Traición

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Noté cómo Ryu movía mi camilla por la parte de mis hombros y Usmev por la parte de los pies. Se dirigieron hacia la puerta y después de asegurarse que nadie los veía, salimos de la habitación.

No sabía qué pasaba, pero no tenía buena pinta, no me gustaba lo que tramaban esos dos.

Empecé a sentir cómo mi cuerpo se balanceaba al tirar los dos de la camilla, y podía oír el chirrido de las ruedas que se deslizaban por el pasillo, y que se colaba en mi cabeza sin parar.

¿Qué está pasando? ¿A dónde me llevan? ¿Estará mi familia aquí?

Trato de hablar, pero tengo la boca seca y apenas puedo tragar saliva.

Mi cuerpo se sigue dejando llevar por un brusco vaivén, causantes de pequeños golpes en la cabeza contra la superficie que me sostiene.

La luz del pasillo me ciega y haciendo un gran esfuerzo consigo abrir mis ojos. Veo pasar antorchas encendidas en las paredes y puertas de madera cerradas. No veo a nadie más, salvo nosotros tres.

De vez en cuando Usmev se gira y me mira de reojo, pero cuando nuestras miradas se cruzan, él aparta la vista y vuelve a mirar al frente. Parece asustado, débil, frágil, cómo a punto de desvanecerse.

De pronto sentí cómo la camilla y mi cuerpo se frenaban en seco.

- Escúchame bien. Estamos en la planta -3 y a ti te están buscando en la planta 1. Si quieres salir tendrás que ascender hasta la planta 0, es allí dónde se encuentra la salida, yo me encargaré de hacerte salir sin problemas. Nadie se extrañará en verme a mí merodeando por las instalaciones de la Ciudadela, pero sí se extrañarían al verte a ti, así que a partir de ahora tendrás que hacer todo lo que te diga. ¿Lo has entendido viejo loco?- Por el tono de voz de Ryu, se podía apreciar que estaba serio y concentrado en lo que estaba haciendo. -Te he preguntado si lo has entendido.- Repitió, esta vez con más agresividad.

-Sí... Lo he entendido. Haré... todo lo que me digas.- Contestó Usmev evitando la mirada del chico, y dirigiendo su vista en el bolsillo dónde Ryu había guardado los collares. La voz de Usmev tenía un tono distinto a lo que recordaba, era más débil y frágil de lo normal.

Seguía sin entender qué hacía él aquí. Quizás siempre fue un Aima y tan sólo nos engañó todo el tiempo.

- Tenemos que avanzar hasta el final del pasillo, allí hay un ascensor que te conducirá a la salida. Pero primero dejaremos a la chica en otra habitación.

Usmev asintió a las órdenes de Ryu y volvieron a tirar de mí hasta el final de ese interminable pasillo. Cuando hubimos llegado, el muchacho sacó una llave y la introdujo en la cerradura de una puerta, abrió y nos metimos dentro.

El habitáculo estaba oscuro, pero no parecía que estuviera abandonado o dejado. Por lo contrario de lo que se podía pensar, olía bien, como a una especie de incienso. Cuando mis ojos se volvieron a acostumbrar a la oscuridad, reparé en que había varias velas en una mesa. La tenue luz de las velas iluminaba lo suficiente para que pudiera apreciar dónde me encontraba.

Era una enfermería. Habían varias camillas más, cada una separada de la otra por cortinas. A parte pude ver varias picas, armarios, estantes, mesas, cajones y sillas esparcidas por toda la sala.

Ryu avanzó hasta un armario y lo abrió. De su interior sacó varias prendas de ropa y se las lanzó a Usmev.

- Ponte esto. Aquí todos vamos vestidos con prendas negras, con esa camisa gris roñosa y ese pantalón marrón destacarías en seguida.- Le espetó el chico mientras volvía a coger mi camilla y la conducía al final de la enfermería.

Mundos paralelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora