Capitulo 66

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Después de hacer el amor con Harry, Clare se despertó a las tres de la mañana porque lloraba Ryan. Le sorprendió ver que estaba sola en la cama, pues no había oído levantarse a Harry y él no se había despedido. A las seis se duchó, se vistió e hizo acopio de valor para acercarse al apartamento de él y ver lo que ocurría. Harry no estaba en casa, pero había una nota pegada con cinta aislante en su puerta.

"Clare, siento haberme ido tan bruscamente. Tengo cosas que hacer, lugares a los que ir. Te veré en Malibu".

En la nota estaban también la dirección de su casa y la clave para abrir la verja de la entrada. La joven volvió a leer la nota. Era obvio que él lamentaba lo ocurrido. A Clare no se le ocurría ninguna otra razón para que huyera de aquel modo. Eso dejaba claro que no había sido buena idea acostarse con él.

¡Pero era tan encantador!

Un beso y que él le lamiera el dedo cubierto de chocolate. No había hecho falta nada más para que se alterara todo su mundo. Al final, ella era todo lo que sus padres la acusaban de ser: irresponsable, inmadura e impulsiva. Muchas palabras con "I". Se le ocurrían algunas más que añadir a la lista, como idiota e insensata.

A las ocho, el hermoso sábado sin nubes contrastaba fuertemente con el humor de Clare cuando Sandy, Lexi, Ryan y ella iban por la autopista 101 en dirección a Malibu. Llevaban las ventanillas bajadas y el aire cálido levantaba el pelo de Clare de los hombros. Sentía náuseas e intentaba resultar animosa mientras hablaba con Sandy, que se mostraba extrañamente callada esa mañana.

—Dime —pidió Clare, sin apartar la vista de la carretera—. ¿Qué tal fue tu cita con Connor el otro día?

Sandy soltó un bufido.

—Oh, no, de eso nada. Tú primero. Es obvio que te pasa algo y no vacilaré en apostar a que se trata de algo relacionado con Harry.

—Lo vi anoche —comentó Clare—. Fin de la historia.

—No digas ridiculeces. No me voy a dejar engañar tan fácilmente. ¿Qué pasó?

Clare miró por el espejo retrovisor y vio que Lexi le examinaba los dedos de los pies a Ryan.

—Adelante —dijo Sandy—. Dame alguna pista.

—Está bien. Veamos... hubo un suflé de chocolate que tuvo algo que ver en el asunto.

—¡Me guzta el chocolate! —gritó Lexi.

—No grites —le advirtió Sandy—. No queremos despertar al bebé —apretó los labios e intentó pensar—. Dame otra pista.

—También hubo lametones.

—Me guzta lamer piruletas —declaró Lexi.

Sandy rio.

—Creo que ella no lamía piruletas, tesoro, pero gracias por... —Sandy abrió mucho los ojos cuando captó por fin las insinuaciones de Clare—. ¡Oh, Dios mío! Si no lamías piruletas, entonces...

—¡Piruletaz!

Las dos mujeres se echaron a reír. Sandy se inclinó entre los asiento y le pasó a Lexi un radiocasete infantil de colores con auriculares.

—¿No quieres escuchar tu canción favorito?

—¡Cí! ¡El viejo McDonald tenía una granja!

Cuando Sandy terminó de colocarle los auriculares, se enderezó en su asiento y miró a Clare.

—Y yo pensaba que la que estaba desenfrenada era yo.

—No hace falta que diga que yo cantaría una canción diferente en este momento, si él no se hubiera largado rápidamente en mitad de la noche.

También es mi hijo  || H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora