36. Los besos de Lobo

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Mia

Hoy era el partido de lacrosse, se supone que no debería de salir de noche, pero igual lo haré. Es probable que mi papá no esté de todas formas, así que no se dará cuenta. Pero bueno, eso aún es en la noche y ahora mismo son como las siete de la mañana y estoy fuera de casa haciendo algo que no hacía hace mucho tiempo.

Correr con Lobo.

Ni siquiera recuerdo cuándo fue la última vez que lo hice. Ya me empezaba a sentir demasiado vaga. Así que hoy decidí hacer algo de ejercicio para variar. Tenía una botella de agua con un pequeño plato para darle de tomar a Lobo. Habíamos corrido por más de una hora, dimos vueltas por varias manzanas, luego seguíamos recto, luego doblamos... Así estuvimos hasta que ya no tenía nada que darle a Lobo.

Creo que le estaba exigiendo demasiado.

Me senté en la acera para descansar solo un segundo.

―Creo que soy la peor dueña del universo, debes estar exhausto ―acaricié su cabeza y él movió la cola. No parecía tan cansado―. Desearía tener agua, estoy muriendo de sed.

― ¿Mia? ―la voz del alguacil Stilinski me hizo saltar.

―Hola señor Stilinski, ¿qué hace por acá?

―Hola Mia, vivo aquí ―dijo señalando hacia una casa.

La casa de Stiles.

¿Cómo fui a parar aquí? Ni siquiera me di cuenta de que venía hacia aquí.

―Oh... no me di cuenta de que estaba aquí... ―me siento tan avergonzada.

Lobo ladró y empezó a mover la cola. ¿En serio? Lobo se ha vuelto muy manso últimamente.

― ¿Esa es tu mascota? Hola, amigo ―Lobo se acercó al alguacil y dejó que lo acariciara.

Esto es un déjà vu, Lobo se comportó igual con Stiles... y de hecho, si mal no recuerdo, creo que Stiles preguntó lo mismo.

Definitivamente son familia.

―Parece sediento ―dijo―. ¿Por qué no entras? Puedes tomar agua de la cocina.

―Oh, no quiero molestar.

―No es molestia. Ven conmigo ―asentí y lo seguí, pero entonces sonó su radio o lo que sea que sea el aparato que tienen los policías.

―El deber llama ―dijo él―. Pero entra de todas formas, hay agua en el refrigerador.

―No, no quiero molestar, en serio.

―Stiles está dormido, ni se dará cuenta de que estás ahí ―acarició una vez más a Lobo y entró a su carro―. Ten cuidado de regreso.

Lo despedí con la mano hasta que desapareció al doblar una esquina.

¿Entro o no entro?

Muero de sed... si Stiles está durmiendo, no se dará cuenta de que estoy aquí... así que... no molestaré a nadie si entro por agua. Además, Lobo también tiene sed.

Apenas entré a la casa de Stiles, me sentí como si todo fuera familiar. He estado aquí solo una vez y me siento más en casa que en mi propia casa. Es una locura. De alguna manera parecía un verdadero hogar, así como la casa de Scott. Desearía poder sentirme bienvenida en mi propia casa.

Solté la correa de Lobo, pensé que no se alejaría de mí. Pero me equivoqué. A penas tuvo la oportunidad corrió escaleras arriba.

― ¡Lobo! ¡Vuelve aquí! ―grité, pero no muy alto, no quería despertar a Stiles.

Fuego Cruzado | EMPE #2 | Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora