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ASTRID
La lejanía de los golpes que interrumpieron súbitamente en mis sueños, se hace más presente cuando estoy dentro de mis cinco sentidos. Según lo que resta de mi cordura, puedo asegurar que es domingo por la mañana y mis padres deben estar donde la abuela. Por lo que no me queda de otra que tener que levantarme de la comodidad de mi cama para abrir la puerta. ¿Quién rayos golpea la puerta un domingo por la mañana? Salí de vacaciones, al menos quiero dormir lo que restan los días hasta tarde, sin interrupciones y soñando con lo que sea que mi subconsciente quiera mostrarme.
Guiada por la memoria —en vista que con suerte puedo abrir los ojos—, bajo las escaleras afirmándome de la pared. Lento pero seguro. Doy un bostezo que por poco se ve interrumpido ante otro golpe de la puerta. Abro mis ojos, por fin, tan confusa como el sueño que tuve.
—¡Ya voy! —grito ante los insistentes golpes.
Ya en el primer piso, busco la llave que cuelga desde un clavo que papá puso en medio de la puerta para que las llaves de la casa no se perdieran. Al tenerlas en mis manos, le saco el pestillo a la puerta y abro.
—Mierda, qué frío hace allá afuera.
Mika limpia sus pies en el tapete de la entrada mientras con sus manos desenreda de su cuello la bufanda marrón. Me hago a un lado para que logre entrar; afuera, como ya me lo había imaginado, hay nieve. Ya dentro, cierro la puerta a sus espalda y me giro para verlo. Su nariz está roja por el frío, su cabello algo húmedo y su barbilla tiembla.
Inevitablemente río, comparándolo con un pollito mojado. Él da un paso hacia mí, con una sonrisa pícara. Sus manos acarician mis mejillas, entonces, lentamente se acerca para besarme. Obviamente, yo no me hago de rogar y respondo a su beso, agarrando con fuerza su abrigo.
—Suficiente, par de enamorados —ordena Patrick, saliendo del baño.
Mika y yo nos separamos al instante en que lo escuchamos. Patrick desordena su cabello mojado —seguro por la ducha— y camina hasta nosotros. Él y Mika se saludan con una especie de saludo secreto.
—¿Cuándo inventaron eso? —Alzo una ceja, sin comprender la maraña de movimientos que ambos han hecho.
—Hace unos días —responde Mika colocando su bufanda alrededor de mi cuello—. Bueno... ¿qué hay para almorzar?
—Aún nada, bro —Patrick se encoje de hombros. Se abre paso para subir las escaleras—. Pero ya sabes dónde está la cocina, puedes preparar lo que quieras con la enana.
Mika me mira riendo.
—Te ha dicho enana y es casi del mismo tamaño que tú —espeta entre risas. Yo niego con la cabeza, divertida.
—¡Te escuché, Mika! —grita Patrick desde su habitación.
—Bien, Astrid —Mika deja de lado su sonrisa, para verme completamente serio. Tan serio que es casi escalofriante verlo así—. Hora de volver a tus verdaderos cinco sentidos.
Abro mis ojos encontrando el techo blanco y la lamparilla sujeta a la ampolleta que mi abuelo me dio para mi cumpleaños. Estoy tiesa, como un cadáver sobre una camilla. Ni motivación por moverme de la cama tengo. Y ante mi descubrimiento poco alentador, hasta el sueño se me ha quitado.
Todo ha sido un sueño absurdamente irreal.
Así las cosas serían bastante sencillas. Que Mika y Patrick se lleven bien. Que ningún drama familiar hubiese ocurrido. Pero las cosas se han dado diferente, por lo que sólo me he limitado a imaginar cómo serían las cosas si todo estuviese bien. Claro, la situación es completamente diferente y el uso de mi imaginación no aparta el hecho de su enemistad. Pero soñar no tiene nada de malo, incluso si parece un chiste de mal gusto.
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Obedeciendo tus Reglas TR#2 ✔️ | DISPONIBLE EN FÍSICO
Teen Fiction• YA DISPONIBLE EN LIBRERÍAS DE CHILE, PARAGUAY, COLOMBIA, ECUADOR, BOLIVIA Y ARGENTINA 🌎 • Versión Wattpad. Astrid Fissher es una silenciosa chica que cursa segundo año y sueña pasar inadvertida después de que su hermano Patrick, sufriera en mano...