Capitulo 57

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Ella le tomó la mano y tiró de él hacia su apartamento.

—Es Ryan. Lleva unas horas con fiebre y no llora como siempre. Nate no me devuelve las llamadas y no sé qué hacer.

Harry dejó su puerta abierta y la siguió hasta la habitación de Ryan. El niño tenía los ojos muy abiertos y daba patadas con los pies. Sus labios se curvaron hacia arriba.

—Mira eso —dijo Harry—. Me ha sonreído.

Clare metió la mano en la cuna y tocó la frente de Ryan.

—No te está sonriendo. Tiene gases.

Harry no la creyó ni por un momento, pero no tenía intención de discutir. Inclinó la cabeza a un lado para ver mejor a su hijo. El pequeño parecía estar como siempre.

Harry le tocó la frente como había hecho Clare.

—Tienes razón. Está caliente. ¿Cuánto tiempo lleva así?

—Esta mañana estaba caliente, pero no le he dado mucha importancia hasta que ha dormido tanto rato que se ha saltado la toma de la tarde. Entonces he decidido tomarle la temperatura. A las cuatro tenía treinta y siete con ocho y hace un rato se la he vuelto a tomar y tenía algo más de treinta y ocho. Entonces he llamado a Nate.

—¿Has leído algo relacionado con la fiebre en ese libro de bebé que tienes?

—Sí. Dice que procures que el bebé no esté muy abrigado. Que no tenga muchas mantas ni muchas capas de ropa.

—¿Tienes el ordenador encendido?

—Sí.

—¿Te importa que busque algunas cosas?

—Está en la mesa de la sala de estar.

Harry entró allí y poco después apareció Clare llevando en brazos a Ryan.

—¿Has visto algo?

—Aquí dice que es mejor tomarles la temperatura por vía rectal.

—Yo he usado un termómetro del oído.

—Recomiendan esperar veinte minutos si el bebé ha tomado un baño.

—¿En serio? ¿Dice eso? —preguntó ella.

—¿Por qué? ¿Le has dado un baño?

—Sí, y no tengo un termómetro rectal

—Yo tengo uno en mi casa.

—Pensaste en todo, ¿no es así?

—La gente de la tienda era muy servicial —contestó él.

Se acercó a la puerta y dijo que volvería enseguida, cosa que hizo en un tiempo récord. Sacó el termómetro de su funda de plástico.

—¿Tú has hecho esto antes? —preguntó.

—No —contestó ella—. A mí en su momento me pareció mejor idea el termómetro de oído.

—Lo entiendo, pero creo que debemos cubrir todas las bases antes de ceder al pánico —él señaló la habitación de Ryan con la mano—. ¿Vamos?

Clare lo siguió hasta allí y colocó al niño en la mesa de cambiarlo.

—Hay que quitarle el pañal y tener cuidado de no introducir mucho el termómetro.

—Adelante, hazlo tú —dijo ella—. Yo lo distraeré —empezó a besarle la cara y contarle todas las cosas maravillosas que iban a hacer juntos algún día.

También es mi hijo  || H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora