- García, ¿Cuál es la fórmula correcta para resolver este ejercicio?
¿Ah? ¿Qué? ¿Yo qué?
- Profesor Schmidnts, verá. Hubo un inconveniente que impidió que yo prestara la debida atención a la clase. Por lo tanto, me veo en la penosa situación de no poder responder su tan interesante pregunta. – Lucía le da su mejor sonrisa, ocultando el verdadero motivo de su distracción. Que está sentado enfrente de élla riéndose silenciosamente mientras escondía el papel que habían estado pasando, hablando de cualquier cosa.
- ¿Y se puede saber cuál es ese inconveniente, señorita García? – La chica titubeo; tenía que pensar en excusa rápidamente.
- Le pedí una lapicera porque no encuentro la mía, Papá. – El profesor llevó su mirada gris, tan idéntica a la de su hijo, hacia Fede y lo fulminó con la mirada.
- ¿Cuántas veces te tengo que repetir que no me trates de padre en la institución? Y no interrumpas charlas ajenas. – Federico se tensó visiblemente ante el comentario de su progenitor y rodó los ojos con burla.
De repente, el ambiente se palpaba demasiado tenso y Lucía no entendía por qué. Sabía que la relación de Fede con su padre, no era la mejor. Pero no entendía los motivos de tal discordia. De todas formas, por más que le preguntara a Federico, él cambiaba de tema o hacía una broma.
- Como sea, Papá. – Tocó el timbre, y el chico se dio vuelta sonriéndole mientras se encogia de hombros. Podía sentir la mirada del Profesor clavada en ella mientras hablaba con su hijo.– Déjalo es un amargado. Bueno, mejor no. Acostúmbrate, ese es mi futuro.
-Realmente no puedo imaginarte, de ninguna forma, siendo así dentro de varios años. – Fede le frunce el ceño. – Es que, no lo sé..., tú eres muy "Fred" y tu padre es muy..., "Tu padre". Antes, lo admito, pensaba que eras el clon de tu él. Pero ahora que te conozco mejor, se que hay un abismo de diferencia entre el y vos. No te pongas a la sombra de él, tienes mucho más potencial. Sé que es tu padre, y...
- No te preocupes por eso, ¿Si? Yo sé cómo es mi padre, y lo reconozco. No me quiere, nunca lo hizo y no lo hará. – Fede negó con la cabeza y su semblante cayó en picado.
Lucía se mordió el labio insegura, quería ayudarlo. Apoyarlo, hacerle sentir que estaba para el pero, ¿Cómo?
Agarró su mano suavemente y el la apretó, luego le sonrió con la sonrisa que era pura y exclusivamente para ella.
- ¿No hay posibilidad de que te quiera, pero que no sepa como demostrarlo? Tal vez, te quiere pero a su forma. Como... ¿Yo? – Le miró dudosa, y con esperanza.
Quería que Federico tuviese todo lo que deseaba y fuese feliz, pero no podía meterse en la mente de su padre y mover los hilos para que lo quiera y lo demuestre. Y eso le desesperaba.
- No, Lucy. Tú me quieres, tal vez lo demuestras con pequeños gestos como tomar mi mano cuando mi humor cambia y lo notas. – Le sonrió pícaramente, haciéndole entender que recibió su gesto, y Lucía sonrió abiertamente.- O simplemente, cuando me escuchas hablar como si la tontería que te estuviera diciendo fuera lo más interesante del mundo, y tus ojos brillan. Mi padre nunca me demostró ninguna especie de cariño, solo desprecio. Yo fui un cálculo que salió mal, y lo obligó a cargar conmigo por dieciocho años.
- Lo siento tanto Fred, es horrible que tu propio padre te trate así. – Negó con la cabeza indignada. - Juro que en este momento quisiera remediarlo de alguna forma, pero no sé cómo. ¿Hay algo que pueda hacer? – Dirigió su mirada hacia arriba, ósea hacia él, mientras caminaban por el pasillo repleto de estudiantes. El la miró y se frenó en mitad de la horda de estudiantes que salían de sus respectivos cursos.

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VORÁGINE
RomansaCon un vida perfectamente normal y controlada, Lucía se sentía completamente cómoda y feliz. Pero lo que no sabía es que el destino llega en forma de Vorágine a arrasar con todo y provocando que solo las cosas buenas y firmes quedan intactas. En ca...