Dos.

1.3K 36 10
                                    

-Mmm -Sentías sus besos sobre tu espalda desnuda. Porque esa noche habías hecho el amor con tu pareja. Benjamín, obvio. ¿Qué otra pareja tenías?

-Buen día. -Y te diste vuelta para saludarlo como corresponde. Besaste su boca durante un buen rato. -¿Cómo dormiste?

-Bien... como siempre que te quedas acá.

-La pasamos bien juntos ¿no? -Sonrieron con picardía.

Benjamín salió rumbo a tu moderna cocina -elegiste a uno de los mejores diseñadores de interiores para remodelar tu departamento- a preparar el desayuno para dos. Vos pasaste por el baño para descargar la vejiga y cepillarte los dientes. Recordaste que nuevamente habías soñado con él y cerraste fuerte los ojos rogando que lo que había pasado ayer en tu camarín también sea parte del sueño. Pero no, Mariana, era la cruda realidad. Una realidad que te cautivaba.

-Yo tengo que armar la valija todavía. -Le contestaste cuando te había propuesto una salida a la casa quinta de su hermano. Ya estaban desayunando, un café con leche para él y una chocolatada para vos.

-La valija, el bolso y la mochila que vas a subir al avión... -Bromeó él y vos te pusiste seria. Él no te iba a ayudar a transportarlas al hotel como tu compañero de banda. Y tu ex. -Fue un chiste, no te enojes. -Y te robo un pico.

-No me enojo... perdón. -Porque sentías culpa. Y él te siguió besando. -Te amo. -Sentenciaste, también por culpa. - ¿Querés venir hoy a la cena con el equipo? -Lo invitaste, también por culpa.

Tu novio te pasó a buscar a las veintiún horas con su auto para acompañarte al salón. A penas te vió hizo un par de comentarios, algunos zarpados, acerca de tu vestimenta... y tu maquillaje, tu pelo y por qué no, tu perfume. Te reíste y también le dijiste algún que otro piropo.

Entraron de la mano a la vez que le sonreían a los paparazzi. Saludaron a algunos camarógrafos que ya conocían hace varios años, también a los productores, al elenco y varios invitados. Lo viste a él, vestido para matar, hablando animadamente con Facundo. El corazón te latía a mil por hora y pensaste que no había sido buena idea traer a tu pareja. Te sentaste al lado de Mechi Funes que reía junto a Benjamín -no tu novio, Rojas- de las anécdotas que tiraba sobre los días de grabación.

La cena fue bastante rápida para todos, menos para vos. Sufriste cada segundo. Se habló de la experiencia vivida, de nuevos proyectos, de vacaciones, de los hijos y de la bendita gira hacia Perú que en unas cuantas horas ibas a realizar con aquel chico que no dejaba de mirar su celular y sonreír cada vez que vibraba.

"Una chica", pensaste. Lo conocías, sabías que esa sonrisa en conjunto con la mirada de galán era porque estaba en caza de alguna mina que le mueva los pantalones -o que se los saque-. Te pusiste celosa, Mariana, no digas que no. te creíste que no iba a dejar de mirarte a los ojos y ni siquiera se le cruzó una mirada de celos, aunque sea por error, cuando Benjamín te sentó sobre sus piernas. Y suspiraste. ¿Qué querés, nena? Ya tenés pareja y hace media hora que no deja de besarte y decirte todo lo que te va a extrañar.

Luego del brindis, sonrisas, lágrimas y buenos deseos. Decidiste que ya era hora de volver. Tu novio te dejó en la puerta de tu departamento, le pediste que volviera a la tarde para acompañarte al aeropuerto, él te besó y se fue. Te hubiese gustado que se quedara a dormir pero no, sabías exactamente lo que iba a pasar si lo hacía y vos estabas cansada.

Pasaste por el baño y te lavaste la cara, ya eran casi las dos de la mañana y tu aspecto era horrible. Claro, venías de una fiesta. Te quitaste el vestido gris y los zapatos negros, terminaron en algún lugar de tu habitación. Te pusiste el short de pijama y escuchaste el timbre. Espiaste por la mirilla y te sorprendiste.

-Peter... ¿Qué haces acá? -Y él te miró más sorprendido aún porque ya era la segunda vez, en dos días, que te encontraba en corpiño.

-Se me pinchó una goma y no tengo el repuesto. -Comentó no mirando precisamente tus ojos. - ¿Así va a ser siempre? -Te señaló entre risas. Lo miraste mal y fuiste a buscar tu remera, la que hacía juego con tu short, la que tenía tu cara en la marca.

-¿Llamaste a la grúa? -Gritaste desde tu habitación. Peter se había encargado de cerrar la puerta, con llave y cerrojos, y acomodarse sobre tu sillón blanco.

-No. -Así, a secas.

-¿No pasaban taxis? -Preguntaste mientras recorrías el living e ibas a parar a la cocina para servirle un vaso de jugo, o algo por lo menos bebible si es que encontrabas.

-No. -Y puso sus pies sobre la mesita ratona.

-¿Querés que te pida un remis? -Mientras le dejabas el vaso de agua, porque no habías encontrado jugo, sobre la mesita a la vez que te encargabas de bajarle los pies.

-No.

-¿Me estás boludeando? -Te cansó su jueguito. Como respuesta, te revoleó uno de tus almohadones rosas que paró justo en tu cabeza.

-¿La pasaste bien en la despedida? -Cambió de tema y vos aprovechaste.

-Si... bien, con mi novio. Pero me parece que vos lo pasaste mejor. -Y te sonrió de esa forma que todas las fans adoraban. - ¿Alguna chica? -Te sentaste al lado.

-Puede ser... puede ser... -Y te miró, vos esperabas atenta a que desembuche. -Pero no creo que quieras saber con quién.

-Si quiero. -Contestaste rápido y el negó con la cabeza. -¡Dale! -Lo zamarreaste un poco.

-Con Euge. -Y tu cara fue para fotografía. "Ahh" dijiste. No te gustaba que hable de gente que ya había pasado por tu vida.

-Está de novia Eugenia. -Porque para vos no era Euge.

-Vos también. -Y luego de un silencio, agregó. -Me quiere hacer onda con Brenda.

-Ya sé, tus fans me actualizan constantemente tu vida a través de twitter. -Y se rió de tu ironía. -Por cierto, aclarales que en la cena no pasó nada porque no paran de llegarme mensajitos con hipótesis de "mira si se comieron en el baño".

-En el baño no. -Lo fulminaste con la mirada.

-Te llamo un remís. -Informaste.

-No. -Se cruzó de brazos. Negó con la boca y la cabeza.

-Salí a la calle y pedite un taxi.

-No. -Caprichoso.

-Llamá a la grúa por lo menos.

Y no supiste en que momento te acorraló entre tu cuerpo y el sillón para comenzar un nuevo beso. De esos que te hacían estremecer, temblar y cuántas cosas más. Y otra vez, no querías volver a separarte de su boca, estabas demasiado cómoda en esa posición mientras tus piernas se enredaban sobre su espalda el dejaba caer todo su peso sobre vos. Lo estabas disfrutando.

Tampoco supiste el momento en que cayeron sobre el colchón, los dos en ropa interior, y cortó el beso sólo para decirte "me voy a quedar acá, escuchaste", por si no te habías dado cuenta. Menos que menos supiste si era una amenaza o una simple información.

Pero lo que si tenías bien en claro es que esa noche, no había pasado nada. Habías tenido un minuto de cordura y recordaste a tu novio, ese que te va a extrañar. Por eso terminaste durmiendo mientras él te acariciaba el pelo y sólo cuando se aseguró de que estabas plenamente dormida te dijo "mi auto anda mejor que nuestra relación".

Secretos LalitersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora