Llegó Tigrilla, y al parecer, en un principio no te cayó del todo bien, ya que te marchaste de su jardín echando humo por las orejas.
Cuando fui a preguntarte el porqué, confirmaste mis dudas.
Estabas celosa de la niña india.
Y eso, implicaba que tú tambien sentías ese zoológico en la barriga.
De alguna forma, se me hacía imposible mirarte más de dos segundos sin enrojecer y Tootles se reía de mi por eso.
Con el tiempo conseguí controlar mi cara y sus colores, teniendo pequeñas conversaciones contigo en las que pensaba que me iba a ahogar de lo nervioso que me ponía.
Un día llegaste contenta por tener un teléfono, dandome el número.
No lo entendía, si tu no te ibas a marchar, ¿para que lo necesitaba?
En mi pequeño mundo, tu siempre ibas a mantenerte a mi lado, te hablase normal o a punto de morir de nerviosismo.
Lo tiré delante de ti para darte a ver que no lo necesitaba, ya que nunca te alejarias, aunque creo que lo interpretaste mal.
Wendy, en cuanto te diste la vuelta me agaché para recoger el papel.
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Cartas a Wendy [#1.5]
KurzgeschichtenCartas dirigidas a la chica que nunca las llegaría a recibir. Acabando abandonadas en un pequeño cofre; y ahí, en el fondo del cajón, quedaron ocultos los pensamientos de Peter Pan. #472 historia corta 21/09/16