Capitulo 58

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Maggie siguió a Aaron al armario del cuarto de invitados y lo observó buscar entre los sacos de dormir, las almohadas y una bolsa de ropa preparada para donar, hasta que encontró la bolsa de viaje que buscaba.

Ella puso los brazos en jarras.

—No puedo creer que me vayas a dejar así.

—Yo no puedo creer que ayudaras a Harry a decorar y después fueras a casa de mamá sabiendo que él estaría allí.

Maggie lo siguió por el pasillo hasta el dormitorio de ambos, donde él depositó la bolsa de viaje sobre la cama.

—También ayudé a decorar a tu hermano Garrett cuando nació Bailey. Te dije desde el principio que pensaba ayudar a Harry y eso fue lo que hice. La carta de CryoCorp le dará a tu hermano la oportunidad de tener una relación con su hijo. Eso debería significar algo para ti.

Aaron se sonrojó. Alzó un dedo en el aire.

—Por eso precisamente no quería volver a Los Angeles. Pero tú insististe. Y yo vine porque confiaba en ti y te amaba.

Se echó a reír.

—Lo más curioso de todo este sórdido asunto es que el estúpido juramento de Harry empieza a tener sentido después de todo. Harry, el jugador al que le importaba más un estúpido balón que los deberes y las notas, resulta que era el más listo de todos nosotros. ¡Quién lo iba a imaginar!

Maggie suspiró.

—¿De qué estás hablando?

—Del juramento que te comenté. Harry hizo que todos nos pincháramos un dedo con una aguja y dejáramos caer una gota de sangre en el papel donde había escrito el juramento que teníamos que repetir cada uno. "Nunca, bajo ninguna concepto, besaré a Maggie Monroe ni saldré con Maggie Monroe ni tendré una relación con Maggie Monroe mientras viva, porque la hermandad es lo primero" —alzó el índice—. "Yo, Aaron William Styles, nunca permitiré que una mujer, más concretamente Maggie Monroe, se interponga entre nosotros y rompa el vínculo que tengo con mis hermanos".

Maggie soltó una risita nerviosa, en gran parte porque no podía creer lo que oía ni que Aaron se molestara en hablar de aquel juramento absurdo en un momento tan terrible.

—Adelante, ríete —dijo él—. Harry te ha querido desde el principio de los tiempos y probablemente sabía que tú también lo querías, pero como no estaba dispuesto a poner en peligro su relación conmigo, no intentó conquistarte. Ahora lo veo todo claro. Él sabía lo que ocurriría si uno de los dos rompía la promesa.

—¿Y qué sería lo que ocurriría, Aaron?

—Que el que rompiera la promesa acabaría teniendo que renunciar a uno de los dos.

—Es curioso —repuso ella—. La única persona a la que veo aquí eligiendo a uno de los dos es a ti.

Aaron siguió guardando ropa en la bolsa de viaje.

—Yo no amo a Harry —dijo ella. Le puso la mano en el hombro a Aaron y notó que los músculos de él se tensaban—. Nunca he estado enamorada de él. Solo te quiero a ti. Nunca he querido a nadie más. Y pensaba que tú lo sabías.

Él se apartó y entró en el baño a recoger sus artículos de aseo. Cuando volvió, los guardó en la bolsa con todo lo demás. Se volvió a mirarla.

—Eres tú la que me ha hecho elegir. Te pedí que no te ocuparas de los problemas de Harry, pero tú te empeñaste en hacerlo —cerró la bolsa—. Estamos tan ocupados que no disponemos de tiempo para ir al cine o a cenar, pero en cuanto Harry tiene un problema, resulta que tú estás libre como un pájaro, tienes tiempo de sobra para ir con él a los tribunales y comentar sus problemas por teléfono. No podías negarte. Incluso después de que te besara en el tribunal, demostrando que yo tenía razón, seguiste sin poder negarte.

Maggie siguió a Aaron por la casa hasta la puerta principal.

—Es tu hermano. ¿Nunca te has parado a pensar que la familia Styles también es mi familia? ¿Te has preguntado alguna vez cómo me hacía sentir eso, saber que todos habíais firmado un estúpido papel para dejarme fuera de vuestro club? ¿Un juramento estúpido para sacarme de vuestras vidas?

Aaron salió por la puerta. Ella lo siguió hasta el coche.

—Cuando tu madre os dejó a tu padre y a ti, ¿a quién crees tú que le contaba tu padre sus penas?

Aaron guardó la bolsa en el maletero del coche sin mostrar ningún interés.

—Tu padre enterraba la cabeza entre los pechos blancos de mi madre y le contaba sus aflicciones.

Aaron no dijo nada.

—Cuando mi padre se enteró de la aventura, se marchó sin despedirse de mí. No lo he visto desde entonces. Y yo no había sido la que lo había traicionado.

Aaron la miró por fin. Sus ojos denotaban sorpresa.

—¿Alguno de los hermanos os molestasteis en venir a verme o en ver que mi vida se iba a la porra mientras vosotros creabais vínculos y hacíais juramentos de sangre?

—No lo sabía.

—Porque a ninguno os importaba nadie que no fuerais vosotros mismos. Y durante todo ese tiempo, antes y después de que me marchara a la universidad, siempre supe que tú estabas hecho para mí y que volverías a buscarme. Y eso hacía que todo lo demás en mi vida resultara soportable. Porque sabía que tú eras el que mejor me conocía y el que más me quería.

Se cruzó de brazos.

—Pero tienes razón. Nunca debimos venir a Los Angeles. La vuelta ha resultado ser una especie de prueba estúpida. Una prueba que no hemos sido capaces de pasar. No te preocupes por mí porque no te necesito. He estado sola casi toda mi vida y no necesito a nadie.

También es mi hijo  || H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora