Tres.

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Despertaste. Lo viste. Suspiraste.

Sentís que estás durmiendo con el enemigo. ¿Qué estás haciendo, Mariana? Dentro de un par de horas te pasa a buscar tu novio para llevarte al aeropuerto en donde supuestamente te tenés que encontrar con la persona que está durmiendo junto a vos. No te importó, de igual forma sonreíste. Siempre te gustó verlo dormir. Estaba boca arriba, con cara de serio, una de sus manos sostenía su cabeza y la otra descansaba en su panza. Notaste sus lunares, siempre iguales y recordabas cuando le decías que ni el mismísimo Brad Pitt se podía considerar galán si no tenía un lunar como los suyos. Claro, estabas enamorada y decías cualquier tontería. Estabas... sí... Te estiraste un poco y besaste su mejilla. Histérica te dicen.

Tu celular sonó.

-¡Benja! -Te asustaste -Que... que... ¿Para qué me llamás? ¿Pasó algo? ¿Dónde estás?

-Ey, ey, tranquila... -Lo escuchaste entre risas. -Me parece que te desperté.

-Sí... sí. Estaba durmiendo. -Y te sentías una mierda por estar mintiéndole.

-Te quería preguntar a qué hora te paso a buscar

-Emm, a eso de las tres.

-Bueno, nos vemos hermosa. Te amo.

-Chau. -No te atreviste a decirle ni un "yo también"

Revoleaste el celular al cual se le salió la carcasa cuando se estrelló con el piso. Te acostaste y pusiste la almohada sobre tu cara. Comenzaste a lagrimear. Te sentías mal por lo que estabas haciendo. Te odiabas pero ¿a quién queres engañar? Sabes muy bien que Peter te mueve el piso y por más que amabas a tu pareja no podías resistirte a tu compañero de adolescencia.

Te estremeciste. No necesitabas despegar la almohada de tu rostro para saber que tu ex amor te estaba besando y sabía que estaba jugando con fuego. Te limitaste a sentir sus besos húmedos que dejaba sobre tu vientre, de a poco subía.

-Quería darte el beso de los buenos días antes... -Escuchaste su vos rasposa. -... pero me encanta cuando me ves dormir. -Con un poco de fuerza quitó la almohada de tu cara y te vio un poco colorada y con los ojos a punto de estallar. - ¿Qué pasa?

-No puedo, Pitt. -Con un hilo de vos. -Tengo novio y lo amo.

Viste como el asintió con la cabeza. Te dejó un beso en la frente y salió de tu habitación diciendo casi en susurros"no te jodo más". Escuchaste como con bronca se vestía en tu living y salía. Quedaste sola entre pequeñas lágrimas. Y no pensabas.

A las cinco de la tarde ya estabas arriba del avión. Contemplaste a la chica que estaba sentada al lado tuyo, ni muy linda ni muy fea, leyendo una revista y con un paquete de m&m en la mano izquierda.

-¿Qué calor, no?- Intentaste sacarle charla pero ni se inmutó. -Espero que sirvan comida porque me mueeero de haaambre. -Sobreactuaste mientras golpeabas sin querer la mano de tu vecina. Tarde te percataste de que tenía auriculares puestos. -Desalmada. -Susurraste por lo bajo.

Te estiraste por sobre los asientos para poder divisar a tus amigos. Gastón sentado al lado de una madre con su hijo en brazos, llorando. Nico, adelante completando una revista de sopas de letras y Peter a su lado mirando por la ventanilla que daba a la turbina del avión. Rocío, sentada sóla, dormida.

-Chst, chst... ¡ROCÍO!- la zamarreaste una vez sentada a su lado.

-¡Ay, boluda! ¿Qué te pasa? -Despertó de golpe.

-¡Desalmada! -Le dijiste porque sí. -No sabes todo lo que te tengo que contar. Soy infiel. -Simplificaste con angustia.

-¿Eh? ¿Con quién le metiste los cuernos? -Se alteró un poco y ciertos pasajeros pararon la oreja, chusmas.

-Shh, con Peter.

-¿Me buscas "Afganistán"? - Nico le entregó a Peter la revista. -¿Pasó algo, no? -Y, se conocían entre todos.

-La petisa puso el agua y no tomó mate. -Dijo mientras encerraba el país con una birome azul. Nico abrió los ojos y Gastón, que había escuchado todo, se asomó por entre los asientos con el bebé en brazos. Habían pegado buena onda.

-¿Qué? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Por qué? -Los rubios iban haciendo una pregunta cada uno.

-Estuvimos a punto de hacerlo, ayer, en su departamento, tiene novio. -El se encargó de contestarle mientras pintaba las letras mayúsculas de la revista.

-¿Qué es lo que te preocupa? Si no es la primera vez que le metes los cuernos a Benjamín.

-SHHH. -Te alteraste. -Callate que los aviones oyen. Y lo que había pasado la otra vez era porque me había angustiado. -Porque te hizo acordar el viaje a Misiones donde Peter había cumplido años y vos accediste a su deseo.

-¡Ay, Lali! No te hagas. Si no estás enamorada de Peter por lo menos estás caliente. -Le pegaste en el brazo. -Sacate las ganas y no jodas. Nadie se va a enterar. -Le sacaste la lengua.

Unas horas después sabías que Peter estaba dentro del baño. ¿No vas a hacer lo que estoy pensando, o sí Mariana? Y lo hiciste nomás. Un poco disimulada te dirigiste hacia el mismo lugar y esperaste a que la puerta se abriera para empujarlo de nuevo hacia dentro y vos también.

-¿Qué haces, La? -Te susurró un poco fuerte.

-¡No sé, no sé!-Le contestaste de igual forma y te tapaste los ojos. Y de un impulso lo besaste, él te agarró de la cintura.

-¡Pará, para no! -Te dijo después de cinco minutos cuando ya no tenían aire.

-¡Sí! -La charla siempre iba a ser susurrada porque para ustedes los aviones oían y sus secretos no podían ser escuchados.

-¡No, La!

-¡Ay! ¿Quién carajo te entiende? Bipolar. -Lo acusaste. -Desalmado. -Otra vez.

-¿Yo soy el bipolar? ¿Yo soy el desalmado? Hoy me dijiste que no querías saber nada porque amabas al otro. -Porque para él, vos no tenías novio. Tenías otro. Lo pisaste como venganza.

-Vos me haces una guerra entre mi cabeza y mi corazón y te das el gusto de decirme que no.

-¿Qué querés que haga? Si vos me dijiste que no querías saber nada.

-¿Y no la pensas luchar? -¿Qué le reprochas, Mariana?

-¿Pero qué historia te fumaste? Vos me dijiste que no.

-¿Y todo lo querías que pase en la gira?- Ya te estabas desilusionando.

-No, no. yo te dije lo que iba a pasar, no lo que quería que pase.

-¿Entonces no querés saber nada conmigo? -Peter elevó un hombro al son del "que me importa" -¿No?

-Bueno, dale. -Te sonrió, volvió a tomarte de la cintura y a besarte con pasión.

Escucharon que alguien golpeaba la puerta.

-Señor, hay más gente que también quiere pasar al baño. -La azafata. Abrieron los ojos y él te tapó la boca porque estabas a punto de gritar.

-Ehh, sí... Ya salgo.

-¿Usted es Peter Lanzani? -Notaste una ilusión en su voz.

-Sí, sí. Ya salgó. -Pero seguían en la misma posición.

-¡Ay! ¿Me firma un autógrafo?

-¡Obvio, ahora salgo!

-Y la señorita que está con usted también.

-¡La puta madre, una laliter! -se te escapó.

Secretos LalitersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora