Capítulo 16

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- ¡Hija! ¡HIJA!

- ¿Qué? ¿Qué paso? – Mi mamá se frotó la frente.

- Tenemos graves problemas. –

- Oh no, y ahora que hiso. ¿Viajó hasta el cerro de la Gloria, mientras bailaba desnudo y cantaba alguna canción de Rafaela Carra? Es increíble como ya nada me sorprende viniendo de él..

- No, el problema es que tiene resaca y no recuerda nada. – Las alarmas empezaron a sonar dentro de la cabeza de Lucía y se imaginó lo peor. Salió corriendo hasta la cocina y lo vió tomando café. Se paró enfrente de él y lo miró fijamente

- ¡FRED! ¡FRED! ¡¿ME RECUERDAS?! ¿¡SABES QUIEN SOY?! ¡FRED!.

- ¿Qué demonios pasa contigo, Chihuahua? Wuau, tienes un despertar muy... peculiar. – Se llevó una cucharada de cereal a la boca y miró a Analia que a su vez miraba furiosa a su hija. - ¿Se cayó de chica o algo? ¿Es siempre así? Joder, debe ser raro que tu hija se levante gritando si la reconoces. – Se encogió de hombros y volteó su cara al plateo de cereal.

- ¡LUCY! –la aludida pegó un salto – MUEVETE Y PONTE ALGO DECENTE. ¡ESTÁS EN PIYAMA! – La chica miró su cuerpo, y solo tenía puesto un mini shorts y la remera que no ocultaba mucho. Ahogó un jade y salió corriendo hasta su habitación

- ¡Buenas piernas, chihuahua!

- ¡Tu! ¡Mocoso insolente! Vuelve tu vista hacia el cereal, ¡Ahora!

- Lo siento, señora. Es la resaca.

- ¡Fred! No tires de mi paciencia, mocoso. – Fede le sonrió con cara de perrito abandonado justo cuando Lucía salía envuelta en una bata extra grande

- Un día que tratas con su asquerosa persona, y ya está tirando de tu paciencia. Si lo conocieras el tiempo que yo lo conozco, temo decirte, madre querida, que ya hubieras tenido -por lo mínimo- 8 infartos, y dos ACV. – Su madre le dejó una taza de café enfrente. Y le sonrió - Gracias ma. – Fred la miró burlesco.

- Tendrías que llevar vestido, más seguido. – Comentó pensativo, como quien admiraba una obra

- ¡FRED! ¡TE VOY A DAR UN CUCHARONAZO, SI SIGUES ASI!

- ¿Acaso no conoces lo que es la educación, idiota? – Le preguntó Lucía y el solo se encogió de hombros.

- Solamente estoy apreciando el arte de Dios. – El ojo de Analia empezó a palpitar rápidamente. De seguro ya estaba cerca del primer infarto.

- CIERRA.TU.MALDITA.BOCA.YA. – Federico se rio, mientras se tiraba al sillón cómodamente, y encendía el televisor.

Lucía notó como llevaba la misma ropa de ayer, y como aún toda arrugada le sentaba de maravilla. Y por alguna extraña razón recordó su primer beso y la segunda canción de ayer, y se sonrojó.

Analia frunció el ceño y luego sonrió enigmáticamente. Esos dos no podían estar ni demasiado lejos ni demasiado juntos, a menos que limaran esas asperezas que tenían y que provocaba chispas cada vez que se chocaban

De la nada, Federico, se levantó como un resorte después de mirar su celular, les dio un beso a las dos, y se despidió agradeciéndoles por las atenciones.

- ¿Qué demonios le pasó a este chico? – Le preguntó a su hija confundida.

- Si lo supiera, mamá. Podría morir en paz. – Analia dejó todo lo que estaba haciendo y se giró a mirar a su hija.

- No alejes a una excelente persona de tu vida, solo porque crees que es una mala persona. Se objetiva, cariño. Este chico, puede ser tu gran error, o tu mejor acierto. Y nunca lo vas a saber si no lo intentas.

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