Capítulo 28

311 21 4
                                        

Después de que Luca dejara a Lara en su habitación, la chica se encaminó hacia el baño. Rápidamente se aseó y se vistió con las prendas más alegres que pudo encontrar en su armario. Luca tenía razón, ahora tenía la oportunidad de empezar una nueva vida, una vida que ella eligiera. Ya no tendría que vivir entre las pálidas paredes grisáceas de su casa. Ya no tendría que ver morir a nadie más delante de sus ojos. Quizá fuera una tontería, pensó Lara, pero el hecho de usar colores, era su manera de decir que estaba dispuesta a dejar su vida pasada para empezar una nueva, una que se basara en los ideales que Seth perseguía. Se recogió el pelo y consultó la hora en el pequeño reloj que tenía en la mesita de noche. Las dos del mediodía. Le fascinó la rapidez en la que pasaba el tiempo. Hacía nada que había visto llorar falsamente a su madre. ¿Dónde quedaría aquel vestido blanco que llevaba? Quien sabe. Aunque ya no le importaba, ahora iba a marcar un punto y a parte en su vida, y como se había prometido a sí misma cuando Cees le habló del honor y la gloria, no iba a volver a tener miedo de nada. Sonrió ampliamente y salió directa hacia el gran comedor.

La comida transcurrió con el singular ambiente que acompañaba cada reunión en el refugio. El murmullo y el sonido metálico de los cubiertos chocando contra los platos quedaba amortizado por algún que otro grito proveniente de los comensales. Lara no podía evitar sonreír, contagiada por la alegría de los demás rebeldes. Kyle estaba sentado delante de ella, y en ese momento, estaba lanzándole guisantes a Kira con la cuchara a modo de catapulta.

- Kyle, eres el tío más infantil que conozco -. Le espetó molesta Kaya, aunque rápidamente apareció una sonrisa divertida en sus labios.

A Kira, sin embargo, no le hacía tanta gracia. Seguramente, a Kira, le parecían todos una panda de inmaduros. Lara sabía que la chica era inteligente, pero nunca había hablado con ella directamente. Negó con la cabeza y se llevó un bocado a la boca. Recorrió la larga mesa en busca de sus hermanos, pero no halló rastro de ellos. Suspiró profundamente. Ahora que estaban los tres juntos, estaban más separados de lo que jamás estarían nunca. En ese momento, Lara recordó el sueño de la noche anterior. En él, ella agonizaba presa de la desesperación y notaba que se ahogaba. Ahora, ese sueño sólo era un vago recuerdo que se negaba a abandonar el inconsciente de Lara, pero Liam estaba en ese sueño, estaba segura. Un escalofrío le recorrió toda la espalda, fijó la mirada en el plato y un sudor frío le inundó de perlas la frente. Algo le decía que tendría problemas. Si ella era capaz de ver el pasado de Aria mediante sueños, ¿por qué no podría ver el suyo? Luca le había dicho que en un tiempo, si entrenaba duro, también podría ver el futuro. ¿Y si ese sueño ya era un indicio de que esa capacidad no tardaría en salir? Pensar en todo eso la aterrorizó aún más. Tendría problemas y Liam estaría involucrado. Vamos Lara, se dijo a sí misma, no me seas paranoica. Y quizá tenía razón, estaba llevándolo a la obsesión. Decidió dejarlo a un lado, aunque solo fuera por ahora.

- Lara -. La llamó Axel.  - ¿Te ocurre algo?

- ¿Eh?

- No sé, te has quedado mirando fijamente el plato.

- Y estás muy pálida, das más miedo de lo que es normal.

- Kyle, cállate -. Le cortó Paul. - ¿Te encuentras bien?

- Sí, sí. Estaba pensando en mis cosas.

- Tiene miedo. No confía del todo en nosotros y piensa que esto le va demasiado grande -. Intervino seria Kaya. Le estaba leyendo la mente, Lara podía notar su presencia en ella e intentó pensar en temas sin importancia, como en lo graciosas que le resultaban las pecas de Paul.

- Kaya, no deberías leerle la mente a Lara. Ni a Lara ni a nadie, y lo sabes -. La riñó Paul.

- Sólo intento ayudar, soso.

- Te va a costar integrarte, pero lo conseguirás. Todos lo hemos hecho -. Ahora era Axel el que hablaba. - Esta es tu única oportunidad de sobrevivir, deberías aprovecharla.

- No es eso lo que le preocupa, Axel. Está relacionado con Liam… -. Empezó Kaya, pero Lara le lanzó una mirada que hizo que se callara.

- Vale ya. No quiero que me leas la mente. No quiero que me juréis que saldré de esta. No quiero que sintáis pena por mi -. Lara nunca le había hablado así a nadie. La contundencia de sus palabras les sorprendió a todos, incluida a ella misma. Pero no le gustaba que hablaran de ella como si no estuviera presente. Sus pensamientos eran algo suyo y solo los compartiría cuando lo viera oportuno. - Sólo quiero que me dejéis en paz. Un minuto de silencio, para pensar sin que nadie me invada el inconsciente.

Y dicho esto, se levantó y se fue hacia su habitación. Nadie la detuvo, pues entendieron su estado.

Lara se tumbó sobre la cómoda cama y observó el techo blanco, donde las sombras empezaban a perfilarse por el sol de la tarde. Escuchó el silencio, sumergiéndose en el. Cerró los ojos y se imaginó a sí misma flotando sobre el agua. Sintió el agua enredando sus cabellos, sintió el bamboleo de las olas y el repiqueteo que las piedras. Este era un ejercicio que solía realizar cuando veía que la situación se le escapaba de las manos y deseaba tener el control del tiempo para poder pararlo indefinidamente. El río que ella imaginaba era su lugar de escape, un comodín para tomar un pequeño respiro. Podía estar horas y horas imaginándose en aquél lugar idílico, deseando no despertar jamás, evadiendo la realidad tanto como fuera posible.

Lara no supo cuánto tiempo estuvo en ese estado de trance, pero consiguió dormirse. Esta vez, sus sueños la llevaron otra vez a la Sala de Marcación.

Lara abrió la gran puerta blanca y volvió a encontrarse con los cálidos ojos de Luca. Su cuerpo se tensó al momento. Sabía que era Luca, sabía cómo iba a acabar aquello, sabía que no le dispararía, sin embargo, era como si otra vez, su cuerpo no respondiera. Sólo pudo recordarse a sí misma que sólo era un sueño. Observó, con horror, como sus blancas manos se cernían sobre el pequeño revólver y se dijo a si misma que nunca llegó a dispararlo, pero de hecho no fue así. Sonaron dos disparos rápidos y mortales. Dos golpes de cañón que atravesaron la tostada piel de Luca, provocándole la muerte incluso antes de que cayera al suelo. Lara gritó con todas sus fuerzas, pero ningún sonido emergió de sus labios rosados.

Se obligó a sí misma a despertarse entre jadeos y sudores. Se reincorporó y oteó la habitación. Otro sueño, se dijo a sí misma, otro maldito sueño. Inspiró aire profundamente. Lo exhaló. Inspiró y exhaló. Relájate, se ordenó. Saltó de la cama y se dirigió al cuarto de baño. Abrió el grifo de agua y hundió las manos en el frío chorro de agua. Sus manos formaron un cuenco que se llevó a la cara y buscó a tientas la toalla de mano con la que se sacó todo rastro de sudor e histeria. Se observó en el espejo y al momento el miedo la invadió casi por completo. Detrás suyo, a una distancia de cinco pasos, estaba Liam, sonriéndole con la sonrisa propia de un chiflado mientras la apuntaba con un arma de fuego.

- Hola hermanita -. Se oyeron dos disparos. Uno en la pierna, otro en el estómago. Lara no chilló, ni siquiera se movió, tan sólo podía fijar sus ojos en los de su hermano, en una expresión de dolor y pánico. El susurro ido de Liam fue lo último que pudo oír Lara y su sonrisa desequilibrada se le quedó grabada a fuego en los párpados mientras caía sumida en un profundo y doloroso sueño sin retorno.

La MarcaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora