Lara recapituló rápidamente en el pasado, hasta el momento en que su madre colgó el teléfono con lágrimas en los ojos. Luca había muerto en un tiroteo cruzado hacia las once de la noche de un martes cualquiera. Lara tenía unos cinco años, pero se acordaba perfectamente de ese día.Su hermano, él que en teoría estaba enterrado con honores en el cementerio militar, ahora tendría que morir pero a sus manos.
Lara lo miró asustada, Luca estaba de rodillas con las manos enmanilladas y el pelo grasoso. Estaba muy delgado, se le notaban las costillas en su fino mono blanco. Iba descalzo.
Luca le devolvió la mirada, sabía que era su hermana, tenían la misma nariz, el mismo color de ojos, ese marrón tan especial. Lara recordó lo último que le había dicho Liam “Tú… tú solo recuerda quien eres y porqué lo haces”. Eso parecía fácil antes, pero ahora… con su hermano de rodillas, esperando a que un tiro le volase la cabeza, era imposible de hacer.
¿Y si escapaba? Seguro que la sala estaba insonorizada, nadie los escucharía, pero quizá habría cámaras. La mente de Lara no paraba de buscar una salida. Iba a contra reloj, en cualquier momento alguien empezaría a preguntarse porque no había disparado ya. Una cosa era dispararle a un desconocido y otra muy distinta era dispararle a tu hermano. De repente recordó a Rick guiñandole al cambiarse de ropa, vacilando al decir que su puerta era la del medio. Entonces no le dió importancia pero ahora que lo pensaba mejor… La estaban poniendo a prueba.
Lara apretó su revólver.
Ahora o nunca.
Puso el dedo en el gatillo.
No tenía miedo, era fuerte.
Levantó el revólver y miró a Luca una última vez.
¿Cómo había llegado hasta ahí?
Apuntó.
No había tiempo.
Y entonces todo acabó.
De repente se apagaron las luces. El sonido del revólver cayendo, metal contra piedra. El aire que desprendía una figura al moverse rápidamente. El intento de grito de Lara. Unas manos tapándole la boca, bloqueando cualquier sonido que sus cuerdas vocales pudieran emitir. El sabor de la sangre del agresor en su boca, provocado por la mordedura. Las patadas en la oscuridad, a discreción. El golpe seco que provocó la caída inconsciente de Lara. Y de repente un “pip” y otro, y otro… Con un intervalo de dos segundos sonaba un “pip” metálico. Los ojos de Lara le pesaban, le pesaban mucho. No podía abrirlos. Movió un dedo, después la mano. Dobló un brazo, se lo llevó a la cabeza. Le dolía la cabeza. Un vendaje blanco le envolvía sus dorados rizos. De repente se ahogaba. Una mascarilla de respiración asistida respiraba por ella. Le molestaba, se la sacó y entonces abrió los ojos. Estaba en una habitación de paredes azul pálido. A su alrededor grandes máquinas controlaban su pulso. En el sofá azul dormitaba un muchacho. Su hermano. Liam. ¿Dónde estaba? ¿Y Luca? A juzgar por la compleja maquinaria estaba en un hospital, eso era obvio, pero ¿en cuál?. Se levantó y se sentó en la cama. Se frotó los ojos cansada. En su mano derecha un puñado de agujas se le hundían en su carne. Estaban conectadas a un tubo, por el que pasaba un liquido blanco cristalino, parecido al agua. Volvió a tocarse la cabeza, allí donde había recibido el golpe (quien se lo había hecho, era un misterio), reprimió una mueca de dolor. ¿Cómo había acabado aquí? ¿Dónde estaban Rick, Cees y Kyle? Estaba demasiado cansada para pensar en eso ahora, ya lo solucionaria mas tarde. Volvió a tumbarse y cerró los ojos cayendo en los brazos de Morfeo por segunda vez.
Unos pasos decididos y un suave murmullo la obligaron a abrir los ojos. ¿Cuánto tiempo había dormido? Horas, días, quién sabe.
- Bueno, bueno ¿cómo está mi rubia favorita? -. Rick, su Instructor, estaba cruzando el umbral de la puerta, seguido de dos chicos de batas blancas.
- ¿Dónde estoy?
- Querida, te daré un consejo, no hagas preguntas, limitante a encontrar las respuestas.
- ¿Qué?
- Lara, por suerte su cerebro no ha sufrido ninguna lesión de la que debamos preocuparnos. Sus constantes son estables y por lo que veo no tienes nada roto -. Uno de los chicos estaba leyendo su carpeta con aire despreocupado. Era alto, de pelo rizado moreno, con unas gafas grandes que le enmarcaban sus ojos oscuros. Otro que no había heredado el gen azul. Su compañero era rubio, con la cara llena de pecas y los ojos... marrones. Que raro.
- Perdona, ¿tú eres...?
- Ah si, yo soy Toni y este mi compañero Cesc y bueno, obviamente somos médicos. Nos encargaremos de que no le pase nada, señorita Ager. Por ahora dejaremos que descanse.
- ¿Por ahora? -.Preguntó Lara desconcertada.
- Si, creemos que todavía está muy débil para ir a visitar al Jefe. Será mejor que usted y su hermano descansen uno o dos días. Después la llevaremos a la Sala de Control, allí le explicaremos todo sobre su futuro -. La voz de Cesc era grave y arrastrada, como una lija sobre la madera.
¿Su futuro? ¿De qué narices estaba hablando? Ella no tenía futuro. Estaba obligada a manchar sus manos noche tras noche. Había apretado el gatillo. Había matado a Luca. Había matado su hermano. No tenía futuro. Lara rezó para que se pasasen con la dosis de morfina que le suministraba por vía intravenosa. Quizá la mataría. Si no ya se encargaría ella de quitarse la vida. Tarde o temprano. Estaba sucia, se sentía sucia. No se merecía un futuro. Cerró los ojos y se volvió a tumbar. Estaba cansada, el peso de la muerte de su hermano le pesaba como si cargara una losa gigante. Se odiaba por ello.
- Que descanse, señorita Ager -. Se despidió Cesc dulcemente. No abrió los ojos para asegurarse de que estaba sola, el sonido de la puerta al cerrarse se lo confirmó. Estaba sola, por fin sola. Aleluya. Tapó su cara con sus largos dedos. Una lágrima silenciosa derrapó por su mejilla, sumiéndose lentamente hasta llegar a la blanca almohada, donde desapareció dejando mella en sus pálidas mejillas. Y así una tras otra, seguidas de sollozos y más tarde, del llanto. Los ojos de Liam se abrieron de par en par. Miró en rededor y sus ojos azules se posaron en las blancas manos de su hermana. Se levantó en silencio y acarició el cabello de la pequeña. Por muchas veces que se pelearan, seguía siendo parte de su familia.
- Hey… Lara… Tranquila… ¿Qué ocurre?
- Déjame. Vete. Por favor.
Liam no contestó, se limitó a acariciarla rítmicamente hasta que el llanto dejó paso al sueño, y el sueño, a la paz.
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La Marca
Aksi¿Cómo te sentirías si al cumplir los 17 años te obligasen a cometer un asesinato? Cada noche, Lara, desde su ventana, oye disparos, gritos, miedo... Esta harta de esto, se siente fuera de lugar, no se quiere, planea quitarse la vida, pero, ¿qué es m...