Tu parte del trato

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El golpe de una puerta al cerrarse me hizo espabilar un poco de todos aquellos calmantes que me habían dado. No sabía cuánto tiempo había estado dormida, ni si estaba sola o no.

Abrí los ojos, y por suerte la habitación no estaba muy iluminada, así que no me cegó la luz. Seguía en la habitación de Rick, el mismo sitio donde me había dormido, justo después de que éste me contara la historia de mis padres. La historia en que mis padres habían sido retenidos en contra de su voluntad en este lugar, separados de sus familias y amigos, y expuestos a experimentos y crueldades a manos de Smyslov.

Escuché unos pasos que se acercaban a mi camilla, y sentí el miedo apoderarse de mí. Tan sólo podía pensar en que ojalá no fuera Tanisha, en que ojalá no me dejara en la oscuridad sumida en una ansiedad asfixiante.

- Te has despertado demasiado pronto, los calmantes deberían haberte hecho dormir un par de días enteros, y sólo has dormido por un par de horas. Realmente eres más fuerte de lo que te han hecho creer toda tu vida.

Era Rick. Suspiré de alivio. Aun no sabía por qué ese hombre, de alguna manera no me transmitía tanto miedo, una parte de mí sabía que no me haría daño, a pesar de recordar que me había estrangulado en una ocasión.

- Habíamos visto a tus familiares merodeando cerca del bosque que rodea la Ciudadela, pero mis hombres los han perdido de vista. No sabemos si han conseguido entrar o si se han ido. ¿Tú qué crees Zoe?

Rick se sentó de nuevo en su cama y me dirigió la mirada mientras cruzaba sus piernas y apoyaba su barbilla en la palma de su mano derecha.

No quería creer que se habían marchado. Si era verdad que habían llegado hasta tan cerca, no quería que hubieran dado media vuelta y se hubieran ido sin venir a por mí. De alguna manera quería que vinieran y me sacaran de ese maldito lugar. Paré unos segundos, dejé de pensar y clavé mi mirada al techo.¿ Y si hubieran conseguido entrar? ¿Y si mi familia estuviera por la Ciudadela? Los Aima los atraparían, los encerrarían en celdas y los torturarían, o los matarían. Los utilizarían para obligarme a abrir ese portal que Rick dice que puedo abrir, pondrían a mi madre delante de mí, la quemarían delante de mis ojos para forzarme a hacer algo que no sé hacer. O Quizás pondrían a mi hermano Ametz en una camilla, atado con cadenas para que no pudiera moverse, mientras le cortan y perforan la piel, dejándolo desangrarse hasta que yo trajera de vuelta a Theron.

Y harían todo eso por mi culpa, por mi ansia de venganza, por querer matar a Kenzo. No, por asesinar a Kenzo. Recordé su cadáver, tirado inerte en el suelo sobre su propio charco de sangre, e imaginé que no era Kenzo, sino mi padre.

Había puesto en peligro a mi familia tan sólo para convertirme en una asesina por venganza.

Mi familia ya no me podría salvar de eso, la única persona que me podía salvar era yo misma, y en ese momento deseé que los Quinegos hubieran dado media vuelta y se hubieran marchado, deseé que me hubieran abandonado a mi suerte, que me olvidaran y se mantuvieran a salvo.

Toda esta pelea entre los Quinegos y los Aima era por mí, sólo yo podía acabar con todo esto.

-Se han marchado- Conseguí decir al final. Mi garganta se anudó después de decir aquello. Giré mi cabeza y miré a los ojos de Rick. – Han vuelto a casa, sin mí.

Sostuve mi mirada, los dos nos quedamos en silencio mirándonos fijamente, y le sonreí. Entonces recordé ¿Cuánto tiempo llevaba sin sonreír, sin reírme? Algo dentro de mí me inundó de una falsa felicidad, de unas ganas imparables de reír a carcajadas. No lo pude controlar, empecé a reír con fuerza, a reír sin parar. Me revolvía en la camilla sin poder parar de reírme, tanto que me dolía la barriga.

Mundos paralelosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora