A la mañana siguiente, cuando Clare abrió la puerta de su apartamento, Harry retrocedió un paso para poder verla bien.
—Estás fantástica.
—Gracias.
La joven llevaba un pantalón blanco, no tan ceñido como el que había llevado a su cita con Nate, y una blusa sin mangas de color verde bosque que hacía que sus ojos parecieran aún más verdes. Ese día llevaba el pelo rizado. Harry se dio cuenta de que siempre resultaba refrescante verla. Tenía una piel sin mácula y una naricilla respingona, pero no era solo por eso. Algo en el modo en que se le iluminaban los ojos siempre que lo miraba hacía que a él le costara mucho apartar la vista.
Harry se miró su camisa azul de manga corta, que le habían regalado sus hermanas por Navidad. No era horrible, pero pensó que podía haberlo hecho mejor. De haber sabido que Clare se iba a esmerar tanto, se habría vestido mejor esa mañana.
—¡Hollywood! —gritó Lexi. Se acercó a abrazarle la pierna.
Clare hizo una mueca.
—¿Esa es la pierna mala?
—No te preocupes —respondió él, acariciando los rizos de Lexi—. He tomado un par de ibuprofenos y, además, la pequeña es un peso ligero.
Clare volvió a sonreír. Harry vio un brillo especial en sus ojos.
Sandy fue la siguiente en salir. Sujetaba a Ryan con un brazo y llevaba una bolsa grande llena de biberones y pañales en la otra mano.
—Aquí está tu hijo —le pasó el niño a Clare—. Lexi, ve a por los libros de colorear para que Hollywood pueda cumplir su promesa de pintar contigo.
Lexi soltó la pierna de Harry y corrió al apartamento.
—¿Seguro que a tus padres no les importa que vayamos Lexi y yo?—preguntó Sandy.
—Segurísimo. Mamá cree firmemente en el dicho de "cuantos más, mejor".
—¿Tienes pañales en tu apartamento? —preguntó Clare—. Te iba a llamar, pero no tengo tu número.
Él señaló el interior del apartamento.
—Voy a entrar y te anotaré mi número.
—No hace falta que lo hagas ahora, puedes dármelo luego.
—Lo haré ahora, antes de que se me olvide.
—De todos modos hay que esperar a Lexi —añadió Sandy.
Harry entró en la cocina, donde había visto una libreta la última vez. Mientras Clare y Sandy parloteaban con Ryan, abrió un par de cajones hasta que encontró el papel. También encontró una foto de Clare. Estaba deslumbrante, con un vestido largo de fiesta. Llevaba el pelo recogido en alto y en sus orejas y su cuello brillaban muchas joyas. El hombre que la acompañaba parecía una comadreja. Era alto y delgado como un junco, con el pelo engominado echado hacia atrás y orejas grandes.
Lexi apareció a su lado como surgida de la nada.
—Ece ez Tommy. Ez malo porque hace llorar mucho a Clare.
—Ese —corrigió Harry. Se inclinó hacia la niña—. Mírame la boca. Ese —repitió—. ¿Ves? Es fácil.
Lexi cerró los labios como le había visto hacer a él.
—Ece, ece, ece —dijo. Sonrió.
—Sí, más o menos —Lexi se había acercado a él sin hacer ruido. Y era muy perspicaz para tener solo cuatro años. Harry señaló la foto—. Pues seguro que a Clare le gusta mucho y por eso guarda su foto.
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También es mi hijo || H.S
RomanceDe niña, Clare Garrison nunca había soñado despierta con la boda perfecta. Había soñado con tener un bebé. Niño o niña, daba igual. Desgraciadamente, su prometido no podía tener hijos. Clare estaba decidida a cumplir su sueño y pasó años buscando un...