—Creo que eso será lo mejor —mintió—. Mantendremos una relación cordial —le tendió la mano—. ¿Trato hecho?
Harry se la estrechó como si fueran buenos amigos.
—Trato hecho.
Clare procuró no mostrar ninguna emoción cuando se sentó al volante y puso el coche en marcha. Esperó a que Harry colocara su cuerpo de más de cien kilos en el asiento del acompañante. Él parecía estar aplastado allí.
—No hace falta que vengas. Ya me acompaña Laura.
—Ni una manada de caballos salvajes podría impedirme ir a la cita con el pediatra de Ryan —contestó él. Y debía de hablar en serio, porque sus rodillas, la buena y la mala, estaban presionadas contra la guantera y a su cabeza le faltaba menos de un centímetro para dar en el techo.
Clare metió el coche en el tráfico.
—¿Qué pasa entre vosotros dos? —preguntó Laura—. No es cierto que estéis saliendo, ¿verdad?
Clare no contestó.
—A mí no podéis engañarme —añadió su hermana.
—Tienes razón —contestó Harry—. No estamos saliendo —miró a Clare—. ¿Se puede saber por qué has dicho en tu apartamento que salimos juntos?
Clare movió una mano en el aire como restando importancia al tema.
—Le dije a mamá que salíamos juntos con la esperanza de que mis padres no vinieran de visita.
Harry frunció el ceño.
—¿Por qué iban a dejar de venir si sabían que salías conmigo?
—Es ridículo, lo sé —contestó Clare—, pero la verdad es que a mi padre no le gustan los jugadores de fútbol americano.
—Cree que los atletas son criaturas que no sirven para nada —añadió Laura con una carcajada.
Como era de esperar, Harry no rio con ella. Clare pensó que, en cuanto se quedara a solas con Laura, le preguntaría qué había hecho con su hermana verdadera, la hermana callada y tímida que nunca usaba rímel, y mucho menos pestañas falsas. ¿Qué narices pasaba allí?
—A ver si lo entiendo —intervino Harry—. Tú les dijiste a tus padres que salíamos juntos con la esperanza de que así no vinieran a verte.
—Sí.
—¿Pero piensas decirles la verdad la próxima vez que los veas?
—No.
Laura volvió a reír.
—¿Por qué no? —preguntó Harry.
—Porque por primera vez en mi vida me da igual lo que piensen de mí —Clare miró a su hermana por el espejo retrovisor—. ¿Cuánto tiempo piensan quedarse?
—Dos o tres noches. Creo que papá tiene negocios en San Francisco —Laura extendió el brazo y puso la mano en el brazo de Harry—. No temas, Hollywood, unas cuantas salidas, un par de cenas y cuando quieras darte cuenta, todo habrá terminado.
—No estoy preocupado —repuso él—. Porque no tengo la menor intención de mezclarme en vuestros problemas familiares. Nada de cenas para mí.
Clare apretó el volante con fuerza.
—Si tú no vienes a cenar con mi familia esta noche, Ryan y yo no iremos a la barbacoa de tu familia el domingo. Lo que vale para uno, vale para todos.
Él frunció el ceño.
—Es evidente que la idea de que salías conmigo no los ha mantenido alejados. ¿Qué sentido tiene mantener la farsa?
—Creo que pensaban que Clare iba de farol —dijo Laura—. Pensaban que ella no caería tan bajo y han venido a California a verlo por sí mismos.
Clare asintió. Apretó los dientes. A Harry no le hacía feliz pensar que sus padres los consideraban poco menos que escoria. Pues mala suerte. Clare opinaba que, si ella tenía que sufrir un par de cenas, él también podía hacerlo.
—Tú dijiste que querías estar en la vida de Ryan —comentó—. Ten cuidado con lo que deseas.
—De acuerdo —musitó él—. Lo haré.
Laura aplaudió y Clare tuvo la impresión de que llevaba a Lexi en el asiento de atrás y no a una mujer adulta.
Con la vista fija en la carretera, su mente no tardó mucho en volver al beso. Todavía tenía el sabor de él en los labios. Para apartar de sí aquellos pensamientos, puso la radio e hizo una mueca cuando empezó a sonar El beso de Faith Hill en los altavoces.
No quiero que me rompas el corazón
No necesito otro turno para llorar, no,
no quiero aprender a la fuerza
Clare apagó la radio.
—Jamás habría adivinado que te gustara el country —dijo Harry.
—Porque no sabes nada de mí —repuso Clare, enojada con todo aquel asunto—. Me gustan el country y el rock and roll. Soy una mujer salvaje. Muy, muy salvaje.
—¿Ah, sí?
—Está de broma —intervino Laura, aguándole la fiesta a Clare—. Ella nunca ha hecho nada salvaje. Jamás se ha lanzado desde un avión ni ha esquiado por el sendero Diamante Negro. Nunca ha fumado un cigarrillo, y mucho menos un canuto. Ni siquiera recuerdo haber visto nunca a mi hermana en una pista de baile.
—¿Quién eres tú? —preguntó Clare a su hermana. Pensó que quizá se habría caído en algún tipo de agujero negro.
—¿Y nadado desnuda? —preguntó Harry—. Todo el mundo ha nadado desnudo al menos una vez en la vida.
—No, Clare no. Ella es segura y predecible. Sin sorpresas.
—Tengo voz propia —recordó Clare a su hermana cuando paró en un semáforo.
—Está bien —Laura se encogió de hombros—. Dínoslo. ¿Te has bañado desnuda?
—Eso a ti no te importa.
Harry se volvió a mirar a Laura.
—Tu hermana acaba de ser madre. Sus hormonas siguen un poco alteradas.
Clare alzó los ojos al cielo como pidiendo paciencia.
—No me interpretes mal —dijo Laura—. Clare tiene muchas cualidades buenas. A pesar de lo que crean mis padres, es formal y responsable. También es caritativa. Pero no es muy aventurera.
El semáforo cambió a verde y Clare pisó el acelerador.
—Cuando Ryan sea más mayor, los dos vamos a hacer muchas cosas aventureras juntos —dijo.
—Parece que Ryan se lo va a pasar muy bien cuando deje los pañales —Harry sonrió.
Laura soltó una risita.
Clare miró a Harry e hizo una mueca. El sol entraba por la ventanilla e iluminaba el rostro de él. Ojos brillantes y hoyuelos, una combinación mortífera. Si Ryan se parecía a su padre cuando fuera mayor, ella no tendría tiempo de esquiar en Silverfox, Utah, aprender a escalar rocas ni lanzarse de un puente alto, porque estaría ocupada espantando a todas las chicas que competirían por la atención de su hijo.
El recorrido hasta la consulta del pediatra le pareció que duraba horas en lugar de los doce minutos que en realidad tardaron. Tuvo la sensación de que había mucho tráfico para ser un día laborable. Metió el coche en el aparcamiento reservado a los pacientes. A Harry le iba a costar trabajo salir de su asiento, pero ella decidió no preocuparse por él. Se merecía estar incómodo por encender fuegos artificiales dentro de ella para después apagarlos con palabras frías y un apretón de manos.
![](https://img.wattpad.com/cover/32589998-288-k273765.jpg)
ESTÁS LEYENDO
También es mi hijo || H.S
RomanceDe niña, Clare Garrison nunca había soñado despierta con la boda perfecta. Había soñado con tener un bebé. Niño o niña, daba igual. Desgraciadamente, su prometido no podía tener hijos. Clare estaba decidida a cumplir su sueño y pasó años buscando un...