como tonto. Le devolví la sonrisa. Estaba actuando muy extraño.

―Estás... estás muy bonita, es decir, siempre lo estás... pero hoy... tú... ehmmm...

Me reí. ―Gracias ―estuvimos un momento callados, sin saber qué más decir. Pero no me sentía incómoda―. ¿Sabes dónde está Scott? ―le pregunté―. Recién bajo y no sé si ya vino.

― ¿Por qué te importa Scott? ―su cara de felicidad cambió a una de molestia.

―Porque él es algo así como nuestro alfa... Además, dijiste que tenías algo que decirnos.

Fuego Cruzado | EMPE #2 | Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora