Blanca Navidad.

416K 32.6K 25.4K
                                    

ASTRID

Dejo el tenedor a un costado del plato junto al cuchillo. Respiro hondo y me estiro alzando mis brazos al cielo mientras frunzo el ceño.

Admito que Mika tenía razón cuando dijo que me llevaría  comer comida "mejor". Estuvo deliciosa. Si no fuese un restaurante caro, seguro estaría chupándome los dedos. Lastimosamente no me veo en la posición de hacer tal gesto desagradable, incluso cuando estirarme después de comer parece molestarles a los ancianos de la mesa continua.

—Lo siento —musito, encogiéndome de hombros. Los dos hacen un ademán con la cabeza.

Giro hacia Mika, quien termina de beber su jugo.

—¿Cuánto te debo?

Él deja de beber, reposando el vaso vacio sobre la mesa, junto a su plato sin terminar. Me mira con incredulidad, aunque estoy segura que ha entendido perfectamente mi pregunta.

—¿Cómo, Pajarito?

—La comida —reitero—. ¿Cuánto te debo por ella?

—Nada, claro. La comida vale la mitad de tu sueldo.

Sonríe con arrogancia.

Por algún motivo absurdo eso me ha llegado junto en la billetera.

Es cierto, seguro que la comida esa vale un dineral pero por una cuestión de cortesía le pregunté. Además, me siento extraña comiendo con Mika en un sitio así. Más que un simple almuerzo parece una...

Niego con la cabeza, despejándola de los pensamientos incongruentes.

—Estás como un tomate —comenta de pronto—, ¿en qué pensabas?

Sus ojos se han conectado con los míos, provocando que un choque eléctrico recorra todo mi cuerpo hasta alojarse en mi estómago. Es una sensación extraña que me trae indecorosos recuerdos sobre la última vez que nos vimos. No puedo evitar recordarlo, así como no pude evitar que pasara lo de aquella vez. Lo peor, es que el parece notar el efecto que causa en mí.

—En nada —carraspeo—. Estuvo delicioso, gracias.

Rebusco en mi bolso mi celular, mientras escucho pasos acercarse. Es el mozo, quien viene a retirar las cosas. Noto que Mika y él comienzan una charla de la que no me quiero ver involucrada. Seguro se trata sobre el costo de la comida, así que intento no entrometerme.

Una vez que tengo mi dichoso celular entre mis manos, leo los mensajes que me han llegado; tengo ocho. Hay dos mensajes de Megan y James, el resto es de mamá. Una sensación de vacío se sienta en mi cabeza. Cuando mamá deja tantos mensajes es porque algo quiere... O está molesta.

Cualquiera de las dos opciones me resultaría fatal.

Miro hacia los lados, como una paranoica pensando que alguien está observándome. Pero no, ni siquiera Mika, quien está pagando la cuenta todavía.

Leo los mensajes de mamá, para guardar el celular de vuelta en mi bolso. Veo de reojo que Mika guarda su tarjeta —supongo que de crédito— en su billetera de cuero oscuro. Realmente me siento como una pobretona en un sitio para multimillonarios que no sólo me ganan en dinero, sino en clase.

—Debo irme ya —le informo a Mika, acomodando mi bolso—. Mamá quiere que la ayude con las compras navideñas. Está sola con Boo y-

—¿Boo? —interrumpe, alzando una ceja— ¿Qué es eso? ¿Es tu perro?

—No, es mi hermana —respondo con algo de obviedad. Creí que sabía de la existencia de mi hermana pequeña, pero al parecer no—. Papá y Patrick fueron a comprar un árbol de navidad, así que mamá tuvo que traerla.

Obedeciendo tus Reglas TR#2 ✔️ | DISPONIBLE EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora