Capítulo 21

3 1 0
                                    

Federico llegó furioso a su casa. Esa bendita muchacha le terminaría provocando un ACV antes de los veinte. Carecía de noción de peligro y auto preservación. Joder, antes no era así. La prefería cuando estaba demasiado asustada como para decir lo que pensaba, de esa forma no habría nadie criticándola y tratándola mal.

Subió a su habitación, aún más furioso que antes y tiró su morral debajo de su cama. Necesitaba leer, o hacer cualquier cosa para distraerse. Su cerebro maquinaba furiosamente, pensando en todas las situaciones en las que podía verse metida Lucía. Y el daño que podría ocasionarle.

Dios mío, qué le ocurría. Estaba volviéndose loco.

Dirigió su mirada hacía su escritorio buscando su celular para poder mandarle un mensaje a su chica, pero se encontró con el libro en blanco que le había regalado su tío. Lo abrió y ojeó sus páginas, aún sabiendo que no tenía absolutamente nada en él. Se sentó en su escritorio mientras buscaba una lapicera en los cajones, para escribir. Y lo demás fluyó solo.

Sus sentimientos, se iban convirtiendo automáticamente en palabras, frases y diálogos. Las letras bailaban frente a sus ojos, creando un mundo nuevo donde solo existía él y su corazón.

Se sintió mejor en el instante. La escritura lo relajaba y calmaba su humor de una forma sorprendente. Sonrió y siguió escribiendo, dándole detalles a su historia caracterizando su nuevo mundo.

Pero la puerta se abrió revelando a su padre que se encontraba furioso. Se sorprendió e intentó esconder el libro pero con grandes zancadas Gustavo se plantó frente a él, y se lo arrebató de sus manos.

Resopló y arrancó las hojas lleno de ira, despedazando la encuadernación con tanto odio que Federico quedó atónito. La furia de su padre lo sorprendía cada vez más.

Gustavo buscó enfurecido un basurero hasta que lo localizó, pero también localizó la ficha de inscripción de la facultad de Derecho.

- ¿QUÉ ES ESTO? – Preguntó con la mirada clavada en su hijo.

- Fácil; una clara demostración de lo que pienso sobre los planes que tienen para mí vida. – Mencionó cargado de odio.

- ¿Basura? Basura, es lo que tú quieres hacer. ¿Escribir? Por favor. – Dijo con repulsión. - ¿Y esa chica? Dios mío. No te quiero cerca de ella. Arruinará tu vida, y luego te culpará cuando caiga por el abismo junto contigo.

- ¿Experiencia propia, quizás? – Dijo con sorna. – Que tu vida haya sido horrible no signifique que la mía lo tenga que ser.

- Está bien. Arruina tu vida. Pero olvídate de que eres mi hijo. Me das vergüenza, y pena. ¡Vete! ¡Fuera de mi vista! No quiero que estés relacionado conmigo de ninguna forma cuando fracases. Por que lo harás. Tenlo por seguro.

- ¿Todo esto es por el qué dirán? – Rio amargamente. - ¿Es lo único que te queda no es así? Tu vida se arruinó completamente, tu mujer es una pobre borracha, tu trabajo mediocre, y tu hijo tuvo el descaro de hacer algo que le guste, ¿No es así? Eres un pobre tipo. El que siente pena y asco hacía ti, soy y... - El puño de Gustavo conectó con la mandíbula de Federico, desequilibrándolo provocando que cayera en la cama por el golpe. Su padre se acercó a él, y le volvió a pegar.

Los gritos resonaban por toda la casa, los golpes se empezaron a tornar feroces. Federico solo tenía fuerzas para defenderse ya que estaba debajo de Gustavo. Anabel escuchó los gritos y se acercó tambaleándose hasta la habitación de su hijo, y emitió un grito ahogado al ver la escena. Se precipitó sobre su marido para frenarlo, y defender a su hijo por una vez en su vida. Cayó sobre la espalda de su marido, tratando de sacarlo de encima de Federico, pero su poca fuerza y su estado de embriaguez le jugaban en contra. El codo de Gustavo se dirigió hacía atrás, golpeando a Anabel en su pecho provocando que cayera hacía atrás contra el escritorio, su vista se nubló momentáneamente.

VORÁGINEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora