-- 24 --

161 5 2
                                    

- ... - Me esperaba eso, pero no creí que me doliera como lo hizo. - ¿Quién?
- ... Ana, la chica de la fiesta de la oficina a la que fuimos. - La recordaba. Bajita, pelirroja, bonita. Y no había dudado en demostrarme la última vez cuánto le gustaba Cristóbal casi besándolo frente a mí.
- ...
- Dime algo, Mia.
- ... ¿Qué quieres que te diga? "Ah mira, pues que padre. No te preocupes, no pasa nada. Todo bien."
- Pues no eso, per-
- Esto es lo que diré; no estoy bien. Me duele escuchar eso. Me lastima. Pasó algo que debiste evitar y no lo hiciste. Fin de la historia. No voy a hacer una escena.

Cristóbal volteó su mirada al suelo. No dijo nada, así que decidí hablar.

- Tengo algo que decirte también.
- ... Dime. - Contestó sin voltear.
- La voz del teléfono... No era Alex.
- ¿Qué? - Me espetó, viéndome.
- Salí con él, sí. Pero otra persona me llevó a mi casa.
- ... - Al no contestarme, continué.
- Yo y esa persona... Nos besamos.
- ¿Estás bromeando, verdad?
- No.
- ¡¿Cómo pudiste?!

Azotó sus puños contra la mesa tirando los vasos, manchando mi pantalón. Me levanté seguida de él que me tomó de los brazos, zarandeándome.

- ¿ESTABAS DE MALDITA ZORRA?
- ¡CÁLMATE! - La gente en la cafetería volteó a vernos, algunos asustados, otros avergonzados y unos cuanto voltearon por el morbo de ver a una pareja discutir. - Que si medimos infidelidades vamos algo parejos.
- ¡¿Ahora vas a compararte conmigo?!
- ¿Qué no puedo cometer estupideces?
~ Lo mismo que le dije a Aarón ~
- No es lo mismo.
- Fueron errores, de ambos; la diferencia, yo no me acosté con nadie. Me besé con alguien que no eras tú, sí, pero no me acosté con la primera persona que estuvo frente a mí por puro despecho.

Se quedó viéndome en silencio, tomó sus cosas y se fue.

Eso es... ¿Todo?

Conduje hasta mi casa, entré y me senté en el sillón. Mi mente seguía procesando lo que acababa de ocurrir, porque creo que ya no tengo novio.

Me fui a dormir y esperaba que mi mente terminará de procesar las cosas, esperaba unas lágrimas o algo, pero nada. Ni un sollozo. No sentí remordimiento; me dolió que me engañara, sí; me sentía a puntos quebrarme, no. Me sentía mal por besar a Aarón mientras tenía novio, sí; sí lo tuviera en frente lo volvía a besar, sí de nuevo. Sin dudarlo, podría besarlo todo el tiempo, pero algo llamado moral me lo impedía. Al final, volví al mismo pensamiento de siempre.

No amaba, y quizá nunca amé a Cristóbal, pero mi mente sigue a Aarón todavía.

Fuiste Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora