Campanilla y yo entramos a tu enorme cuarto, dónde tanto tu hermano Jhon como tú dormíais placidamente.
Saqué mi linterna de entre los miles de objetos que tenía en los bolsillos y ambos comenzamos a buscar; la encontré a los pies de tu cama y antes de que pudiese cogerla nos sorprendió un factor con el que ni mi gata ni yo habíamos contado.
Tenías un perro.
Me quedé paralizado al verlo y alargué mis dedos con cuidado hacia mi objeto, aunque se abalanzó encima de mí, tirandome y llenando toda mi cara de babas.
Podría decirse que hasta ahí todo estaba bien, yo reía bajo el peso del perro y este jugaba conmigo.
Pero se percató de Campanilla.
Tuvé que huir rápidamente o a esta le daría un paro cardíaco del miedo que le daba Nana.
Wendy, sigo pensando que el destino quiso que volviera al día siguiente.
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Cartas a Wendy [#1.5]
Short StoryCartas dirigidas a la chica que nunca las llegaría a recibir. Acabando abandonadas en un pequeño cofre; y ahí, en el fondo del cajón, quedaron ocultos los pensamientos de Peter Pan. #472 historia corta 21/09/16