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Ya han pasado varios meses desde ese día.

Aarón y yo hemos estado juntos desde entonces. Creí que estar juntos sería más difícil, pero no fue así.

Estar con él era muy diferente a mis relaciones pasadas. Primero porque no trataba de controlarme como "otros" lo habían intentado. Segundo, los detalles; y no me refería a grandes detalles o muy vistosas. Simplemente trataba de hacer cosas que me hicieran feliz. Mensajes, atenciones.

No esperaba a que yo hiciera esos detalles, sino que él mismo me sorprendía.

A Kike no parecía molestarle que saliera con su papá. Al contrario, el niño parecía encantado con la idea, quizá porque ya había notado que Aarón me buscaba más fuera de la escuela, y nuestro tiempo libre también lo incluía a él.

Tania tenía razón. Aarón era esa parte que me faltaba por mucho tiempo. Hace mucho que no me sentía tan bien estando con alguien. Por supuesto, no todo era perfecto.

Los problemas venían de adentro y afuera.

Cristóbal, parecía haberse resignado a nuestro final, así como el pegoste de Gael, así que mis problemas se habían, casi, esfumado.

No podía decir que a su, ahora, ex mujer le pareciera mucho la situación. Aún la tenía que ver, pero fuera del salón de clases. Era decir, que Aarón se había quedado con la custodia de Kike, obligándola a ir a visitarlo y por fuerza a vernos. Así que ya me había acostumbrado a las constantes caras de disgusto que ella me dirigía.

Dentro de la relación era sólo uno, el tiempo; aunque mis horarios en la semana eran regulares, mis talleres, cursos y actividades a veces nos quitaban tiempo para estar juntos, y por parte suya, a veces salía muy tarde de la oficina, y aunque quisiera verme, no podíamos, él terminaba cansado y prefería dejarlo descansar.

Pero eso nos quitaba tiempo.

-Mia, ya me cansé de no poder vernos.

Ese día habíamos ido a cenar al mismo restaurante japonés al que habíamos salido en la primera cita "oficial".

- ¿De qué me hablas?

- Que entiendo que por nuestros trabajos es difícil vernos, pero no puedo continuar faltando a nuestras citas y tú tampoco puedes faltar a tus deberes como maestra, lo sé.

- Pero no es como si fuese nuestra decisión, Aarón. Y siempre podemos intentarlo mejor, no sé podemos-

- Seamos sinceros. Mis horarios son muy irregulares, y los tuyos de repente los cambian sin tu conocimiento. No es nuestra culpa, pero lo hemos visto, nuestras soluciones no sirven.

Esto me estaba preocupando.

- Vernos sólo los domingos es el plan actual. Cuando regreso de la oficina en la semana, o estás en mi casa con Kike y te vas cuando llego porque tienes que trabajar al día siguiente, o si estás en tu casa y quiero verte, me mandas a descansar. Y me cansé de eso.

- ¿Pero, no estás diciendo que deberíamos-?

- Creo – me interrumpió. – que la solución es más sencilla de lo que pensamos y no lo hemos aplicado.

Eso era todo.

El fin. Había esperado tanto tiempo, tantos años, y esto se acababa en cuestión de meses.

Honestamente quería llorar, y eso no me gustaba. Esa sensación era horrible; sentía un nudo enorme en la garganta y los ojos húmedos. Mis nudillos estaban tan apretados que se veían blancos. No podía ver a Aarón a los ojos. No quería que me viera en ese estado. Volteé hacia el lado opuesto a él, tratando de respirar y calmarme.

Pero se dio cuenta:

- ¿Estás bien?

Colocó su mano en mi pierna, buscando contacto conmigo, pero cuando la quite, pasó la misma mano a mi hombro, girándome un poco hacia él. Entre su toque y el movimiento, una lágrima comenzó a salir.

- S-no. La verdad no. Si lo que estás proponiendo es que terminemos. Yo no- No puedo aceptarlo. Es sólo que yo- Te quiero tanto. No. Te amo, Aarón y no quiero terminar esto así, no cuando por fin estamos juntos después de tanto tiempo de quererlo. No quiero que esto termine.

- Espera, ¿quién dijo que quería terminar?- volteé a verlo esta vez. – Mia, también te amo, y mucho. Después de tanto tiempo de sólo suponer tus sentimientos y aceptar los míos, tampoco quiero terminar. Sólo que ya no quiero estar lejos de ti. Y tengo la solución a eso.

Llevó su mano libre a su bolsillo, sacando una llave.

- Así que, ¿quieres vivir conmigo? – Me sorprendí.

Es decir, era tan pronto. Era como con Cristóbal. No estábamos listos, ¿o sí? No porque fuese Aarón significaba que yo estuviera lista. Acaba de demostrarle que me precipitaba a tomar decisiones sin saber que era lo que pasaba.

¿Y si era yo la que arruinaba todo? ¿Y si lo que habíamos logrado se acaba al empezar a vivir juntos? ¿Quería arriesgarme a tomar ese siguiente paso?

Sólo pude atinar a sonreír, nerviosa.

- Por supuesto.

Fuiste Siempre TúDonde viven las historias. Descúbrelo ahora