Aima

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Otro día más, han pasado 5 días desde lo sucedido en el lago y nadie parece saber nada, es como si desde entonces todo se hubiese estancado, incluso mi relación con Letha, nada está evolucionando...

Me encontré pensando esto mientras paseaba por la calle después de salir de clase, no me apetecía volver a casa ni hablar con nadie, así que simplemente me pasé la tarde dando vueltas.

Al salir del instituto me acerqué a la plaza del pueblo, justo en el centro de ésta se encontraba una fuente enorme donde reposaba una mujer hermosa esculpida en bronce en el lomo de un caballo, recuerdo que me contaron que antiguamente era tradición que las chicas jóvenes fueran a buscar agua del pozo, y era justo en ese lugar donde se reunían cada días las más hermosas muchachas del pueblo, un día la hija mayor del alcalde desapareció, pasó todo un día y toda una noche y nadie la encontró, hasta la mañana siguiente cuando todas las jóvenes fueron a buscar agua y la encontraron muerta en el pozo, nunca se supo quién pudo hacer semejante atrocidad, y por ello y también por la incalmable pena del alcalde, decidieron levantar la escultura de su hija y convertir el pozo en fuente para recordar a todo el mundo que tal desgracia no podía volver a repetirse.

Me entristecí al recordar esa vieja historia y me pregunté si realmente sucedió de verdad y si fuera así, ¿quién mataría a una joven y la tiraría al pozo?. Decidí no seguir pensando en ello así que bajé por unas escaleras de piedra y me perdí por los callejones estrechos, fríos y sin sentido, dejando atrás casas y tiendas, cada vez me alejaba más del pueblo, cada vez estaba más a las afueras hasta que llegué a un puente que nunca había visto antes, estaba hecho de piedra y parecía muy antiguo, como si hubiese llevado allí antes de que el mundo fuese mundo, no estaba bien cuidado ya que las piedras tenían moho y colgaban de ellas largas ramas de yedra que se enredaban entre ellas y casi llegaban al riachuelo que cruzaba una parte del busque. No me había dado cuenta pero había acabado allí solo, en medio de la nada, perdido en el bosque y encima de aquel puente en forma de arco tan precioso. El día empezaba a oscurecer, se había hecho tarde, así que decidí volver a casa, había dejado a mi soledad desatada durante todo el día, era momento de volver al mundo real.

-¡Hey!- Sonó una voz grabe y sombría detrás de mi espalda, justo en el otro lado del puente, me giré sorprendido pero no había nadie.

-¿Por qué no paran de pasarme cosas extrañas?- Me quejé en voz alta.

-¿Por qué no tratas de recordar?- Volvió a sonar aquella voz profunda la cual no conocía pero me resultaba escalofriantemente familiar.

Volví a girarme y miré a mi alrededor desesperado, allí no había nadie, estaba solo, no podía ser que alguien estuviera hablando conmigo con tanta claridad y cercanía y que yo no pudiera verle, esto no estaba siendo normal.

-Pero ¿Qué pasa? ¿Quién eres? ¿Qué quieres? ¡Déjame en paz!- Chillé a la nada y mi voz retumbó por todo el bosque, se escuchó el aleteo de unos pájaros que abandonaban sus ramas buscando otro refugio. Me di cuenta que me faltaba el oxígeno, estaba respirando demasiado deprisa, el miedo me invadía el pecho y los latidos de mi corazón me ensordecían mi respiración entrecortada, "esto no está pasando" me decía mentalmente mientras miraba con nerviosismo todo lo que me rodeaba. Nada, no había nada ni nadie.

-Aima...- Se escuchó en un leve susurro.

Volví a escuchar la voz de aquel hombre, no entendía lo que acababa de decir, pero decidí que tampoco era momento ni lugar para quedarme allí, así que me puse a correr de vuelta a casa esperando que la voz no me siguiera. "Me estoy volviendo loco".

-Cariño ¿Qué te pasa?- Preguntó mi madre preocupada cuando me vio entrar en casa, desde luego lo que me acababa de pasar me tenía que haber dejado con muy mala cara porque mi madre se dio cuenta al instante de verme.

-Nada mamá, solo estoy... algo cansado... voy a dormir.- Definitivamente si antes tenía pocas ganas de hablar, ahora tenía menos.

-Pero deberías cenar algo antes de acostarte-Mi madre insistió y me retuvo con su mirada.

-No te preocupes, no tengo hambre, de verdad.

-Últimamente estás muy raro, ¿van bien las cosas?

-Sí... Eso espero- Murmuré demasiado bajito para que mi madre no pudiera oírme bien.

-¿Qué dices?

-Sí mamá, va todo bien, de verdad- Le dediqué una de mis sonrisas y ella se quedó más tranquila dejándome marchar a mi cuarto.

Me tumbé en mi cama y recordé lo sucedido, Aima... ¿Qué significa eso? ¿Es un nombre? ¿Una ciudad?

Pero sobre todo, ¿de quién era esa voz?

Demasiadas preguntas y tan pocas respuestas...

Aquella noche me desperté varias veces sobresaltado de mi cama, notaba la presencia de alguien, cada vez estaba más inquieto y no paraba de oír esa palabra en mi cabeza..."Aima"

Cuando por fin salió el tan esperado sol, me vestí rápidamente y salí corriendo de casa, mi madre aún no se había levantado así que le dejé una nota:

"Mamá tengo prisa, me voy a la biblioteca, el martes tengo examen y aprovecharé este fin de semana para estudiar, no te preocupes que desayunaré en una cafetería cercana y vendré a la hora de comer.

Te quiero, Zeth."

Mentí, no tenía examen, pero sí que iba a ir a la biblioteca, necesitaba saber qué o quién era "Aima" o de lo contrario me acabaría perdiendo la cabeza de verdad, pensaba descubrir todo lo que estaba pasando antes de que la locura acabase conmigo.



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