El lago

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Llegué allí cinco minutos antes y si hubiera podido, hubiera llegado dos horas antes. La verdad es que me entusiasmaba la idea de pasar la tarde con Letha, estaba dispuesto a preguntarle muchas cosas para saber de su vida, a lo mejor teníamos cosas en común, quién sabe...

Mientras pensaba esto, divisé el rostro de Letha, venía seria pero tranquila, con tanta calma que me ponía nervioso, pero la esperé impaciente.

-Vaya, ¿te he hecho esperar mucho?- Me preguntó aunque no pareciera que le preocupara demasiado.

-No, que va, acabo de llegar.- Contesté mientras le sonría.

Después de eso nos quedamos en silencio, un silencio inquietante, pensé en decir cualquier cosa para romper esa tensión que se había creado, pero no sabía qué decir.

-Y bueno... ¿Qué me vas a enseñar primero?- Me preguntó, en silencio le agradecí que fuera ella quien hubiera cortado ese momento incómodo.

-Pues...- No había pensado en eso, se supone que debía enseñarle el pueblo pero ahora no sabía por dónde empezar.

- ¿Qué te parece si te enseño el lago? Estoy seguro que no has visto algo igual en tu vida, cuando yo vine aquí me quedé fascinado, es realmente precioso, de verdad.

-No hace falta que lo jures, ya se te ve que te gustó mucho, estás más entusiasmado que yo, parece que le tienes mucho cariño a ese sitio.- Escuché como soltaba una ligera carcajada, aunque apenas se escuchó, pero pensé que era un buen comienzo.

Anduvimos hacia el lago en silencio, la tensión había vuelto a aparecer entre nosotros, pero esta vez ni ella ni yo dijimos nada, aunque deseaba hablar de cualquier cosa, en ese mismo momento me maldije a mí mismo por no ser capaz de hablar ¿Cuando me había vuelto tan tímido?



-Hemos llegado- Ametz interrumpió el silencio.

Alcé la vista y ahí estaba el lago, después de tanto tiempo, después de todo lo que había pasado, lo que había perdido. Era la primera vez desde entonces que volvía a ese lugar, ese precioso y a la vez maldito lugar, allí donde pasé los mejores momentos de mi vida y también el peor.

-No ha cambiado nada desde entonces- Me sorprendí por ello, seguía siendo la parte más solitaria del pueblo.

-Es una pena- Seguí diciendo con una gran tristeza y con la mirada perdida.

-¿El qué?- Preguntó mi hermano clavándome una mirada dubitativa.

-Que el lago siempre sea tan solitario, creo que es un lugar precioso, si no hubiera sido por lo que sucedió entonces, creo que este lugar sería mi escondite, vendría aquí cada día a cualquier hora. No sé por qué no suele venir nadie.

Suspiré, realmente era un lugar para evadirse y olvidarse del mundo, ahí solo existías tú y la naturaleza, no existía el bullicio ni el ruido del pueblo, tampoco las preocupaciones ni el miedo, sólo paz, tranquilidad y la suave brisa del viento meciendo las copas de los pinos y haciendo bailar alguna que otra hoja que finalmente caía al agua del lago creando ondas que se iban extendiendo hasta desaparecer.

-Supongo que los habitantes de este pueblo están cansados ya de ver el lago, la mayoría de los habitantes llevan viviendo aquí desde que nacieron, así que para ellos ya no es algo tan hermoso.

-Pues es una lástima que pierdan el interés de algo como esto, siempre suele pasar, tarde o temprano, la gente siempre suele olvidar las cosas buenas y las suelen sustituir por otras como rutina o costumbre, si la gente no se hubiera acostumbrado a tener el lago siempre aquí, si no lo hubieran convertido en algo rutinario, podrían seguir disfrutando de estas vistas como el primer día, la gente acaba olvidando los sentimientos importantes...

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