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Saliendo de clases el martes, tuve una de las sorpresas más agradables y de las que más me arrepiento.

El lunes no los vi. A ninguno de los dos.

Sin embargo, estuve recibiendo mensajes de Cristóbal, diciéndome que me quería, que me necesitaba, que lo nuestro no había muerto, etc. No era molesto, extrañamente, pero no sabía que responderle; tal vez una parte de mí realmente sabía que lo nuestro ya no daba para más, pero la parte necia que le había dicho a Tania que era rescatable, me decía que debía intentarlo aún.
Cuando salí de clases iba perdida en mis pensamientos. Hugo había pasado por Dany pues iban a ir a comer los tres, así que yo estaba sin responsabilidades más que preparar mi clase de mañana. Mis llaves cayeron de mi mano y al agacharme escuché como alguien carraspeó. Al levantar la vista, mi sorpresa.
Aarón me esperaba fuera de la escuela.

-Hola.
- H-hola.

Vestía un traje normal, como el que usa en una oficina. Me asomé hacia su auto y encontré a Kike saludando en mi dirección.

- ¿Cómo andas?
- Bien, ¿y tú?
- Bien.
- ¿Qu-qué haces aún aquí?
- Esperándote, ¿Qué más? No me respondiste la otra vez que te hable, así que decidí ser más directo.
- OK, bien.
~ Vaya, eres tan elocuente. ~
- ¿Te parece si pasó por ti a tu departamento?
- Claro. - Soné tal vez más emocionada de lo que quisiera.
- OK. - soltó una risa. - Pasó por ti en una hora, hora y media, ¿bien?
- Sí, te veo.

Subí a mi auto y entré a mi casa tan apurada como si alguien me persiguiera. ¿Qué? Estoy nerviosa. Remplacé mi vestido azul cielo, de cuello circular, me di un baño rápido para salir fresca y fui a buscar a mi armario algo que me gustase como para una... ¿cita? Espera, esto era una cita, ¿verdad?

Demonios, Mia. SÍ ERA UNA CITA.

Superando esto, me puse un short negro y una blusa blanca con una chaqueta café y unos flats cafés, tome una bolsa pequeña, sólo metí mi celular y mi cartera; me maquille ligeramente más oscuro en los ojos. Trencé mi cabello, pero quedaron algunos mechones sueltos.
OK, me veo bastante bien.
Mientras me observaba en el espejo sólo escuché mi puerta tocar. Cuando abrí me encontré con un Aarón sonriente que también se había cambiado. Ahora traía un pantalón de mezclilla azul oscuro, una camisa blanca, encima una camisa de roja con cuadros de líneas azules y negras, un saco negro y zapatos negros.

- Hola.
- Hey. Hola, otra vez.
- Te vez bien.
- ¿Me veo guapo?
- ...
~ Sí. Siempre. Demasiado. ~
- ... Te ves muy bien.
- No es la respuesta que esperaba. - Otra risa por parte de él. Reacomodó sus lentes. - Pero me basta. Tú te ves muy linda.
- Gracias. Y bueno, ¿A dónde vamos?
- Te voy a llevar a comer. ¿Te gusta la comida japonesa?

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El restaurante donde me llevó era genial. Con una tenue luz roja y muebles de color negro era bastante agradable. Y parecía tener el estilo tradicional pues frente a la barra donde estábamos estaban preparando la comida, nos sirvieron una botella de sake a la que vi con desconfianza. No, hoy no planeo tomar. No quiero hacer algo estúpido de nuevo.

- ¿Y dónde dejaste a Kuje?
- Con su abuela, además hoy fue Yair también y lo adora. Así que creo que se va a quedar con él.
- Está bien. ¿Es cercano a Yair?
- Mucho. Lo que yo no lo consiento, lo hace mi hermano.
- Que bonito.
- Sí, ya se extrañaban.
- ¿Por qué lo dices?
- Pues... - Tomó su vaso con agua que habíamos ordenado por separado e hizo el ademán de beberlo, pero sólo lo acercó a sus labios.
- ¿Qué ocurre?
- Habían tenido rencillas Yair y Leslie. - Y le dio un sorbo al agua.

~ La ex. ~

- Creo que en realidad jamás se agradaron. Sólo lo sobrellevaron.
- Entiendo como se siente eso.
- ¿En serio?

Volteó a verme mientras el chef nos ponía enfrente la comida. Tomé un poco con los palillos pero no me lo comí.

- Creo que a nadie que conozco le gusta Cris.
- ¿Pero tú lo quieres?
- Sí... - Notó la duda en mis palabras, creo. Me sirvió algo de sashimi.
- Oye. Las relaciones son difíciles. Así sabes que valen la pena.
- Sí, creo. Pero fue el resto del mundo quién lo hizo difícil.
- Bueno, a veces los demás pueden tener razón.
- Quizá.

Empezamos a comer hablando de tonterías, de su compañía, de cómo termine como maestra, de nuestras familias, etc. Y lo arruinó diciendo.

- ¿Y cómo es tu situación con tu novio?

Fuiste Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora