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Esto era tan surreal que daba miedo. Frente a mí esta Aarón; el amor de mi infancia, mi platónico, el único que podía convertirme en un manojo de nervios andante, sentado frente a mí, riendo conmigo, tomando mi mano.

Todo lo que siempre había querido lo tenía ahora.

- ¿Qué estás pensando? – Me miró fijamente, mientras que con su mano libre le daba un sorbo a su café.
- Nada.
- Mentirosa.
- Claro que no.
- Claro que sí.
- ¿Por qué?
- Llevas como cinco minutos viéndome fijamente, asintiendo a lo que digo, pero sin contestar, sin cambiar de expresión. ¿Qué pasa?
- Nada, en serio- Bueno, en realidad...
- Dime.
- Pues, creo que sigo pensando que una parte de ti se arrepentirá de estar conmigo.
- ... ¿Qué?
- Es tonto, ¿ves? No valía la pena mencionarlo.
- Ok, entiendo el problema, pero escucha, sólo hay una cosa de la que me arrepiento; y esa es no haberte pedido salir antes.
- ... ¿Lo dices en serio?
- Mucho, debí aprovechar en tu universidad, cuando seguías enamorada de mí. Pero no lo hice, y ahora no pensé en dejar pasar la oportunidad.

Sentía que los colores se me subían al rostro, ¿era en serio?

- Lo único bueno que nos dejó el ser lentos para aceptar todo esto, es Kike, al único que no pienso cambiar, pero no pienso volver a cometer errores como ese.

Se acercó a mi, así que cerré la distancia entre nosotros.

Nada podía salir mal. No con toda la felicidad que estaba viviendo.

--- VIERNES ---

El auditorio al aire libre que teníamos estaba listo, pronto empezaríamos las presentaciones, primero por clases, después por talleres. Fui a acomodar a mis niños, pues eran los cuartos en pasar. Cuando escuché una voz en la puerta.

- Maestra. – Volteé lentamente, encontrándome con la ex – esposa de Aarón.
- Señora Gálvez, creí que no ven-
- Hablemos afuera.

Salimos del salón, varios niños se asomaron al salón, pero otra profesora entró, poniendo orden.

- ¿Qué pasa?
- Oh, estoy segura que ya sabes. – Busco algo en su bolsa, tendiéndomelo. – Los papeles de mi divorcio.
- ...
- ¿Oh, es que acaso no se lo esperaba? ¿Aarón jamás se lo dijo? ¿O pensó que era una broma?
- No sé qué quiera que le diga.
- Quiero que usted le explique a mi hijo porque no podrá vivir con su madre ahora. Verá, no sólo son los papeles del divorcio, también es la notificación de que él obtuvo la custodia de mi hijo.
- Yo-
- Felicidades, acabo con mi familia, maestra.

Y se fue. Sólo me alcancé a recargar en la pared más cercana respirando profundamente. ¿Qué acaba de pasar?

- Mia.

Clara, otra de las profesoras había ido por mí.

- Ya van tus niños.
- S-sí.
- ¿Estás bien?
- Sí, no me pasa nada.

Avancé al salón, llevando a los niños al auditorio. Subieron y los acomodó la maestra de canto, dando inicio a su presentación de canto y danza con una canción infantil acerca de juguetes.

Apenas inicio la canción empecé a buscar por el público a alguien que conociera, encontré a Tania y a su esposo, grabando a Daniela, mientras la saludaban. Y unas filas más atrás encontré a Aarón.

Veía a su hijo con un gran orgullo. A su lado estaba Yair, riendo mientras graba con el celular a su sobrino.

¿Y sí a lado de Aarón debía estar su mujer?

Pronto volteo hacia donde estaba, mostrándome una sonrisa y guiñándome el ojo. No pude sonreír. Y él lo notó. Hizo el ademán de levantarse de su asiento, pero sólo negué con mi cabeza, ya hablaría con él de lo que pasaba.

Fuiste Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora