Capítulo 8 Retrato

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Llegué a casa, eran las ocho de la noche, estaba cansada, puse las llaves en el llavero, Aaron dormía en el sillón, entre a su habitación, todo se miraba limpió, todas sus cosas estaban bien ordenadas, en la mesita de noche habían dos retratos, miré uno, estaban una pareja de algunos cincuenta años, se miraban tan enamorados y felices. En la foto salían mirándose a los ojos con sus manos entrelazadas, al fondo, un hermoso atardecer de playa se ilustraba, algún día me gustaría que un chico me mirará de tal forma, de esa manera que ese hombre miraba a su mujer.

- Fue una semana antes del accidente. - Escuché la voz de Aaron detrás mío.

- Se ven tan enamorados. - Aún miraba la foto.

- Lo eran. Cada día miraba a mis padres estar más enamorados, ver ése cariño que se tenían mutuamente. Se amaban, Emma, y se lo demostraban cada minuto. - Sentía un nudo en mi garganta, quería llorar. Puse el retrato en su lugar y fui donde Aaron para abrazarlo.

- Lo siento mucho Aaron. - sollozo en su hombro.

- Ellos están en un mejor lugar.

- Cierto. Eres un gran chico.

- Y tú, una gran chica. - Pellizcó el puente de mi nariz.

- Perdón por entrar a tu habitación, quería llevar una frazada para taparte ya que dormías en el sillón.

- No te preocupes, y gracias de todas formas. Ve a dormir, es tarde. ¿Hace cuánto llegaste?

- No se. Unos treinta o cuarenta minutos.

- ¿Que? Me hubieras llamado. Es muy tarde para que andes sola.

- Estoy bien. No te preocupes ¿Vale?

- Cuando salgas o regreses a casa. No dudes en llamarme, por favor.

- Aaron...

- Prometelo. ¿Si?

- Vale.

- Ve a descansar, preciosa. - Aaron se acercó y dio un beso en mi frente.

- Tu igual, lindo.

- Primera vez que me tratas así.

- No te sientas especial.

- Si es contigo, todo es especial. - Mis mejillas ardían.

- Noches.

Había quitado mi ropa y la cambié por unos pequeños short y una camisa de tirantes, quité el maquillaje y me metí a la cama. Al escuchar el maldito despertador lo apagué, me metí a la ducha, me puse ropa, me maquillé.

Aaron ya estaba despierto, bañado y cambiado, me miró, sonrió. Cogí la mochila de una mesa y lo colgué en mi hombro.

- Huele bien. - Inhalé profundamente.

- ¿Quieres? - Andaba sólo con calzoneta. Su abdomen era tan formado, tenía un six pack bien hecho.

De tu cuerpo.

Relaja tus hormonas, mujer.

Sabes que te lo estás diciendo a ti misma ¿Verdad?

La ignore.

- Voy tarde. Lo siento.

- Te las guardaré. Espera ¿Vale? - Asentí. Se escabulló en la habitación y después salió con una camiseta.

Maldita camisa.

Pervertida .

- Te llevaré al colegio.

- Mm gracias.

- De nada, preciosa.

- ¿A que hora te vas a la Universidad? - Pregunté mientras manejaba.

- A las ocho.

- ¿Y regresas?

- 12 del mediodía. - Dijo con su mirada fija en frente.

- Que bien.

Bajé del auto y me despedí con un beso en la mejilla que lo tomó de previsto.

- Adiós. Hasta en la tarde.

- Adiós preciosa, hasta en la tarde. - Me guiñó un ojo.

Me despedía con la mano de Aaron hasta que ya no veía su auto.

- Ese chico te tiene loca, Emma. - Me asusté.

- ¿Que? Por Dios Sam me asustaste.

- Que conciencia, mujer.

- Entremos.

- Se ven bien juntos.

- Sólo es mi amigo.

Living With Him ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora