Esa noche Kyle no pudo dormir. Se había apostado a la intemperie, cerca de los restos de brasas de la hoguera, ahora moribunda, desesperada por no apagarse, por no consumirse. Se había ofrecido para hacer la primera guardia, pero Luca se había negado rotundamente alegando que él mismo haría la primera guardia junto a Hugo, para empezar a trazar su plan para el día siguiente, pero Kyle sospechaba que la verdadera razón era que el chico ahora era un inválido, estaba sordo y no estaba al cien por cien alerta. El hermano de Lara le había dicho que durmiera dentro de una tienda, pero se había negado. En su interior se aferraba a la idea de que si se exponía a los ruidos de la noche, poco a poco estos volverían a filtrarse por sus timpanos. Sabía que era una tontería, pero era lo único que tenía, por ahora. Es curioso cómo la fe en algo se hace fuerte a medida que la desesperación aumenta y Kyle se dió cuenta de que su fe lo mantenía cuerdo. Una parte de él había muerto junto con su oído, pero otra, y esta era mucho más fuerte, se negaba a ceder ante la desesperación total y la agonía. Quería llorar y gritar, pero no iba a hacerlo pues no serviría de nada. No por lamentarse iba a volver a oír. Tan sólo podía hacer una cosa: convertir su debilidad en su punto fuerte. Y con ese pensamiento, se sumió en un incómodo y ligero sueño.
El equipo despertó con las primeras luces del alba. En sus caras pálidas y cansadas se repetía un mismo patrón: unos ojos cansados y sin ánimo eran enmarcados por unas negras y profundas bolsas. Sus labios, blanquecinos y resquebrajados por el frío y la sed, se torcían en muecas al bostezar. Muchos se masajeaban sus músculos, claramente doloridos, ya fuera por la caída o por haber dormido sobre el duro suelo. Los rostros pálidos y delgados de los soldados estaban marcados con varias líneas rojizas, ahora cicatrizadas, que no tardarían en desaparecer. Algunos llevaban el brazo inmovilizado contra su pecho, en cabestrillos improvisados construidos a base de telas, ramas y hojas. Los uniformes estaban llenos de barro y suciedad y muchos estaban agujereados. Sin embargo, y a pesar de su estado físico, los veinte hombres que conformaban la misión se hallaban de un humor excelente. Seguían vivos, sin ninguna baja real y estaban ansiosos de adrenalina.
Luca los hizo sentarse en un coro, y en él compartieron un desayuno consistente en algunas latas de acelgas, garbanzos, algo de carne de cerdo y pollo, un poco de frutas en almíbar y una barra de pan que se repartieron a partes iguales. La escena podría resultar parecida a la de una acampada entre amigos, si no fuera por el hecho de que todos iban armados hasta los dientes.
- Bien, amigos -. Empezó Luca mientras se tragaba su último bocado. - Primero de todo, quiero brindar por nosotros -. Alzó su lata de garbanzos con su brazo bueno hacía el centro del coro, pero después se dio prisa para añadir algo más. - No, por nosotros no. Quiero brindar por los paleas… -. Un coro de abucheos se alzó desde su extremo derecho y Luca no pudo evitar sonreír. -Esperad… Esperad… ¡Dejadme acabar que estoy iluminado! Quiero brindar por los paleas porque gracias a ellos estamos aquí, compartiendo este desayuno que esta… -. Observó su lata e hizo una mueca de asco. - Joder que está asqueroso, ¿para qué mentir?
Todos, sin ninguna excepción rompieron a carcajadas. Incluso Kyle, que, aunque no podía oír nada, sonreía, pues las sonrisas de sus compañeros irradiaban felicidad. Buscó con la mirada a Kaya, que su sonrisa lucía algo más apagada que la de los demás, pero no se lo reprochó, puesto que él también estaba preocupado por Kira. La muchacha seguía inconsciente, tumbada sobre el sillón, envuelta en mantas. De tanto en tanto, Enam, el médico de la misión, se levantaba en silencio y se acercaba a echarle un vistazo.
- ¡El caso es que seguimos vivos muchachos! Vale sí, tenéis unas pintas horribles todos, incluso Yuri ha dejado de parecer guapo -. El aludido no era otro que el piloto de la misión, el que intentó mantener el avión suspendido en el aire el mayor tiempo posible, que profirió una leve queja, haciéndose el ofendido. El hombre que se sentaba junto a él le dio unas leves palmadas y este lo apartó sonriendo. - Vamos Yuri, no es tan malo ser feo. ¡Acabarás acostumbrandote! Pero no hemos tenido ningún muerto, lo cual, realmente está muy bien. Es un coñazo tener que preparar un entierro. Además, ¡joder os quiero! -. Alzó la lata de garbanzos hacia el centro y sus soldados lo imitaron alegres. - ¡Así que brindo por vosotros! ¡Porque sois como las cucarachas: imposibles de aniquilar! ¡Y brindo por los paleas! ¡Por darnos una razón para seguir vivos!
Todos los hombres estallaron en alaridos, gritos y el tranquilo bosque se lleno de un estruendo causado por una masa de testosterona. Incluso Kyle gritó, sin saber del todo si emitía algún sonido, pero le daba igual, sólo quería gritar.
- Venga, vale ya chicos. Que en esta habitación hay bellas damas y debemos comportarnos -. Explicó Luca cuando consiguió que el grupo se relajara y le dirigió una mirada divertida a Kira. -
Por cierto, ¡que no me entere yo de que la tocáis, eh! ¡Que todavía es muy pequeña para andar con chicos!
- ¡Aquí el crío eres tú, Luca! -. Le respondió algo roja Kaya, ganándose así una serie de silbidos que, a modo de desafío, retaban a Luca a responder. - Sabes muy bien que soy mucho más madura que tú.
- Está bien, está bien, relaja fiera -. Respondió el joven lejos de picarse. - Ahora escuchad, que me pongo serio. Anoche, el Capitán Hugo y yo estuvimos planificando nuestro próximo movimiento. Los que estéis demasiado heridos como para seguir... -. Le dirigió una severa mirada a Kyle, que apartó la mirada cohibido. - Volveréis en un Aerospatiale AS 332 Super Puma de rescate que está programado que aparezca por aquí a las nueve y media. Los que no, subiremos a un Dragon Lady -. La expectación que se implantó sobre el claro fue máxima. El Dragon Lady, oficialmente apodado Lockheed U-2, era una nave de búsqueda y rescate, la más veloz de su estirpe. Perteneció a los modelos más eficaces de las civilizaciones antiguas y ahora, el ejército rebelde había reconstruido media docena, consiguiendo combinar la belleza y dinámica de los ejércitos antiguos, con la tecnología y los avances de la Nueva Era. Pilotar uno era un sueño. - Sí, lo sé, os mola mucho, pero es mio, aviso de antemano. Que nadie empiece a fantasear con él que me pongo celoso -. Luca les sonrió mientras se levantaba solemne. - Chicos, vamos a recuperar a Lara y si podemos, nos llevaremos a esa escoria con nosotros.
Todos los presentes estallaron en aplausos, claramente emocionados por las nuevas directrices. Esos hombres le eran fieles a Luca y, aunque este hubiera dejado de pertenecer a la Junta, sus hombres seguían teniendolo como ejemplo a seguir, como líder. Kyle se sorprendió pensando en la repercusión que tendría sobre él el hecho de ser el punto de mira de alguien. Lo fue de Lara, pero era distinto: Lara, en aquellos momentos, no se orientaba, estaba aturdida y sólo quería tener un minuto de paz, así que era muy fácil manejarla. Pero tener a más de dos personas a tu cargo… personas que creen en ti, que quieren aprender de ti, que te admiran… Demasiada presión. Él no sería nunca capaz pero en cambio… Kyle observó atentamente a Paul que gesticulaba emocionadamente mientras hablaba con Axel. Sus mejillas estaban sonrosadas y a la luz de las primeras horas del día, sus pecas parecían más tostadas. Paul sí que era un buen líder, seguramente un digno sucesor de Luca, que a su vez, lo era de Seth. Cuando ese buen hombre muriera, pensó para sí mismo, la Junta estaría perdida y el lazo que unía los rebeldes, acabaría por romperse. La única manera de evitarlo era tener a Luca ocupando el puesto de su mentor, pero este había sido expulsado de la Junta al responder por Liam. Kyle chasqueó la lengua y volvió la vista hacia Luca, que volvía a establecer el orden.
- Quiero todo el Campamento recogido en menos de diez minutos. No quiero que quede rastro alguno de nuestra estancia aquí, así que ya podéis empezar a recoger toda la basura que hay por allí -. Señaló una pila de cacerolas sucias que se amontonaban cerca del morro del avión. - Se supone que estamos muertos, y los muertos, como espero que todos sepáis, ¡no producen mierda!
La compañía empezó a levantar el campamento, procurándose muy bien de no dejar ningún tipo de atisbo de su estancia. Kyle y Paul se encontraban devolviendo entre los dos uno los grandes butacones al avión cuando el último lo dejó caer a sus pies con tan mala suerte que aterrizó sobre la punta de los de Kyle. Este profirió un gemido de dolor y se llevó el pie a sus manos mientras miraba a Paul de manera que este entendiera que estaba claramente enfadado. Pero Paul no lo miraba a él, sino más allá de su hombro, hacia la parte oscura y frondosa del bosque. Kyle, extrañado por la repentina palidez de su amigo, ladeó la cabeza en la misma dirección y quizás deseaba no haberlo hecho, pues su semblante no tardó en tornarse igual de pálido: en una marcha rítmica e inquebrantable, avanzaba decidida hacia ellos una patrulla de formas idénticas: con los cascos y las corazas grises, un ejército de al menos una docena de paleas.
ESTÁS LEYENDO
La Marca
Боевик¿Cómo te sentirías si al cumplir los 17 años te obligasen a cometer un asesinato? Cada noche, Lara, desde su ventana, oye disparos, gritos, miedo... Esta harta de esto, se siente fuera de lugar, no se quiere, planea quitarse la vida, pero, ¿qué es m...