XVII

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Con más gente en nunca jamás, los días pasaban más rápidamente, haciendo que llegara a pensar que realmente no crecía en ese lugar.

Pero faltaba algo.

Faltabas tú.

Había pasado ya un tiempo, y no creía que siguieras molesta, ya que yo prácticamente había olvidado el momento.

Sin embargo, no tenía muy claro como disculparme, o que hacer en ese tipo de casos, ya que nunca antes me había disculpado por nada.

Yo, Peter Pan, orgulloso, presumido hasta la médula y con un ego más grande que los terrenos que conocía, tenía miedo.

Miedo de que siguieras molesta.

Miedo de que dirías, de como te lo tomarías.

Miedo de que no sonrieses al verme.

Porque Wendy, tu sonrisa era capaz de alegrarle el día hasta a la persona más fría.

Cartas a Wendy [#1.5]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora