Los días en el hospital se hicieron tortuosamente largos para el carácter activo de Federico, que no dejaba de causar problemas al personal de enfermería. El buen ánimo de Lucía había decaído considerablemente desde que le habían narrado la veracidad de los hechos ocurridos que habían dejado a Federico postrado en una incómoda cama.
Realmente no podía entender como un ser humano pudiese ser capaz de producir tanto mal intencionalmente y aún más a alguien de su propia sangre. Se sentía sumamente triste, y no dejaba de cavilar en la situación del chico, buscando miles de explicaciones posibles a las conductas de cada uno de los individuos involucrados en el asunto.
Pero por más que se esforzase y no pegara ojo en las noches, la mera idea de tal odio la dejaba sin suposiciones correctas.
Finalmente, llegó a la conclusión de que hay situaciones que jamás entenderemos o que no nos conviene entenderlas en su totalidad. Que es preferible que queden relegadas a una sombra de misterio. Y además, no podía juzgar el carácter de los padres de Federico, ya que no los conocía y mantenía un estrecho lazo de amistad, y algo más, con la otra parte afectada lo que la llevaba a ser totalmente imparcial a la hora de hacer un juicio justo.
Una lamentable decisión, ya que Lucía amaba analizar detenidamente y profesar un juicio lo más justo posible.
Volviendo la vista a Federico que estaba jugando un videojuego en su celular junto a su sobrino, se reconfortó con el hecho de verlo más repuesto y con mejor semblante que hace dos semanas atrás cuando lo ingresaron. Ahora solo restaba esperar a que su brazo y su pierna se sanaran correctamente para retirar el yeso que tanto quebraderos de cabeza le estaba produciendo todo el mundo.
Federico no tenía carácter para estar enfermo, pensó Lucía. Y más le valía que no se enfermara a menudo. Se volvía el ser más insoportablemente quisquilloso y de lengua afilada que hubiese tenido la desdicha de conocer. Habían tenido numerosas discusiones al respecto, donde Lucía salía dando un portazo de la habitación para volver a la media hora con una taza de café en mano, y su temperamento relativamente mas tranquilo.
- ¡Eh, Lucía! Tu sobrino está haciendo trampa. - La chica resopló, no había forma de que esos dos no se pelearan cada vez que se veían.
- ¡Es mentira, tía! Lo juro por... - Lucía le dio una mirada velada y lo censuró.
- No jures, cariño. Tu madre te ha hablado millones de veces al respecto.
- ¡Pero tu novio lo hace siempre! - Exclamó con una sonrisa pícara, tratando de hundir al muchacho que lo mirada con la boca abierta, y ya qué se presentaba la situación, avergonzar inocentemente a Lucía. A su vez, la chica estaba sumamente sonrojada por la calificación del niño hacía Federico.
- Bueno, no sigas su ejemplo. Y dejen de pelear un minuto. Parecen perro y gato.
Lo cierto era que desde el primer día que se conocieron nació en ellos una especie de inocente riña por desbancar al otro del puesto de preferencia en el corazón de Lucía. Era totalmente esperado del niño que había sido malcriado y mimado toda su vida por su única tía más allá de lo decible. Pero el comportamiento de Federico distaba mucho de ser maduro y razonable. Trataba de atribuirlo al aburrimiento y la nula promesa de diversión que puede llegar a haber en un lugar como aquellos.
Pero lo cierto, es que los dos disfrutaban muchísimo con la presencia del otro, aunque se negasen a admitirlo. Y solían hacer preguntas sobre el bienestar del otro, bajo una fachada de indiferencia que le causaba gracia a todo el mundo.
Se concentró en su otra sobrina que estaba tratando de dibujar a Federico desde una mesita cercana con gran esmero y concentración. Federico había conquistado el corazón de la callada criatura desde el primer momento y pese a su carácter tímido y silencioso lo admiraba cuando él no lo notaba y muchas veces lo honraba con algunas de sus sonrisas.
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VORÁGINE
RomanceCon un vida perfectamente normal y controlada, Lucía se sentía completamente cómoda y feliz. Pero lo que no sabía es que el destino llega en forma de Vorágine a arrasar con todo y provocando que solo las cosas buenas y firmes quedan intactas. En ca...