Bien. Estaba aquí. Después de... ¿Cuánto tiempo? Tenía tantas cosas para contarle, y estaba bastante ansiosa por saber si le iba a dar vuelta la cara en cuanto abriera la boca. Por experiencia, sabía que no. Pero primero iba a tener que rendir cuentas.
Nadie tiene una buena excusa para dejar enterrado en el olvido a un amigo que estuvo ahí siempre, ni siquiera un novio nuevo. O un novio. Dios, ni que hubiera tenido un extenso historial de ex en su haber.
Se bajó del auto, y cerró la puerta con firmeza ya que la porquería se había roto. Con la cartera colgada al hombro empezó a caminar por el Parque.
Era un lugar hermoso. De eso no había duda. Sus portones, eran sin duda excepcionales. Y subir a los cerros y ver la ciudad era lo mejor que podía hacer alguien para calmar los niveles de stress o lo que sea. Y eso era lo que iba a hacer ahora. Necesitaba consejo, y consuelo. Y el siempre se lo daba, sin importar la cantidad de veces que lo ignorara por que habían cosas mas importantes.
Se sentó frente al Monumento del Cerro de la Gloria. Le había costado un triunfo subir, ya que lo había hecho sin el auto como casi la mayoría. Pero su pequeño cacharro no hubiese aguantado tanto.
Sacó su libreta y una lapicera. Respiró hondo y empezó...
― Bueno, Hola. No tengo ninguna excusa que me haga sentir menos culpable, o egoísta, y una completa perra. Lo siento, por no aparecer.
― Está bien, tranquila. En serio está todo bien, noto que te sientes culpable. Extrañaba nuestras charlas, la verdad. ¿Qué ha pasado?
― Como si no lo supieras. Creo que de todo. Me siento un poco al borde. Entre la escuela, el trabajo, la inminente facultad, Federico y todo el drama que acarrea y que no sé como solucionarlo, ya no sé que hacer...
― Muy bien. Tranquila, respira hondo. Primero que nada, focalizate. Ocupate de tus responsabilidades y encárgate de lo que te parece mas primordial. ¿Adivino qué es? O mejor dicho... Quién es...
― Federico. Bien. Eso lo puedo hacer. Cumplir con la escuela y el trabajo, y Fede. Pero, ¿Cómo lo hago? ¿Cómo lo ayudo?
― Estás hablando conmigo, y consultándome, es lo esencial. Ahora, la pregunta es... ¿Qué quiere Fede? Vos queres que sus padres estén bien. Pero son tus deseos, pero y los de él. ¿Qué quiere? Es lo primordial en una relación, querida. Saber que quiere el otro, y no empujarlo a hacer algo que no quiere.
― Tienes razón. Pero es que esto realmente le afecta. Me duele verlo así...
― Luci, las pruebas en la vida son así. Golpean duro muchas veces, pero no puedes parar la vida para que una persona no sufra por mucho que la ames. Lamentablemente, la única forma que tiene el ser humano de aprender es con dolor, con esfuerzo. Va a salir de esto, te lo prometo. Como vos lo hiciste, ¿Lo recuerdas? Bien, ahora solo tienes que estar ahí para ayudarlo en lo que él necesite. No lo que tú necesites. Recuerda eso.
― Pero... ¿Y si no lo superé? Digo, cuando veo a mí mamá con Pedro. Me siento rara. Inclusive un poco molesta y recelosa.
― Tranquila, nena. Es normal. Tu padre fue una persona excelente, las hizo muy felices, pero se fue. Duele admitirlo, y enfrentarlo, lo sé. Pero te aseguro que vos ya lo hiciste. Solo que a cualquier persona le puede causar un poco de shock ver ocupar el lugar de un ser querido por otra persona. ¿Quieres a Pedro?
― ¡Si claro! Es un hombre estupendo, pasó por mucho pero eso no cambió su carácter. Además de que ayudó muchísimo a Fede. Y mamá parece feliz con él. La verdad, es que no imaginaría a mamá con otro novio. Dios, la verdad suena extraño decirlo.
― Ya te acostumbrarás. Pero hay algo que no me has dicho...
― ¿Qué cosa? Oh sí. Se me olvidaba. En realidad, no es tan importante...
― Crees que no es importante por que es un problema enteramente tuyo. Esa inseguridad, Luci...
― Bueno, si ya... Sé que hemos hablado de esto mil veces pero me cuesta acostumbrarme. En fin, es que tengo miedo a equivocarme con Fede. ¿Y si me equivoco y salimos lastimados?
― La verdad, Luci...
― Bueno, ya. Si me equivoco y salgo lastimada. Suena tan egoísta...
― Pero es la verdad, y la verdad te hace libre. No lo olvides nunca. Y respondiendo a tú duda, todo va a estar bien. Déjate llevar por un momento. Relájate y disfruta.
― Como puedo relajarme y disfrutar si...
― Luci, si seguís tratando de manejar todo, te vas a estrellar. Deja que yo conduzca, ¿Sí? Oh, y por último, ponte el cinturón. Voy a hacer que te despeines un poco...
Y con esas últimas palabras se quedó callado. Pero no se fue, el siempre está. Luci lo sabía. Y también sabía que estaba aterrada del futuro.
Dios, quién dijo que tener novio iba a ser flores y corazones.
De hecho era como subirse a una montaña rusa, y tuviera el cincuenta por ciento de probabilidades de que se rompiera o anduviera de maravillas. Había mucho margen de error a sus ojos.
Pero lo quería con locura. Y cada vez que estaba cerca de él, mandaba el miedo a paseo. Porque, ¿Qué podía salir mal si él estaba ahí? Pero las noches de insomnio suelen ser tan largas y llenas de dudas.
Pero se decidió, y logró controlar, esta vez, a su miedoso corazón. Lo quería estaba segura, lo demás era miedo. Y el pasado tratando de asomar su fea cara. Cara se había encargado de enterrar algunos años atrás.
Asique ese día, finalmente, se puso sus pantalones de nena grande y volvió a nockear a esa horrible cara que no tenía ni arte ni parte en esta situación.
Cuando volvió a su auto, con varios litros de sudor encima y de seguro algunos gramos menos, encendió su celular y abrió la aplicación de Whatsapp seguida del chat de Fede. Se sacó una foto tirando un beso, y se rió ya que se había prometido no hacer el papel de tonta de esta forma. Se veía horrible, pero lo que valía era la intención, ¿No?
Hola, bueno, se siente raro hacer esto. Pero se siente tonto no decirlo también, asique pasaba para dejarte un beso y recordarte lo mucho que te quiero.
PD: Prefiero mil veces un beso tuyo, a un café. Por más de mañana que sea. ;)
PD1: ¿Sabes? Creo que el frízer se va descongelando. Gracias.
Lo envió antes de que se arrepintiera, y sonrió como tonta mirando su foto de perfil. La cerró de inmediato sintiéndose tonta, pero se recordó que esas reacciones eran propias de la vieja Luci cobarde, no de la nueva que decidía apostar el todo por el todo.
Descargó su imagen de perfil y la configuró como fondo de pantalla. Porque realmente adoraba esa foto. Los dos se veían tan lindos.
Y sí, él había puesto una foto de los dos como foto de perfil. Decidió parar de acosar al muchacho, o inundaría el auto con saliva.
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VORÁGINE
RomanceCon un vida perfectamente normal y controlada, Lucía se sentía completamente cómoda y feliz. Pero lo que no sabía es que el destino llega en forma de Vorágine a arrasar con todo y provocando que solo las cosas buenas y firmes quedan intactas. En ca...