—¡Mami, Ryan ha eructado! —gritó Lexi en el oído de Harry.
—¿Qué ha hecho Ryan? —preguntó Sandy con una sonrisa, sabedora de que su hija volvería a gritar en el oído de Harry.
Y eso fue lo que hizo Lexi. Satanás estaba de suerte.
—A Ryan le guztaz —dijo Lexi. Clare se levantó del sofá.
Harry rio. A pesar de ser de la semilla del diablo, Lexi era una niña adorable.
—Pero su mami no le guzta —añadió Lexi.
Clare se ruborizó.
—Pues claro que le gusta su mami —intervino Harry.
—No. No le guztan sus titis.
—Está bien —Sandy se acercó y se llevó a la niña—. Es hora de bañarte.
—Ahora no. Hollywood ha dicho que vamoz a dibujar.
—En otro momento —contestó Sandy.
—Es una niña encantadora —comentó Harry cuando se quedaron solos.
—Muy graciosa —asintió Clare, con los brazos cruzados.
Harry no sabía qué hacer. Ryan se estaba durmiendo en su hombro. No quería despertarlo, pero tenía calambres en la pierna y el brazo no estaba mucho mejor.
Los dos guardaron silencio mirando la cabecita de Ryan apoyada en el hombro de Harry.
—Es la primera vez que tengo un bebé en brazos —comentó este—. Bueno, la primera vez en mucho tiempo. No es tan difícil después de todo.
—Se te da bien.
Harry bajó la barbilla al pecho y miró a Ryan.
—Tiene tu boca —dijo.
Clare se sentó en el brazo del sofá y miró también a Ryan.
—Umm. ¿Tú crees?
Harry le miró la boca para compararlas y ella sintió vergüenza y se arrepintió de haber hecho la pregunta.
—Claro que sí —dijo él.
Clare miró la boca de Ryan.
—No me había dado cuenta. Puede que tengas razón —aquella idea la animó muchísimo—. Pero la nariz es tuya, eso seguro —añadió—. Y tiene los ojos grandes como tú.
—Para verte mejor, querida —él movió las cejas arriba y abajo.
Clare rio. Vio que Harry la miraba de un modo extraño y se puso seria.
—¿Qué?
—Nada —contestó él, apartando la vista.
Ella pensó en insistir hasta que le dijera lo que pensaba, pero optó por no hacerlo.
Hasta que hubieran aclarado las cosas entre ellos en lo referente a Ryan, era más seguro mantener la guardia alta. Si quería convencer a sus padres de que salían juntos, tenía que mostrarse amistosa, pero no había razón para exagerar. Él volvió a mirar a Ryan, que se había quedado dormido.
—Me parece que lo hemos agotado. ¿Lo pongo en su cuna?
—Yo lo llevaré —ella se levantó y tomó al niño. Este ahora olía a Harry; exudaba un aroma acre y viril—. Vuelvo enseguida.
Cuando regresó, Harry estaba en la puerta, preparado para marcharse. Clare se alegró. Él la ponía nerviosa. Era atractivo y demasiado encantador para su bien.
Probablemente esa tarde había sido un engaño. Seguramente quería que ella se confiara, hacerse su amigo y después, cuando menos lo esperara, llegarían sus abogados y encontrarían el modo de quitarle a Ryan. Se recordó que no se podía confiar en los hombres.
—Me preguntaba si te importaría que me pasara mañana —comentó él.
—No —contestó ella enseguida—. Es decir, creo que no sería buena idea.
Se sentía vulnerable y no le gustaba la sensación. No podía ser su amiga y al mismo tiempo mantenerse fuerte. Sus planes se hacían papilla rápidamente. Abrió la puerta.
—Quizá lo mejor sea que no nos veamos hasta la mediación —dijo cuando salió él.
Harry se frutó la barbilla, claramente confuso.
—Sé que esto no puede ser fácil para ti, pero tardaremos un mes en ir a la mediación. Mis padres viven a menos de una hora de aquí y mi familia me está dando la lata para conocer a Ryan. ¿Por qué no os recojo a él y a ti el sábado a las diez y...?
—No. Lo siento, no puedo —Clare cerró la puerta y se apoyó en ella con los ojos cerrados hasta que lo oyó alejarse.
ESTÁS LEYENDO
También es mi hijo || H.S
RomansaDe niña, Clare Garrison nunca había soñado despierta con la boda perfecta. Había soñado con tener un bebé. Niño o niña, daba igual. Desgraciadamente, su prometido no podía tener hijos. Clare estaba decidida a cumplir su sueño y pasó años buscando un...