Alguien. Parte 2.

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MIKA

Un fuerte dolor de cabeza va en aumento a medida que abro mis ojos para dar alguna señal de vida. Todo es confuso, más aún cuando noto que estoy en mi habitación, pero no solo; una tipa que apenas conozco yace desnuda, sentada a los pies de mi cama mientras se arregla el cabello, murmurando una tanda de cosas que no logro escuchar a causa del dolor y el inmenso peso que siento sobre mi cabeza. Los parpados no son de ayuda, sino que debo hacer un esfuerzo mayor para intentar mantenerlos abiertos. Un dejo de luz ilumina la lúgubre habitación al momento que la tipeja castaña encuentra su falda entre las cortinas. Entre maldiciones, frunzo el ceño mientras una risita chillona se escapa de la castaña al ver mi expresión. Con eso basta para darme cuenta que no es la Ardilla. Tal vez, una de sus amigas del colegio o algo por el estilo. Me tomo un tiempo para meditar y recordarlo todo, pero es en vano.

Tarareando, la desconocida termina de vestirse.

—Repitamos lo de anoche, Mika —dice. Avanza hasta la puerta y se detiene—. Ya sabes dónde encontrarme.

Cuanto los minutos para estabilizarme un poco.

Como puedo, mientras todo a mi alrededor se siente como estar en el mar, meciéndome de lado a lado sin un paradero fijo, bajo las escaleras. En la sala, Ashley junto a uno de sus nuevos pretendientes, Jax y Chase ordenan lo que parece haber sido atacado por un huracán o algo por el estilo.

—Despertó la princesa.

Hago caso omiso al comentario burlesco de Jax al recordar que anoche celebramos el cumpleaños de Chase. Ahora entiendo dónde me emborraché.

—¿Qué hora es? —pregunto. Con una mano me apoyo en la pared, y con la otra, agarro mi cabeza—. La cabeza me duele como un demonio.

—Son casi las cinco de la tarde, querido hermanito —responde Ashley dejando de barrer—. Buena hora para que barras el desastre que tus amigos dejaron.

—También son tus amigos —refuta Chase. Sorpresivamente, Ashley responde a su comentario enseñándole la lengua y frunciendo el ceño—. Como sea... ¿Qué pasó anoche contigo? —mi amigo me mira con franqueza, esperando a que responda con sinceridad— Saliste corriendo, borracho, te subiste al auto y desapareciste.

¿Qué paso ayer? Buena pregunta. Ojalá pudiese responderla.

—¿Hice algo malo? —pregunto con desdén.

Ashley blanquea los ojos y continúa barriendo la sala. Sin embargo, Chase y Jax no quedan conformes con mi respuesta. Sus expresiones me lo confirman, sobre todo la de Chase, quién tiene esa mirada dudosa. Chasqueo la lengua y me siento sobre el sofá.

—¿¡Por qué no contratas un maldito servicio de limpieza en vez de sentarte ahí?! —me reprende mi hermana al verme sentado— Al menos colabora con el aseo... ¡Dios!

—Me duele la jodida cabeza, Ashley.

Antes de que mi hermanita comience con sus reproches y berrinches, el timbre la interrumpe provocando que se trague toda su habladuría. Qué bien, no estoy de humor para escuchar a nadie, mucho menos con esta jaqueca. Ahora, su rostro es de espanto y lo único que puede formular en voz baja con sus labios es la palabra "papá".

—No seas ridícula... el viejo tiene llave —aclaro. La tensión desaparece cuando lanza un largo y profundo suspiro.

Camina hacia la puerta y la abre.

—Hola, linda —la saluda una peculiar voz que logra ponernos en alerta a Chase, Jax y a mí— ¿Está tu hermano?

Los tres avanzamos hasta la puerta. Ashley se hace a un lado, algo confundida, por lo que le lanzo una mirada para que entre y nos deje solos. Mathew Stanphord es lo último que quisiera ver en este día, pero acá lo tengo, en frente de mis narices con esa estúpida sonrisa.

Obedeciendo tus Reglas TR#2 ✔️ | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora