XXXI

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Me esforcé, quizás demasiado, deseando ver tu cara cuando te dictase mis notas, las cuales habían resultado pasar por bastante el aprobado, consiguiendo que todos los niños perdidos se sorprendieran.

Pero el día de las notas no estabas en el orfanato, y preocupado, me pregunté si ya te habías marchado, convencida de que me habían caído más de tres calabazas.

Tootles me tranquilizó, recordándome que todas las navidades te marchabas a París a celebrar las fiestas con tus familiares; no pude evitar imaginarme que clase de ciudad sería.

Pero lo suficientemente hermosa como para estar a la altura de una chica como tú, de eso estaba seguro, por lo que deseé viajar ahí algún día.

Sabes, esa semana se me pasó muy lenta, no sé si era por tu ausencia o por el primer día del año que me recordaba una vez más que no podría cumplir lo único que me pidió mi madre, pero de cualquier forma, era agonizante.

Wendy, deseaba con todas mis fuerzas que volvieras cuanto antes.


Cartas a Wendy [#1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora