Uno.

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Guardaste la última prenda en el bolso y lo cerraste. No necesitabas mucha ropa, tres o cuatro calzoncillos, dos bermudas, un pantalón, algunas remeras, una campera, un par de zapatillas y agradezcamos que te acordaste de poner el cepillo de dientes. Eso es algo que las mujeres no vamos a entender de los hombres.

Te esperaban dos semanas en Brasil con amigos. Con veintiún amigos. ¿Alta joda van a hacer, no? Bueno, sos joven, soltero, fachero, famoso, Macho Bus... digamos que tenes todo el derecho del mundo en disfrutar de la vida. Me imagino que llevás protección ¿no? Mejor, no quiero que nueve meses después abunden nenes con lunares en la mejilla.

Buscaste tu celular por el lío de sábanas en tu cama con quince mensajes recibidos. Te detuviste en aquel que decía algo así como "buen viaje" con un signo de exclamación y una carita sonriente porque claramente el emisor fue"Lali". Lo leíste unas ocho veces más tratando de encontrarle algún sentido oculto pero no. ¿Qué te pensas? ¿Qué va a significar otra cosa a parte del "buen viaje!
"? ¡Ah, ya se! Significa: "Peter no te vayas, terminé con él, te espero en mi departamento a la noche. Te cocino algo rico. Besitos, La". ¡Sí, tontín! Te estoy tomando el pelo. Pero como a vos no te gusta hacerme caso seguiste leyéndolo unas setenta y cuatro veces más sin importar los otros catorce mensajes en tu bandeja de entrada que más o menos decían lo mismo de tus otros compañeros y amigos del trabajo, ni el de tu hermano Tato que decía:"Pelotudo, abríme que me olvidé las llaves y hace dos horas que estoy tocando timbre!!!!!!!!!!!!!!!!!!!"

Veintidós amigos pisaron al mismo tiempo el suelo brasilero. Bueno, no al mismo tiempo pero lo que quiero decir es que veintidós personas de sexo masculino se juntaron en Brasil para pasar los mejores quince días de su vida. El grupo caminó por las calles de Ferrugem (¿Así se escribe? ¿Ferrugem? ¿No pudieron elegir Rio de Janeiro, no?), decía, el grupo caminó por las calles de Ferrugem mientras cantaban algunas canciones de Los Auténticos Decadentes, esas que pasan en las fiestas cariocas cuando tenes unas copas de más, y seguían al de adelante que los dirigía con un planito. Todavía no se dio cuenta que lo tenía al revés y estaban yendo para el otro lado.

Llegaron a la posada (luego de haber caminado media hora hasta que te diste cuenta que el boludo de adelante los estaba dirigiendo mal, le pegaste en la cabeza, maldijiste al aire y te encargaste de arriarlos cual ovejas para el otro lado y caminar una hora más). "Debe ser acá"aseguraste mirando el planito. Los veintidós levantaron la vista y menos mal que no son dibujitos animados porque sino los ojos ya se les habrían salido de eje.

Una mansión, un patio enorme, un hall de entrada más grande que el living de tu casa, y mejor no hablemos de ese living con cuatro sofás y unos cuantos puff. Diez habitaciones con camas de dos plazas (claramente dos de ustedes iban a dormir en los sillones y no ibas a ser vos porque a penas entraste corriste empujando a quien se te cruce por el camino para conseguir el mejor cuarto). Una cocina con mesa para veinte (dos, nuevamente iban a comer parados aunque eso no importa ahora). Pero... un solo baño. ¿Qué mansión en este planeta tiene un mísero baño? Vas a tener que pedir turno y formar fila.

Y los días pasaban tan rápido como su salud mental. Dormían tres horas (si es que llegaban a dormir), lo bueno es que pestañeaban. Se manejaban en grupo, los veintidós siempre juntos, para ir al mercadiño como les gustaba decirlo y comprar docenas de botellas de alcohol -no importaba marca, color ni precio-, frutas -no, ustedes no eran sanos, las frutas son para combinar con las docenas de botellas- y algunos vasos porque todas las noches se rompían seis o siete. A la tarde iban a la playa a tomar un poco de sol, jugar al futbol o cualquier otro deporte para hacerse los facheros y juntar minas. A las ocho de la noche prendían las hornallas, no desayunaban ni almorzaban, y a las nueve abrían esas docenas de botellas para vaciarlas en sus bocas. ¿El baño? Mejor no hablemos.

Secretos LalitersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora