Capítulo 2

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Jake en multimedia ;)
Ambos nos analizamos.
-Wow, se supone que eras un tío...y no tienes nada de eso- comentó volviendo a su inicial sonrisa.
Por lo visto ambos dimos por hecho que nuestros apellidos eran nuestros nombres, llevándonos a ésta confusión. Cuando mi padre se comunicó con ella, digo, con él, o con este medio travesti, lo había hecho por correo electrónico por eso no sabíamos que era un chico y por lo visto él tampoco sabía que yo era una chica.
-Y tú una tía-contraataqué.
Entonces se empezó a reír. Lo fulminé con la mirada sin entender.
-¿te parece gracioso que nos hayamos confundido?-.
-¿Te parece esto de chica?-dijo amarrando su paquete masculino y arrugué la nariz por asco.
-Das asco-es decir,acabábamos de hablarnos y los pocos segundos que habíamos compartido me indicaron que no sería una opción quedarse aquí.
-Esto será interesante, pasa-dudé en entrar y aceptar que a partir de ahora este engendro sería mi casero.
Había venido hasta aquí desde Califonia para compartir casa con una chica y esto no era una chica.
-Me niego, no pienso entrar aquí. buscaré otro sitio-musité más para mí misma.
-Bien, pero esto solo está repleto de universitarios con ganas de fiesta, suerte para que encuentres a un chico tan caballeroso como yo lo he sido, Claire-mi nombre sonaba raro en su boca, y no raro en el buen sentido. Tampoco raro en el mal sentido. Simplemente... Raro.
-Me parece que la palabra caballeroso no es precisamente un concepto que esté a tu alcance-dije intentando parecer simpática. No era mi punto fuerte precisamente.
-Tú misma, ya vendrás cuando no tengas dónde dormir.
-Prefiero dormir en un banco a en esta casa-le dije cuando cerró la puerta en mis narices. Obviamente no prefería eso.

Vale, lo admito. Él pobre chico no me ha hecho nada (aparte de desnudarme con la mirada) y lo he tratado mal.
Pero estaba tan terriblemente molesta con el hecho de estar aquí en este momento, que era capaz de arrancarle la cabeza al primero que se me cruzara.
Cogí mi móvil y me alejé cargando mis maletas lejos del recibidor de la casa hasta estar en la acera. Aún tenía tiempo de buscar una solución, eran las siete de la tarde. Marqué el número de mi padre y esperé a que lo cogiera. Lo repetí como diez veces. No cogió ninguna.

-Mierda, mierda y mierda-me quejé dándole patadas a una de las maletas.

Esto no estaba pasando. Estaba en la otra punta de país, vagando por un barrio desconocido, casi de noche y sola. Eso solo me daba más ganas de golpear algo. Se hicieron las ocho y mi padre no cogía mis llamadas. Estaba trabajando, siempre está trabajando. Al igual que mi madre.

Nunca he sido ni seré de las niñas lloricas que dicen que su vida es una mierda porque sus papás trabajan mucho y no les hacen caso. Mi vida no es una mierda por eso. Vale, no tengo toda la atención del mundo por su parte, pero supongo que si su trabajo me da comida, casa y estudios, no me voy a quejar por eso, no soy tan egoísta. Es decir, muchas se quejan por ello y, no es que ellos sean los mejores padres del mundo pero no seré malagradecida con lo que me han dado. Bueno, hasta este momento, ahora solo quiero golpearlos.
Llamé una vez más y me rendí finalmente. ¿Qué iba a hacer?

Tenía pocas opciones:

a) Volver a casa de Whitie, es decir el travesti que en realidad se llama Jake. Lo cual implicaría perder la poca dignidad que me quedaba.

b) Seguir llamando a mis padres con la esperanza de que al rogarles me dejaran volver con ellos. Cosa que, probablemente, no pasaría.

c) Vagar por las calles viviendo como una vagabunda hasta que me gane la lotería y me compre una mansión con un sexy Playboy a mis servicios.

Definitivamente la C. era la más sencilla, estaba claro.

No quería hacerlo pero después de otro paseo por el barrio, fui a la casa de Jake.
Toqué preparándome para ver su estúpida sonrisita que diría "te lo dije". Abrió la puerta tras unos largos instantes que me dieron el tiempo más que suficiente para arrepentirme.

Bajo el mismo techoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora