MIKA
Camino hacia la entrada, mientras a mi alrededor, los demás estudiantes bajan sus cabezas al verme o comentan entre sí cosas que no son de mi interés. Ninguna opinión de estas ineptas hormigas me es de valor. La única opinión que me importa sobre mí en este preciso momento corresponde a la de Pajarito; pero sé que no es una opinión buena. Es curioso que el día me acompañe con mi acongojado descubrimiento, porque el cielo está de un dramático color gris.
Es otoño después de todo.
A pasos de la entrada el bus escolar acapara mi atención al ver a una singular chica pensativa, mirando por la ventana. Es entonces que me detengo a ver cómo baja del bus. Antes que ella baje, la nerd de Chase baja del bus haciéndose a un lado. Detrás de ella le sigue la pequeña Fissher, quien se queda de pie en la entrada del bus. Y antes de que reaccione, un tipo obeso con el ceño fruncido parece gritarle algo y procede a empujarla.
Aprieto mi puño y en segundos, sin darle importancia a todas las personas que empujé para hacerlo, éste ha sido impactado contra la gruesa nariz del hipopótamo con toda la fuerza que he podido acumular del repentino impulso que he tenido. Sin embargo, la consecuencia de mi acto me provoca una punzada en mis nudillos que logro disimular. No estoy acostumbrado a golpear a las personas. Eso es de bárbaros y simios. Yo prefiero que alguien más lo haga por mí. Pero este caso fue diferente; mi instinto habló primero y como resultado, toda mi ira acumulada cayó en el gordo que está chillando en el suelo.
Chase y Jax no tardan en aparecer entre los chicos que se han reunido sacando sus celulares para grabar lo que ha pasado. Sé perfectamente que querrán una explicación, no obstante, no deseo darles una, así que sin decir nada entro a Jackson.
Entro a la enfermería con el fin de vendarme los malditos nudillos que sangran como si no hubiese mañana. Como siempre, por esas coincidencias de la vida, la enfermera no está y debo hacer todo el trabajo yo. Busco entre las cosas vendas, algodón o algo por el estilo para curarme, pero cuando intento sacarlas del botiquín todo se da vueltas. Soy un maldito desperdicio humano... O estoy comenzando a serlo.
Me agacho para recogerlas, hasta que escucho la puerta abrirse.
Es Pajarito.
—Siéntate —me ordena al entrar.
¿En qué momento se dieron vuelta las cosas? ¿Ahora es ella quién me da órdenes?
Hace una mueca de desagrado al verme y me ayuda a guardar las cosas en el botiquín, dejando afuera un par de vendas. Me siento sobre la cama de sábanas blanca, la misma dónde la encontré sentada a ella la última vez que estuve aquí.
—No estoy aquí para agradecerte —aclara acomodando sus gruesas gafas para luego mirarme a los ojos con franqueza. Se sienta a mi lado—. Estoy aquí para decirte que metas tus narices donde corresponde.
Suspira hondo y comienza a vendar mi mano. Con sus delgados dedos, enrolla la venda con sumo cuidado y procurando tocar mi mano lo menos posible. Intento que es fallido cuando yo no puedo dejarla quieta.
—Si no estás aquí para agradecerme, ¿entonces por qué me estás ayudando con la venda? —ella muere su labio inferior, luego lanza un bufido y se encorva murmurando algo que no logro escuchar. Ya casi termina de colocar la venda— Deberías darme las gracias, Pajarito. Por dejar como un idiota al gordo y porque gracias a mí fuiste seleccionada en el concurso de fotografía.
Se levanta de golpe, frunciendo el ceño. Está molesta o peor que eso.
—El triunfo que tuve fue por mis méritos. Fui yo quien tomó la fotografía —afirma, colocando una mano sobre su pecho. Me levanto también dejando en claro la enorme diferencia de tamaño que tenemos y el acercamiento repentino que hemos tenido al estar sentados sobre la cama. Retrocede un paso.
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Obedeciendo tus Reglas TR#2 ✔️ | DISPONIBLE EN FÍSICO
Teen Fiction• YA DISPONIBLE EN LIBRERÍAS DE CHILE, PARAGUAY, COLOMBIA, ECUADOR, BOLIVIA Y ARGENTINA 🌎 • Versión Wattpad. Astrid Fissher es una silenciosa chica que cursa segundo año y sueña pasar inadvertida después de que su hermano Patrick, sufriera en mano...