XV

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Nibs me regañaba, Tootles me imploraba que fuera a disculparme, pero mi orgullo era demasiado grande.

¿Acaso un simple perdón bastaría para una niña mimada?

Decidí no hablarte hasta que se te hubiera pasado el enfado, aunque eso no me privó de seguir escuchando tus cuentos, esta vez desde el jardín para que no pudieras encontrarme si asomabas la cabeza.

Cualquiera pensaría que es estúpido esconderse, ya que la que estaba enfadada eras tú, no yo.

Pero princesa, las ranas con hechizos suelen esconderse en la oscuridad, ya que tu luz era demasiado cegadora.

Cartas a Wendy [#1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora