Su cuerpo flotaba, inerte, cómo si un mar formado de gases lo llevara a la deriva. No podía moverse, no podía hablar, no podía ver, tan sólo un suave murmullo cerca de sus oídos lo mantenía atado a la realidad en la que creía estar viviendo. De repente, ese murmullo se tornó más insistente, una orden apremiante. Los ojos de Kyle se abrieron de golpe y la luz cegadora de la nada lo envolvió en su manto angelical. Un escalofrío le recorrió toda la espalda, enviándole miles de descargas eléctricas por todo el cuerpo, haciendo que su vello se erizase. En su cabeza sólo se oía el retumbar de aquel murmullo, que bien podía ser la repetición de una palabra, sin embargo, nada había allí que pudiera ser el causante. Un brillo aún más blanco y brillante que la nada pareció llamear en el horizonte. Kyle entornó sus castaños y con asombro, pudo ver una silueta acercándose hacia él. No tenía miedo, se sentía cómodo con aquella presencia. El susurro se volvió un sonido sólido y este empezó a tener significado. Una palabra se repetía una y otra vez, haciéndose más estridente en su cabeza a medida que la figura vestal se acercaba a él envuelta en un manto de luz plateada. La silueta pronto tomó forma en las retinas de los ojos del chico y distinguió una bella ninfa ataviada con un largo vestido hecho de reflejos plateados, cómo si de rayos de luna se tratara. Las mangas parecían ondular en un viento que no existía y sus cabellos negros y largos se movían entorno a su rostro, bailando en una danza tranquila y pasiva, haciendo imposible desenmascararla. Sus pies descalzos abanzaban por un camino de aire, insistentes y decididos, y sus manos se abrían hacia el joven, invitándole a flotar con ella. Sin embargo, Kyle no se movió, tan sólo podía escuchar aquella palabra que se repetía una y otra vez en su cabeza, en su corazón, en su estómago. Todo él era inundando por la voz de la ninfa, repitiendole una orden, cada vez más clara y concisa. "Despierta... Despierta...", le decía. Sin embargo Kyle no quería hacerlo. Quería ver su rostro, quería conocer la identidad de aquella diosa que se le había aparecido en sueños. Eso era, estaba soñando. En el fondo sabía que no era nada más que un sueño. Pero era tan real... La mujer se le acercó a él con su acostumbrada gracia. Alzó una mano, decidida a acariciar el rostro del joven. Kyle fijó sus ojos en la cortina de cabello que cubría el rostro de la ninfa y una oleada de pánico lo envolvió por completo cuando las yemas blanquecinas de ella tocaron sus mejillas. Quería irse de allí. Lo deseaba. La ninfa se dió cuenta de las intenciones de su huésped y eso la enfadó enormemente. Cerró los ojos con fuerza. No quería ver al espectro en el que se había convertido la ninfa. Un espectro ciego, sin alma, sin vida. "Volveremos a vernos, Kyle. Jamás se abandona el mundo de los cegados", le susurró con una voz áspera y fría antes que el viajero abandonara el mundo de los sueños para regresar al de los que dejaron de soñar.
- ¡Despierta! -. Le pidió impaciente una voz desde algún punto bajo el refugio de los rebeldes.
La mente de Kyle volvió a su cuerpo y poco a poco, el joven volvió a ser uno. Gimió ligeramente antes de parpadear pesadamente. La luz crispada del fluorescente caía sobre sus párpados como piedras. Sus ojos fueron acostumbrándose a la nueva situación, hasta que pudo ver, sobre él, la sonrisa de un rostro conocido. Kira se abalanzó sobre él, dejando a Kyle atontado.
- Qué... ¿Qué pasa? -. Preguntó Kyle rodeando la espalda de la chica con un brazo.
Fue entonces cuando reparó en las vías que tenía en la mano y en el antebrazo, de las cuales salían dos pequeños tubos transparentes. Su rostro se crispó en una mueca y retales de una conversación aparecieron en su mente. Paul sonriéndole mientras le mostraba un trozo de papel. Seth sonriéndole con mirada triste y Toni pidiéndole que confiara en él.
Se fijó entonces en la sala, abarrotada de gente. Junto a los pies de la cama estaba Kaya, sonriéndole enormemente y Axel, que lo miraba desde el umbral de la puerta. En aquella pequeña celda también estaba Paul, apoyado sobre el respaldo de una butaca en la que estaba sentada Lara, con las mejillas sonrosadas, señal de que no se había perdido para siempre. Y sentada sobre la camilla del hospital, Kira lo observaba con lágrimas en los ojos.
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La Marca
Action¿Cómo te sentirías si al cumplir los 17 años te obligasen a cometer un asesinato? Cada noche, Lara, desde su ventana, oye disparos, gritos, miedo... Esta harta de esto, se siente fuera de lugar, no se quiere, planea quitarse la vida, pero, ¿qué es m...