Siete.

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-Hola. -Exageraste la o y la a y agudizaste la vos. Te acercabas arrastrando la valija, con tu bolso en el hombro derecho y la mochila colgada. Tu novio te fue a recibir al aeropuerto.

-Te extrañe mucho. -Te dijo con una sonrisa mientras te abrazaba. -¿Vos?

-Puff. - Y quisiste que te trague la tierra. -Obvio, como no te voy a extrañar. Hermoso. -Porque sí, estaba más doradito de piel.

Te besó ahí en pleno aeropuerto mientras tus compañeros realizaban una entrevista para AM un programa que se emitía por Telefe. Vos claramente se lo seguiste debido a que sus manos en tu cara no te daban otra opción. Sentiste una palmadita en tu cola y tuviste que abrir los ojos, lo viste a Peter dirigiéndole un que hambre a tu novio. No, la cosa no iba a ser fácil, che.

Al mismo tiempo que abrías la puerta de tu departamento hablando por celular con tu vieja que te invitaba -los, tu pareja también iba- a almorzar porque había una noticia importante para la familia y Benjamín entraba con la valija, el bolso y la mochila a cuestas; Peter ingresaba al suyo -ese departamento que le habías ayudado a elegir cuando todavía estaban juntos- y dejaba su bolso sobre la cama.

Al mismo tiempo que Benjamín te besaba contra la pared de la ducha mientras el agua caía sobre sus cuerpos, Peter entraba a su ducha con el jabón blanco, el champú y la crema de enjuague.

Al mismo tiempo que vos gritabas porque tu piel estaba al rojo vivo - y no precisamente porque tu novio estaba amándote- sino que te estabas quemando con el agua que salía hirviendo, Peter del otro lado del mundo (o a unas treinta cuadras de diferencia) abría la canilla de agua fría.

Al mismo tiempo que vos, con una toalla sobre tu cuerpo y otra sobre la cabeza desempacabas la ropa para que vuelva a su lugar de origen -léase: placar blanco con corazones en rojo de tres puertas.- Peter, con un bóxer azul abría su bolso para tirar todo dentro de su ropero.

Y, al mismo tiempo que Benjamín, con una toalla en la cintura te anunciaba que faltaba una de tus prendas íntimas, -porque conocía todo de vos.- esa que te había regalado él y vos buscabas desesperada rogando que no sea lo que estabas pensando. Peter, encontraba entre sus pantalones y remeras un corpiño negro y sonreía porque sabía de quien era.

-¡Bueno, no sé! ¡Es un corpiño de mierda, lo habré dejado en el hotel! -Sí, eran casi las nueve de la noche y ustedes seguían discutiendo por lo mismo.

Vos te dedicabas a revolver la olla con la salsa para la pizza que Benjamín se encargaba de amasar. Querían comer algo rápido e irse a dormir, estaban cansados.

-¡Tenés doscientos corpiños, Lali! Justo el que te regalé yo venís a perder. -Y ni siquiera te miraba, estaba empecinado en golpear la masa contra la mesada.

-Sos un desagradecido, por lo menos lo usé. -(ejem) para acostarte con otro (ejem). -¡Ya fue! Después me compras otros re lindos que vi y te juro que los uso sólo con vos. -Claro, hacete la arrepentida. Le tiraste un puñado de harina en la cara y él sonrió, al fin, para comerte la boca y perdonarte.

El timbre sonó.

-¿Bauti? -Sí, el menor de los Lanzani. -¿Qué haces acá?

-Cubrime, Lali. Cubrime antes de que muera. -Y te empujó hacia dentro para cerrar la puerta, apoyarse en ella y suspirar aliviado.

-¿Quién es, La? -Benjamín ingresaba al living y el menor revoleó los ojos. - Vos sos el hermano de Peter.

-Shh. Ni siquiera lo nombren. Me va a matar.

-Bautista me querés decir qué haces acá, a esta hora y sólo. -Vos ya lo agarrabas del brazo y lo obligabas a sentarse en el sofá.

-Le choqué el auto a Peter.

Secretos LalitersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora