Capítulo 4 Niñero

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- No sabía que tenías auto. - Digo al entrar.

- Oh preciosa. Hay tantas cosas que no sabes de mi. - No sabía si sentir miedo o tomarlo en broma.

- Con que un chico misterioso ¿Eh? - El rió mostrando su perfecta dentadura.

- Lo siento por lo de ayer... no fue mi intención besarte. - No me miraba.

- No te preocupes, además, también te besé. - Me encogí de hombros.

- Fue el mejor beso que he tenido. - Me sonrió.

- Si claro. Vieras como te creo.

- Es la verdad. - Me reí irónicamente.

El trayecto se estaba haciendo más largo de lo normal, aveces giraba mi cabeza para mirarlo, su perfil era bello, nariz ni muy grande, ni muy pequeña, sus labios un poco gruesos y rojos. Quité mi vista y me quedé viendo por mi ventana.

- Llegamos. - Asentí y bajé del auto.

- Gracias por traerme.

- Por nada. Es mi deber que llegues sana y salva a casa.

- Estaré en mi habitación... por si necesitas algo.

- Esta bien.

Entré y me tumbe a la cama, mi relación con ella, es perfecta, me ama y yo la amo. Mi celular sonó, en la pantalla salía el nombre de mi madre.

- Acabo de llegar hija, ¿Cómo está todo por allá?

- Me alegra madre. Todo bien, recién llego del colegio.

- ¿Y Aaron?

- Me fue a traer, es buena onda, ayer vimos una película y..... - Recuerdo del besó apareció en mi mente.
- Luego nos dormimos.

- ¿Juntos? - Sabía que mi madre estaba sonriendo.

- Claro que no madre. Que pregunta la tuya. - Ella reía.

- Ay hija, el es un buen chico..... y muy guapo. - No pues que madre más normal la mía.

- No puedo creerlo. Deberías de estar preocupada .

- Ñee. Ya me tengo que ir. Te llamaré luego.

- Vale.

- Te amo hija.

- También te amo madre.

Colgué la llamada y decidí hacer tareas. Al finalizar salí de mi habitación, necesitaba comer, mis tripas rugian peor que un León.

- ¿Necesitas algo? - Aaron salió de la nada. Me asusté y llevé mi mano al pecho.

- Joder. Casi me matas de un infarto.

- Lo...lo siento, no quise hacerlo.

- No...no te preocupes.

- ¿Sabes que hora es? - Pregunté.

- Las 7 de la noche. ¿Tienes hambre?

- Demasiada. ¿Cocinas?

- Claro. - Esté chico enloquece.

No. No digas eso.

Si te enloquece.

A ti, quizás.

- Vale.

- ¿Que quieres que cocine?

- Lo que quieras. Gracias.

Verlo cocinando era tan sexy, la manera en mover su cuerpo cuando giraba la olla, oh joder estaba más ardiente que nunca, parecía una boba comiendomelo con la vista, hasta podía sentir que la baba recorría mi mandíbula.

- ¿Estás bien? - Aaron preguntó sacando mis pensamientos.

- ¿Qué? Si, si, ¿Porque?

- Pues... hace ratos te hablo, diciendo que la comida esta lista.

- Ahh. Ehh yo estaba pensando.

- ¿En mi? - Enarcó una ceja divertido.

- Ya quisieras, niñero.

- ¿Cómo me has dicho?

- Yo? Ps nada.

- Dijiste algo.

- Sólo dije "ya quisieras" - Sabía muy bien a que se refería.

- Diré que te creo. Ven a comer.

- Está bien.

Al finalizar de comer las tostadas que Aaron hizo decidimos lavar los platos. De vez en cuando el me miraba y yo a el. ¿Que era lo que me pasaba con éste chico?

- Buenas noches, preciosa. - No me cansaría de escuchar esa palabra de sus labios.

- Buenas noches, niñero. - Antes que dijese algo me escabullí en mi habitación.

Escuché su risa. Y me causo una sensación extraña. Hice caso omiso y me dormí.

Living With Him ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora