Capitulo 8

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Clare emitió un suspiro de satisfacción. Thomas había ido a buscarla. La llevaba en brazos para cruzar el umbral de la puerta y ella se sentía como si flotara en el aire. Thomas se inclinó y la dejó sobre la cama. Ella, que temía que se alejara demasiado pronto, se abrazó a su cuello.

Lo besó en los labios.

Thomas al principio se mostró vacilante. Su boca parecía más firme y sensual de lo que ella recordaba, hasta el punto de bordear lo peligroso cuando se dejó llevar disfrutando del momento. El beso fue apasionado y ella no quería que terminara, pero él se apartó.

-Thomas -dijo ella-. No te vayas.

Pero era demasiado tarde. Cuando se trataba de Thomas, todo terminaba demasiado pronto. Todo.

Clare abrió los ojos y contuvo el aliento al ver al hombre guapísimo que se inclinaba sobre ella.

Definitivamente, no era Thomas.

Tardó un momento en recordar que era el mismo hombre que había anunciado que era el padre del bebé. El hombre le sujetaba la cabeza, que estaba apoyada en la palma de él. La parte superior del vientre abultado de ella rozaba los abdominales duros de él.

-Tú no eres Thomas.

Él sonrió con picardía.

-No puedo decir que lo sea.

-Dime que no te he besado -pero Clare sabía que lo había hecho. Los ojos. La respuesta estaba en los ojos de él. Y sus labios... ella tenía aún en la boca el sabor de aquellos labios desconocidos.

-La ambulancia está en camino -le dijo él.

Clare recordó que se había desmayado.

-¿El bebé está bien? -preguntó con ansiedad.

-Creo que sí. Te he visto caer y he conseguido agarrarte antes de que cayeras al suelo.

Sandy asomó la cabeza por la puerta abierta.

-¿Qué pasa ahí dentro? ¿Te está haciendo algo?

-Nada -respondió Clare-. Solo estamos hablando.

El hombre que se había presentado como Harry empezó a retroceder, pero ella lo sujetó por el brazo.

-Antes de que me desmayara, ¿por qué has dicho que iba a tener un hijo tuyo?

-Porque es la verdad.

Clare hizo una seña a Sandy y esta desapareció, pero no sin antes resoplar con disgusto.

-Lamento decepcionarte -dijo Clare al hombre-, pero tú no eres el padre de mi bebé.

-¿Cómo puedes estar segura?

-CryoCorp hace rellenar muchos papeles a sus donantes -ella lo sabía bien. Llevaba ocho meses memorizando todo lo que había escrito el donante de esperma de su hijo sobre sí mismo-. El padre de mi bebé tiene ojos azules. Es más alto que tú y fue a...

Él hizo una mueca.

-¿Qué? -preguntó ella-. ¿Qué pasa?

-Mentí un poco.

-No se puede mentir un poco. O mentiste o no mentiste.

-Tienes razón. Mentí -dijo él-. Tu donante estudiaba medicina y prefería el waterpolo al fútbol. Era vegetariano, ¿verdad?

Clare asintió con incredulidad.

-También es muy sensible y colabora con Greenpeace -añadió.

Él se rascó la nariz.

-Es médico -prosiguió ella, que se negaba a creer a aquel hombre-. Y a veces actúa de payaso en el hospital infantil porque... porque adora a los niños.

Sintió una patada del bebé. El hombre también debió sentirla, porque se apartó para no seguir inclinado sobre ella. Parecía incómodo, como si le doliera algo. A Clare eso no le importaba. Pensaba que merecía sufrir por haberla espiado y luego haberle dado de golpe toda aquella información.

Él le miraba el estómago. El niño dio otra patada, esa vez con más fuerza.

El hombre abrió mucho los ojos.

-Es increíble.

Clare sonrió. No pudo evitarlo. Siempre que sentía moverse al niño, le parecía un milagro.

-Tengo la impresión de que lleva días intentando salir de ahí a patadas.

-¿Sabes si va a ser niño o niña? -preguntó él.

A ella le dio un vuelco el corazón.

-¿Por qué has venido? ¿Y por qué mentiste?

-Lo siento. De verdad que sí. Cuando doné el esperma, necesitaba desesperadamente el dinero. No pensaba lo que hacía.

-Pero CryoCorp verifica la información de todos los donantes.

-Tengo contactos.

Clare no podía creer lo que oía.

-Eso es horrible -dijo-. Tú eres horrible. Escribiste todo lo que pensabas que podía buscar una mujer en un hombre y eran todo mentiras... hasta el color de tus ojos -frunció el ceño-. ¿Ni siquiera se molestaron en verificar el color de tus ojos?

Él se encogió de hombros.

-No. A mí también me sorprendió un poco eso.

-¿Algo de lo que pusiste en el cuestionario no era mentira?

Él arrugó la frente intentando pensar.

-¿Me estás diciendo que el padre de mi bebé es un jugador de fútbol americano embustero e inútil, un hombre despiadado de ojos verdes que odia a los niños?

-Espera un momento. ¿Qué tienen de malo los ojos verdes?

También es mi hijo  || H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora