XXIII

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Una calurosa tarde decidimos enseñarte el famoso lago de las sirenas, Tootles pensaba que congeníarias con estas ya que eres una niña, pero curiosamente ese día no estaban.

Y que mejor que refrescarse en un día que podías derretirte.

Los niños perdidos no perdieron ni un segundo en tirarse al agua mientras yo buscaba al trío para que te hiciera compañía, pero no las encontré.

Me sorprendió verte junto a Campanilla, aunque no pude evitar reírme cuando huyó de ti; aunque me extrañó no verte en el agua.

Al principió pensé que quizás te daba vergüenza o no querías mojarte la ropa, pero algo me hizo creer que me estabas esperando, por lo que no dudé en lanzarte.

Vi como te hundías y reí, sabiendo que te había sorprendido, pero mi voz se apagó.

Me puso nervioso ver que no eras capaz de mantenerte en el agua y al ver que el resto de niños perdidos no se daban cuenta de lo que ocurría me lancé a tu rescate.

Me gustaría decir que me comporté como un caballero, te rescaté y me convertí en un héroe, pero no fue así.
Me habías asustado, por lo que te grité, y me aproveché de esa debilidad para reírme, aunque los demás no fueron tan crueles como yo y estuvieron toda la tarde enseñándote a nadar.

Menos Nibs, él estaba ocupado quemándose más que las tostadas que hacía Madelen para desayunar.

Yo me cansé pronto y me dediqué a curiosear por ahí, era gracioso ya que de alguna forma todo me recordaba a ti y a los chicos.

Os estaba cogiendo demasiado cariño, y tenía miedo, ya que si lo hacía podríais desaparecer de mi vida.

Quise creer que siempre estaríais a mi lado.

Cartas a Wendy [#1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora