Te odio

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Durante los siguientes días Zoe no salió de su habitación, su hermano Ametz se encargó de subirle la comida y de consolarla en silencio cuando ésta lloraba.

Desde que llegué yo, Zoe había vuelto a sentir todo aquello que deseaba olvidar, todo aquello que por mucho que corriera siempre le alcanzaba, el dolor, la soledad, la tristeza, melancolía, oscuridad, incluso sintió la propia muerte oprimiéndole el corazón.

Al quinto día decidí hablar con Zoe, necesitaba saber muchas cosas que quizás ella me podría contar, quizás hablar con ella le ayudara a superar el dolor de una muerte, quizás podríamos ayudarnos mutuamente. Cuando llegué a la puerta de su habitación no supe qué hacer, al fin y al cabo prácticamente no la conocía de nada, aunque físicamente se parecía a Letha, con la diferencia de que el pelo de Zoe era negro como el carbón. Para hacer la conversación más complicada Zoe parecía odiarme y yo era muy tímido y temía cómo iba a reaccionar ella al verme, contra más lo pensaba más nervioso me ponía y comencé a vacilar sobre qué era lo mejor.

El silencio se rompió cuando se empezaron a escuchar sollozos que procedían de dentro de la habitación de Zoe, yo me asusté y mi primer impulso fue abrir la puerta para ayudar a esa pobre chica, pero no me dio tiempo a moverme, Ametz ya estaba allí, en frente de mí mirándome fijamente con sus ojos, se podía percibir como podía atravesarme el cuerpo con su mirada, podía sentir como ese chico intentaba arrebatarme la vida con sus ojos verdosos que resaltaban de su pálida piel.

-No te acerques a ella-Me dijo Ametz en un susurro que casi no se podía escuchar, pero no necesitaba que me dijera nada, su mirada asesina y su violenta (aunque silenciosa voz) lo decía todo-. Si lo haces...- fueron tan solo 3 segundos de silencio, pero con su amenazante presencia, esos míseros segundos eran como milenios de sufrimiento eterno- te juro que lo lamentarás, espero por las buenas no volverte a ver cerca de ella, no quiero recurrir a cosas de las que pueda arrepentirme después.

Después de esas palabras, Ametz se dio la vuelta y entró en la habitación de Zoe cerrando la puerta de un golpe.

Aquellas palabras se quedaron grabadas en mi memoria 

"No te acerques a ella, si lo haces... te juro que lo lamentarás, espero por las buenas no volverte a ver, no quiero recurrir a cosas de las que pueda arrepentirme después." 

En mi retina también se grabó la mirada de odio y furia con la que Ametz se dirigió a mí.

"¿Por qué me odiaba tanto? ¿Qué había hecho yo para que todo esto estuviera sucediendo?"

Mientras que trataba de conciliar el sueño me iba haciendo esas preguntas una y otra vez intentando averiguar el porqué de las cosa, y así fueron pasando los minutos y las horas, hasta que conseguí dormirme cansado de cuestionarme tantas preguntas y de no hallar ninguna solución que fuera lógica.

Estaba cansada de pasarme los días encerrada en mi habitación, pero sabía que mientras Zeth estuviera por ahí yo no podía salir. Sí, estaba triste y confusa y las ganas de dejarme llevar por el dolor eran más fuertes que las ganas de tratar de buscar las cosas buenas de la vida, pero eso cambió, sustituí todo dolor y tristeza por odio y rabia, y por fin pude sentirme viva después de tanto tiempo, odiaba a los Aima, y odiaba a Zeth que me hacía recordar lo que ya no volvería a tener. Ametz me apoyaba y me entendía y compartía mis pensamientos, como si nosotros dos solo fuéramos uno, por eso era al único que le permitía verme y que entrara en mi habitación, ya no necesitaba a nadie más, si quería vengarme y destruir a todos los que me habían hecho daño tenía que empezar ya.

De madrugada salí de mi habitación para airearme un poco y pasé por delante del cuarto de Zeth, me quedé unos segundos enfrente de la puerta. "Te odio" pensé mientras fruncía el ceño y entonces escuché algo en el interior de la habitación. Se oía un leve susurro de angustia y agitación, como si a Zeth le pasara algo y estuviera sufriendo, murmuraba y golpeaba el colchón repetidas veces, después de unos minutos empezó a chillar ligeramente, hasta que no pudo controlarse más y sus gritos retumbaron por toda la casa de la familia Quinegos.

Mi madre salió corriendo hacia la habitación de Zeth que se encontraba al final del pasillo, pero eso no era problema para Dionne, era rápida y ágil y en menos de un segundo ya se encontraba arrodillada en el suelo sujetándole la mano a Zeth y mirándole confusa y asustada.

-Zeth, Zeth, ¡despierta Zeth!- Chilló ella repetidas veces sin conseguir que el muchacho abriera los ojos.- ¡Zeth por favor despierta!

Nada podía hacer ella para que Zeth dejara de gemir de dolor, enseguida se reunieron el resto de miembros de la familia pero ninguno podía hacer nada, solo mirar como Zeth se retorcía de agonía mientras el sudor caía por su cara empapando su cabello dorado y sus gritos se extendían por la casa.

¿Qué le ocurría a Zeth? ¿Había sido cosa mía? ¿Le estaba provocando yo eso sin darme cuenta?

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Hasta aquí el capitulo 20 :D

Espero que os haya gustado y os haya dejado con la intriga de saber más ^^

También espero que os estén yendo bien las fiestas navideñas y esteis descansando de estos días de fiesta :)

Yo tengo que volver con los estudios que aun tengo que hacer exámenes, así que quizás tarde un poco más en volver a subir Y_____Y (lo siento)

Muchas gracias por seguir leyendo, votando y comentando, ya sabéis que ésto es para vosotros y por vosotros así que mil gracias por vuestro apoyo, os amo infinito!! <3





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