Epilogo

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Peter miró una vez más todas las cartas que había estado escribiendo esos últimos años.

Sin duda, le era muy tentador llevárselas a Wendy y mostrarle que ella era lo único en lo que había estado pensando, pero no lo hizo.

Las metió en un pequeño cofre y las escondió en el fondo del cajón de su escritorio.

Hay algunos niños perdidos que dicen que Wendy las llegó a encontrar, otros justo lo contrario, asegurando que quedaron unas cartas abandonadas dirigidas a una chica que nunca llegó a recibirlas.

Aunque si las recibió, no fue ese día.

El chico jugueteó una vez más con sus dedos nervioso, Max le había dicho que se esperara en esa calle, ya que él había quedado allí con la chica, pero no podía mantenerse quieto.

Esperó a poder cruzar por la carretera y al ir por la mitad reconoció una cara.

Al llegar al otro lado se giró, viendo a la chica con incredulidad y alegría, gritando en su mente que tenía que ser ella.

Pero estaba más alta, más delgada, algo más pálida, y sus rizos los recordaba más dorados y brillantes.

-¿Wendy?.-preguntó el chico para nadie en particular.

-Hola, Peter.-dijo la chica con dulzura desde el otro lado de la carretera, miró la carretera y corrió hacia él.

Era algo más mayor, y por segundos irreconocible.

Por segundos.

Ya que cuando sonreía, todo en ella parecía volver a brillar.

Sin duda, era Wendy.

La chica que siempre formaría parte de su nunca jamás.



Cartas a Wendy [#1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora