Federico me está abrazando ¿Qué se supone que haga yo con mi brazo?
¿Dejarlos cruzados? No, daría una señal de rechazo. Que debería querer enviar, pero que en este momento no apetecía dar. Se estaba tan jodidamente bien.
¿Y si le pasaba el brazo por su cintura? No, eso disminuiría las distancias entre él y yo... Aunque considerándolo, mi madre me enseñó a utilizar las cosas que son gratis, y que yo sepa nadie me cobra intereses, o recargos por corresponderle al abrazo... Mmm.
Céntrate.
Bien, calmada. Respira hondo, adentro y afuera. Eso es. Es normal.
Los chicos siempre me abrazan en plan... Plan... ¿Plan qué? ¿Qué demonios somos? ¿Amigos? ¿Tengo que chocar su hombro, y decirle si quiere jugar a un concurso de eructos?
Rayos, ¿Por qué demonios no se comportarme como... una mujer? Oh, bien, tal vez mujer sea decir demasiado. Tal vez ser menos... ¿Macho?
Lucía estaba hecha un lío, su cerebro se movía como loco mandando ordenes, a las cuales su cuerpo no deseaba responder. Era tan fácil como salir corriendo y poner tres galaxias entre el chico y ella. Pero no quería hacerlo, y no sabía por qué. Nunca jamás le había pasado esto, y no podía ponerlo dentro de un plano racional y analizarlo porque simplemente, su comportamiento no era normal
- ¿Qué pasa por ese cerebrito, que al parecer maquina 24 horas, los siete días de la semana? ¡Dale un respiro, mujer! –Lucía rio nerviosamente y Federico sonrió. Por lo menos no lo había cacheteado cuando empezó a abrazarla
- Es que realmente estoy teniendo un problema aquí, con mis brazos. Digo, estoy tan malditamente acostumbrada a ser... a ser.. Bueno. ¿Yo, supongo? Que no sé que deba hacer con mi brazo, si dejarlo así – Señaló sus brazos cruzados. – O, simplemente pasarlo por tu cintura. Pero... - El chico le tapo la boca con una sonrisa, y la respiración de Lucía se atascó en su garganta.
- ¿Cálmate, si? – Le dio un beso en su frente y por acto reflejo ella se alejo, pero él logró atraparla a tiempo. – Oh mi pequeña arisca, ¿Qué voy a hacer contigo? – Lo piensa por un minuto y le mira seriamente. – Tengo la solución a tu pequeño dilema.
Dicho esto; se para enfrente suyo y le sonríe, con esa sonrisa que rogaba a Dios, solo sea para ella.
Malditos celos.
Volviendo al tema, Lucía veía como le tomaba sus brazos y los dirigía hacia su cuello, guiándole así, a que ella los entrelazara detrás de él, lo cual hizo titubeante y manteniendo la vista fija en el logo de su remera.
- ¿No te parece que una ubicación ideal para tus brazos es en mi cuello? Por que a mi si me lo parece. Aunque, ¿Sabes? – Se acerca a su oído y le susurra. – Seria infinitamente mejor, si pudiera mirarte a los ojos, pequeña arisca.
Lentamente, y bastante reticente, subió sus ojos hasta que logro que se conecten con sus –magníficos- ojos grises. Y de repente, estaba lo suficientemente intimidada como para salir corriendo.
- ¿Ves? No era tan difícil... ¿Acaso mis ojos son feos? – La mira haciendo un puchero, y la chica se encontró mirando sus labios y sonriendo como una completa idiota.
- No, no. Claro que no. Son muy bonitos, raros, pero muy hermosos. Aunque no pueda distinguir que clase de gris son. – El sonrojo de la chica iba aumentado por segundos, para el encanto de Federico.
- Oh, ¿Con que esa es la táctica para sacarte un halago hacia mí? Cariño, yo también necesito un poco de valoración positiva.
- Eso es incierto. Tu ego se vería desde Júpiter. – Federico movió las cejas con una pequeña sonrisita y miró a su alrededor. No había nadie en el pequeño parque. No deseaba que nadie pensase mal de su pequeña arisca, y se sumaran mas rumores a los que ya había.

ESTÁS LEYENDO
VORÁGINE
RomanceCon un vida perfectamente normal y controlada, Lucía se sentía completamente cómoda y feliz. Pero lo que no sabía es que el destino llega en forma de Vorágine a arrasar con todo y provocando que solo las cosas buenas y firmes quedan intactas. En ca...