-- 22 --

159 6 0
                                    

Cuando regresé a mi casa me decidí a llamar a Cristóbal. Pero después de dos intentos consideré el no hacerlo.

~No seas cobarde y arregla esto~

A la tercera vez conectó.

- ¿Bueno?
- Hola, ¿Cris?
- ... Hola Mia.
- ... ¿Cómo estás?
- Bien, un poco crudo. Salí con unas amistades, debiste venir, se puso criminal.
- Lo siento, salí con mi hermano.
- Oh...
- ¿Qué?
- Entonces la voz del celular... Demonios.
- ¿Qué dices, Cris?
- Yo... Bueno... Anoche te llamé... Estaba ebrio... Y alguien te quitó el celular de las manos y me habló. No recuerdo mucho de lo que pasó, pero creo que lo insulté.
- Cielo, ¿con quién hablas?

La voz de una mujer. OK, esto será más largo de lo que pensé. Cristóbal se separó del aparato y contestó algo tapando la bocina del teléfono... Esto apesta.

- ¿Sabes? Quiero que nos veamos, ¿podemos vernos el miércoles después de clases?
- ... Claro. Te recojo-
- No, te veo en la cafetería.
- ... De acuerdo.

Colgué y busque el número de Aarón... Que no tenía, así que me dirigí a mi computadora y le dejé un mensaje.

Mia: Hola, oye, quiero hablar contigo, es importante.

Lo envié y me dispuse a levantarme cuando escuché la señal de que estaban escribiendo. Demonios, estaba conectado. ¿Por qué estaba conectado?

Aarón: Hey, claro. ¿Te veo mañana?
Mia: Seguro. ¿Vas a la escuela?
Aarón: ¿Puedes llevar a Quique a mi oficina? Dany y él quedaron de hacer un proyecto juntos.
Mia: OK. Yo los llevó.

Y me desconecté. Mañana iba a ser un largo día.

--- AL DÍA SIGUIENTE –

Al día siguiente, tomé un vestido azul de cuello redondo, y puse un suéter gris sobre él. Ir a dar a clases fue un martirio. No por los niños, no porque fuese un día estresante para dar clases. Sino por el inevitable destino. Hoy hablaría con Aarón para arreglar esta... situación. Traté de ir preparada mentalmente, pero no podía concentrarme, mi mente sólo pensaba "Aarón, Aarón, Aarón"

Los niños se subieron a mi auto y nos dirigimos al trabajo de su papá.

- Maestra, ¿por qué nos trajo a los dos ahora?
- Pues porque tu papá me pidió traerte aquí.
- Oh, ya.
- Podré ver dónde pasas el día, Kike.
- Si Dany, vas a ver, ¡es un lugar enorme!

Apenas nos estacionamos, nos dirigimos al lobby; el lugar era muy grande, no tan enorme, pero sí grande, limpio y con diseño minimalista; mucho blanco y negro. Nos acercamos a la recepcionista.

- ¿Diga? – nos dedicó una sonrisa.
- Hola, soy Mia García, la maestra del hijo de Aarón Martínez. Vine a-
- Ah, sí. – Me interrumpió, dándome una hoja, con dos números. – El señor me dijo que le diera estos números. Son dos oficinas. En la primera es para los niños, para que hagan su tarea, y la segunda es la de su oficina. Dijo que la esperaba.
- De acuerdo. –OK, esto es ser muy precavido.- Gracias.

Le sonreímos y nos fuimos. Kike encontró la oficina que les dejó su papá muy rápido. Yo estaba un poco más perdida. Entré en dos oficinas, una vacía y otra en la que creo estaba el contador. Gracias a él me pude ubicar.

Entré lentamente y escuché la voz de Aarón.

-Sí... Dile que mañana puede venir a grabar... No, no puede traer al perro. – Volteó y me vio, me sonrió, y me indicó que me sentara en un sillón que estaba ahí. – Sí, oye, tengo que colgar, te marco después. – Colgó. – Hola.
- Hey, ¿estás muy ocupado? Porque puedo-
- No, ya terminé, otra chica que se quiere creer Britney o algo así. - Ambos reímos, pero incómodos. - Además, esto es más importante.

Fuiste Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora