“Bienvenidos futuros ciudadanos. Soy Cory Tall, Director de Actividades Internas de La Marca. Hoy no es un día cualquiera, hoy ustedes, en un acto de fe y coraje se convertirán en hijos de este mundo, que es de todos. Desde la autoridad les deseo la mejor suerte. Espero que seáis agradecidos con esta nuestra comunidad, nuestra ciudad y nuestro Gobierno. En instantes, vuestro tutor asignado os conducirá a la Sala de Transición, donde cada uno tendrá su atuendo para la Ceremonia de Marcación. Desde ahí seréis conducidos hacia la Sala de Marcación, dónde os esperará vuestro sujeto. Queda terminantemente prohibido establecer previo contacto con el sujeto a ejecutar. Y recordad: “Siete estrellas, un solo corazón, la unión de una sola nación”. Bienvenidos a La Marca.” Y con una sonrisa fría, el proyector se apagó y Cory Tall se sumió entre las sombras. Cees aplaudió con ansia, Kyle no tardó en unírsele, Lara no podía moverse. Su peor temor no tardaría en hacerse notar. Rick volvió al escenario, esta vez más entusiasmado.
- Bien, ahora seguirme todos -. Kyle fue el primero en levantarse e ir detrás de la calva de Rick. Lara se levantó decidida a seguir al grupo, pero Cees se adelantó y corrió junto a Kyle. Este le dijo algo que ella respondió con una sonrisita inocente. ¿Dónde quedaba esa fría mirada?
El grupo siguió al Instructor hasta la llamada Sala de Transición, en verdad no era más que una sala de paredes blancas, con el logotipo de La Marca, y una hilera de bancos de madera en la pared derecha, donde descansaban tres pilones de ropa de diferentes colores, uno completamente negro, el otro verde oscuro y otro gris.
- Para Dael, el verde, para Digo, el gris y para Ager… el negro . Rick le guiñó un ojo a Lara -. Ahora cambiaros, os espero fuera.
Lara se acercó a su conjunto. ¿Se tendría que cambiar delante de Cees y de Kyle? Ni hablar.
Le echó una mirada a Cees, que ya se pasaba la camiseta verde por la cabeza.
- ¿Te pasa algo rubia? -. Kyle la observaba en calzoncillos. Lara apartó la mirada rápidamente, sonrojada. Negó con la cabeza. - Mira, no pienses mucho en ello ¿vale? Simplemente hazlo.
Lara no entendía de qué le hablaba pero asintió con la cabeza.
- El chico tiene razón. La Marca puso orden cuando la guerra nos lo quitó todo. La Marca nos proporciona protección, deberías estar agradecida.
- ¡No pienso matar a alguien! Ni ahora ni nunca.
- Mira rubita, tienes pinta de ser la típica niña buena e inocente. Escucha, cuando estés ahí, tu sola, ante el peligro, solo puedes contar con tu revólver, tu pistola o tu puñal. Lo único que debes hacer es meterle un tiro a ese tio y ya está. Después puedes vivir encerrada en tu casa por miedo a salir si quieres. Es tu vida, yo no te diré que debes hacer.
- ¿Cuál es tu arma?
Cees cogió un pañuelo blanco de seda, lo abrió y destapó un puñal, con el mango de oro. Sonrió orgullosa.
- Faig, ese es el nombre del puñal, se transmite de generación en generación. Perteneció a mi padre.
Lara observó ese puñal. Quizá Cees tuviera razón. Quizá su actitud no fuera la adecuada para este mundo. Para el de sus libros, los que guardaba bien escondidos entre los armarios, quizá sí, pero para el mundo real, la Lara tonta e inocente no tenía cabida. Renovarse o morir. Iba a ser una nueva Lara, no permitiría que más personas comos Cees la pisotearan. Sería fuerte y ruda, rápida y letal, como su revólver, y para eso sólo necesitaba apretar ese gatillo sin cerrar los ojos. Estaba a un solo paso de pertenecer a su comunidad, de demostrar a la Marca que estaba agradecida por todo lo que habían hecho por ellos. Se dirigió hacia su montón de ropa. Se sacó el vestido blanco vestal y pasó por sus dorados rizos la camiseta negra, se enfundó en las mayas y se ató las bambas negras y recogió su larga melena en una coleta alta. No iba a permitir que la pisotearan, no iba a permitir que el miedo o la misericordia se apoderaran de ella. Se dirigió hacia la salida, donde Rick los esperaba apoyado en la pared.
- Bien pues ahi teneis vuestras salas. Para Cees Dael, la última de todas, Lara Ager… la tuya será la del medio… Y Kyle Digo, la siguiente -. Y con aire cansino les indicó que desaparecieran de su vista. - Ah, por cierto, buena suerte.
Lara suspiró y se dirigió hacia su puerta. Miró a Kyle que escaneaba su puerta como intentando adivinar quién habría detrás de ese trozo de madera blanca. Levantó la mirada y le sonrió. Lara le murmuró un “suerte” y abrió la puerta.
La luz de unos fluorescentes iluminaba la sala blanca. En el centro un muchacho, de unos veintinueve años. El chico levantó la cabeza y sus ojos marrones se clavaron en Lara. Casi se le cae el revólver de la mano. Reconocía esos ojos. Los había visto en algunas fotos de casa. Eran los mismos que le aseguraban que todo iría bien cuando caía al suelo y se raspaba la rodilla cuando era pequeña. Los mismos que la miraban con rudeza cuando mentía o se portaba mal. Esos ojos pertenecían a Luca. Esos ojos pertenecían a su hermano mayor. Al mismo al que ahora tendría que pegarle un tiro en la cabeza.

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La Marca
Action¿Cómo te sentirías si al cumplir los 17 años te obligasen a cometer un asesinato? Cada noche, Lara, desde su ventana, oye disparos, gritos, miedo... Esta harta de esto, se siente fuera de lugar, no se quiere, planea quitarse la vida, pero, ¿qué es m...