XXII

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Un nuevo niño perdido entró, siendo el último cómo mi hijo menor. Veía ya mi familia completa, por lo que sentencié que despúes de él ya nadie nuevo entraría o saldría.

Antes de dejarle ser uno más pensaba que Slightly estaba mudo, no quería un niño que no hablase en mi familia, por lo que le miraba cómo a un bicho raro cada vez que pasaba por mi campo de visión.

Hasta una noche en la que todos dormían, me levante, aun no recuerdo si para beber agua del grifo o pasearme, porque hice ambas cosas.

Caminando entre los pasillos escuché en llanto de un niño, procedía de un aula que pensaba que estaría cerrada a esas horas, por lo que me acerqué con el temor de que fuese un fantasma enviado a atormentarme.

Vi al niño pelirrojo en una esquina, llorando con la cabeza enterrada entre las rodillas.

Me acerqué.

Y me quedé sentado a su lado sin decir nada, supuse que en ese momento no eran necesarias las palabras, nunca me ha gustado preguntar cosas obvias.

Al rato el niño me miró, sabia que alguien se habia sentado a su lado, pero se sorprendió al ver que se trataba del chico que solía mirar de forma extraña.

Me habló.

Tenía la voz dulce y aguda de todo niño pequeño, pero rota y triste cómo el huérfano que era. Me preguntó el porqué no podían estar juntos de nuevo, me dijo lo mucho que les extrañaba, lloraba y chillaba pidiendo una explicación.

No le contesté a ninguna de sus preguntas.

Es curioso Wendy, le abracé y pasamos la noche llorando juntos, extrañando un pasado que se nos quedaría grabado en el futuro.

Cartas a Wendy [#1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora