XXVIII

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Podría decir que era un niño formal, al que le daba miedo ir a visitar a la directora y solía prestar atención en clase, pero no sería verdad.

Si, siempre he sido inteligente y las explicaciones de los maestros se me solían quedar con facilidad; sin embargo, para mi estudiar y saber siempre ha significado avanzar, y yo estaba muy bien sabiendo trepar árboles.

Amanda al principio me presionaba para que me integrase en una familia, pero yo ya tenía una. Además llegó un nuevo profesor empeñado en hacerme feliz, pero ninguno de los dos entendían que yo estaba bien ensuciándome de barro.

La insistencia de la directora cesaba con la edad, dándose cuenta de que por mucho que dijera nada iba a hacerme cambiar de opinión y el profesor Patrick abandonó su idea de adoptarme al ver que mi decisión no iba a cambiar.

El profesor se marchó, dejándome claro que su vida iba a continuar con o sin mí, lo que me hirió un poco, ya que comenzaba a anhelar conversar con él; sin embargo, eso no quitó que recibiera alguna que otra llamada suya que conseguía hincharme el pecho de felicidad.

Ya que había una persona, que aún estando lejos de mí, me seguía apreciando.

Él no me olvidaba.

Cartas a Wendy [#1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora